En el ajedrez y en el casín suele utilizarse la jugada tercerizadora de apuntar a una bola para que termine rebotando en otra. Viejo como el mundo mismo, la práctica de desviación y el engaño la han utilizado delincuentes, políticos, comerciantes y hasta los veteranos en la mesa de truco. Marset no sorprendió a nadie con el video dado a conocer ayer; ya lo había hecho en una anterior oportunidad mostrando su rostro (antes cubriéndolo con lentes de sol y ahora sin nada más que un gorro.) Hablando como un chico asustado dijo sentir que su situación está “complicada” para luego desgranar el fundamento de su mensaje: “Gracias a la ayuda del director de la FELCN logré irme, porque él me avisó que el ministro ya había dado orden de aprehensión contra mí. Y bueno, agarró una platita y me avisó que me fuera, es el director de la FELCN (Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico.”
Nadie que está en su lugar puede ser tan infantil de denunciar a quien lo ayudó. Si así fuera, quedaría demostrado que hacer dinero en el narcotráfico no requiera inteligencia sino una pistola.
¿Entonces? Entonces, imputar a alguien en medio de una búsqueda infructuosa y versiones de que el gobierno y la propia policía de Bolivia lo están protegiendo porque en el fondo le reditúa al país ganancias impresionantes, debe tener otras connotaciones. Apuntar al jefe de la investigación es dejarlo afuera de las sospechas porque nadie en su sano juicio castiga a quien le ayuda. Y como en el casín, la policía de Bolivia ha de estar analizando el porqué de una actitud que solo tendría sentido si Marset razonara como un niño. Pero si algo no tiene es un pelo de bobo.
En definitiva el contenido del video debe interpretarse al revés y cuando dice reconocer que su situación “está complicada” es porque se siente más seguro que nunca.
La historia de los narcos y de los jefes de la mafia en general está salpicada de ejemplos todos los cuales conducen a un punto común: lo fundamental es tener, no uno, sino varios escondites secretos cada uno de los cuales dotados de sistemas de escape rápidos y seguros. No ha de ser cierto que le avisaron porque la prensa de Santa Cruz demostró que la policía se había instalado en una finca ubicada a dos cuadras de su mansión desde donde se intentaba espiarlo sin siquiera utilizar drones. Pero los propios escoltas del narco uruguayo descubrieron la maniobra a tiempo. La casa en cuestión al tener salidas por las cuatro calles de la manzana permitía sistemas de escape similares a los usados por el Chapo, Escobar, y los hermanos Rodríguez de Cali ingeniosos como pocos. Mal podría el uruguayo no haber programado el plan B y el C y el D y seguramente ya está construyendo otro escondite nuevo.
La historia dice que siempre los jefes de la mafia han caído al ser delatados por personas de su propio entorno y nunca como consecuencia de una operación de inteligencia sin ayuda desde adentro. Así que mientras no ocurra lo mismo en este caso (que solo se evita con plata) seguiremos esperando.