Los toques callejeros siguen siendo la atracción mayor del Encuentro de Jazz.
La calle empedrada, la pared con un mural, la otra arteria que sube y parece que va dejando las notas tiradas allí para que alguien las levante y las transforme en sonidos son esos escenarios circunstanciales que se forman para que la gente disfrute de cada toque.
Debería quedarse, dicen algunos, hablando de la música. Los otros recuerdan que Mercedes tiene sus propios artistas que bien pueden ofrecer en cada atardecer de cualquier esquina, de uno u otro barrio el encanto de este género pero también de otros.
Hay niños, hay jóvenes pero también están aquellos que abrieron el camino para que los primeros se entusiasmaran y tomaran un instrumento y comenzaran a estudiar. Algunos están en eso, otros ya están listos para sentarse y mirar lo que formaron.
La música es eso; disfrutable, con los cinco sentidos, ninguno de ellos queda afuera; es piel, que se estremece, que se encanta, que siente.
En el caso de la fotografía, un singular "marabarista" acompaña un toque callejero de ayer.