El crimen del empresario salteño a manos de su ex en Punta del Este desnudará más episodios de los que podemos imaginar. Atrás de un hecho de apariencia pasional por la tenencia de una niña se esconde la realidad de las operaciones ilícitas de lavado de dinero que cada día se nos ponen delante de nuestras narices como ejemplos de las formas fáciles de hacer dinero.
Quienes alguna vez han dedicado los días grises o lluviosos de Punta del Este a recorrer las casas de los millonarios y sorprenderse de la fastuosidad no pueden resistirse a un pensamiento natural: De quién serán y qué harán en sus actividades privadas.
A pocos metros del Club de Golf en la avenida San Pablo se levanta lo que bien puede calificarse como la finca más suntuosa de todas, de nombre La Maison coronada en su frente por una enorme reja con apliques dorados y dos enormes leones de una vez y media el tamaño natural. No se vio mucho hacia adentro hasta que en 2020 la finca se puso a la venta en 7 millones de dólares y los curiosos pudieron acceder a las publicaciones con imágenes del interior, de una ostentación casi pornográficas. Al fin de cuentas a algunos les gusta y no es el caso. El caso es que, quien la compró Alfredo Aguiar ,se había fotografiado con el presidente y el vice en ocasión de anunciar la inauguración de una planta de cáñamo que daría trabajo a 400 personas. Pero antes de sorprender con una serie de maniobras delictivas y quedar en la mira de la fiscalía por un gigantesco desfalco, se había jactado de tener “directas vinculaciones” con el capital y las autoridades a partir de su amistad con José Mujica y Lacalle Pou desde el momento en que se autorizó el cultivo de la marihuana.
El crimen no ocurrió en La Maison sino a bastantes cuadras de allí donde residía su ex mujer, una escultural chica de 26 con dotes de cantante con quientenía una pequeña niña. El “empresario” (definámoslo así) llegó en su imponente Lamborghini de un millón de dólares (chocada en un costado) a la casa de su ex. Iba acompañado de su nueva pareja que quedó en el auto, mientras en el interior iniciaba una discusión que terminaría con dos balazos.
El fin de la historia puede ser parte de un drama más de la crónica policial tan común estos días en los barrios periféricos de Montevideo, que se diluiría en pocas horas si no fuera que el entorno económico del fallecido destapa de golpe otras puntas de la vida de cierta gente que se dice amiga del poder.
Quizá ni Mujica ni Lacalle imaginaron las andanzas de este “empresario”, porque nadie es adivino pero bien pudieron tomar precauciones a estar por las demostraciones de fastuosidad propias de los que caminan por la otra vereda.
Quedamos entonces a la espera de que la investigación tanto en Punta del Este como en Salto y en Estados Unidos avancen en el esclarecimiento y la próxima vez que aprovechemos el día gris para ver casas lindas preguntémonos además si ¿los que viven alli serán felices.?