También en correspondencia de la época, mucha de ella transcripta en la recopilación de documentos del Archivo Artigas, se menciona al cura Santiago Figueredo aportando el 29 de mayo la suma de una onza de oro, 9 pesos y 3 reales y que, sumados a lo anteriormente hecho llegar totalizaba la cantidad de 682 pesos fuertes con 5 y medio reales.
El cura y vicario de San José recolectó mil setenta y siete pesos fuertes, que incluyen 25 pesos que entregó el Padre Javier Faramiñan.
El Presbítero Bartolomé Muñoz entregó al Gral. Rondeau 23 onzas de oro y 4 pesos y así, uno u otro sacerdote fueron colaborando con las necesidades económicas que planteaba el mantener por dilatado tiempo todo el movimiento de tropas, carruajes, armamento y víveres necesario para el diario vivir y el traslado permanente de los distintos cuerpos de las fuerzas sitiadoras.
En una de las primeras listas de dinero recaudado en auxilio de aquellos gastos, figura también Fray Casimiro Rodríguez, colaborando con más de 50 pesos fuertes, suma de las más considerables que conjuntamente con lo aportado por Figueredo eran de las mayores de esa lista de suscripción. Ambos vuelven a repetir sus aportes días después, sumándose también el Presbítero León Porcel de Peralta con una suma significativamente menor.
Hacemos notar que el precio de un vacuno en la época era de unos 3 pesos o poco más, mientras que el de un esclavo ascendía promedialmente a 300 pesos.
Cada región y cada curato aportaba su contribución, impulsada esa recaudación por las arengas de los curas capellanes de las distintas capillas y es así que también en aquel glorioso mayo de 1811 y en los alrededores del sitio donde tuvo lugar la Batalla de Las Piedras, el cura propietario de Canelones Dr. José Valentín Gómez, encabeza una larga lista de contribuyentes para el auxilio del ejército de la Patria, aportando no sólo una suma pecuniaria de 6 onzas de oro, sino también la obligación de hacerse cargo de pagar el prest (o sea el sueldo) de un teniente de caballería mientras dure el sitio de Montevideo.
El militar indicado, de cuyo sueldo se hacía cargo, era un primo del cura vicario referido, llamado Francisco González Melo. En esa frondosa lista figura también, colaborando, el Padre Teniente Cura Fray José Rizo de la orden de Santo Domingo oblando 2 onzas de oro y poniendo su persona a disposición para colaborar como ranchero (o sea en la preparación de las comidas de los soldados).
No sólo fueron contribuciones económicas las que estos sacerdotes realizaron, aparte de sus inflamados sermones, propiciando la adhesión a la causa revolucionaria, sino también su participación activa en los encuentros, hechos y escaramuzas que se fueron suscitando en los largos meses de aquel 1811.
Así, ya Venancio Benavídes informa en una larga lista de oficiales que se destacaron por su gran valor y patriotismo en el ataque y toma de San José en los albores del mes de abril de aquel año y entre ellos menciona y destaca la labor del capellán Don Manuel Antonio Fernández.
Asimismo, en la ampliación del parte de la Batalla de Las Piedras que envía a la Junta Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata, Artigas entre las distinciones de quienes se destacaron en aquel lance , hace una mención especial que transcribimos: “…pero como prueba nada equívoca de los rasgos singulares que he observado con satisfacción, no olvidaré hacer presente a V.E., los distinguidos servicios de los Presbíteros Curas Vicarios Dr. don José Valentín Gómez y don Santiago Figueredo, curas vicarios, éste de la Florida y aquel de Canelones; ambos no contentos con haber ejercido las funciones de su sagrado ministerio, en todas las ocasiones que fueron precisas, …se convirtieron en el acto de la batalla en bravos campeones, siendo de los primeros que avanzaron sobre filas enemigas, con desprecio del peligro y como verdaderos militares”.
Esto lo indica especialmente el Gral. Artigas a sus superiores. (vide Archivo Artigas- Tomo IV- pág.402).
También se destaca y se agradece tanto por Artigas como por la Junta de Buenos Aires, la labor del Cura de la Villa de San Juan Bautista, don José Gabriel Peña, quien aparte de entusiasmar a sus feligreses por la causa patriótica, ha conformado una Compañía de Voluntarios entre esos vecinos en los días finales de julio de aquel glorioso año.
Como contrapartida también en el bando contrario hubo sacerdotes que son mencionados en partes habituales de las diferentes fuerzas y por ejemplo se menciona entre los prisioneros tomados cuando el asalto a la Villa de San José al Teniente cura Fray Tomás Astrada y al Capellán Gabriel Lobrega, éste de la Marina realista, sin olvidar al cura de Rocha que entrega a los portugueses las caballadas y boyadas (o sea los numerosos bueyes) dejadas por las tropas patriotas. Ese cura era Juan Francisco Silva.
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Presbítero Dr. José Valentín Gómez, Cura Vicario de Canelones, cuyo patriotismo destaca Artigas demostrado en las batallas y fue quien recibiera la espada del derrotado Jefe realista en la Batalla de las Piedras, José Posadas.