XVIII – INVASION PORTUGUESA
Son incesantes las acciones guerrilleras que se mantienen en los alrededores de la fortaleza de Montevideo, ya que los realistas, rodeados y desesperados, intentan cada tanto realizar salidas para tentar suerte tratando de conseguir alimentos en las afueras de las murallas.
Una y otra vez son asediados y perseguidos por los distintos destacamentos esparcidos en sitios apropiados, sufriendo aquellos numerosas bajas, pérdida de caballadas e incluso de armamento.
La situación se va acentuando, el ánimo de Elío y su gente decae día a día y aproximándose la estación más fría del año, careciendo los sitiados incluso de leña para calentar sus hogares convence a aquel que la única manera de salir del encierro en que se encuentra es aceptar la presión que desde mucho tiempo atrás le venía “ofreciendo” la princesa Carlota de Borbón desde su exilio en Río de Janeiro.
La misma a través de sus diplomáticos y con la colaboración de gente de la propia Junta de Buenos Aires y del Ministro británico Lord Strangford , venía manteniendo activa correspondencia en pos de lograr una intervención armada, catalogada como “fuerza de ocupación”, con la esperanza de colmar sus ambiciones de ser coronada en el futuro como Reina de la América del Sud. Escondía sus intenciones aseverando que sólo trataba de mantener el dominio sobre las colonias que pertenecían a la corona ibérica, ante el hecho de que su hermano, el rey español Fernando VII había sido destituido. Manifestaba que como estos dominios eran una extensión de los de España no deberían desmembrarse y por eso aspiraba tenerlos bajo “su protección”.
Desde poco después de constituida la Junta de Mayo de 1810 en Buenos Aires, había comenzado un nutrido y voluminoso intercambio epistolar entre aquellos personajes, preocupados por los avances de los revolucionarios y veían en la estrechez que padecían las fuerzas realistas en el Plata, la oportunidad de ensanchar los dominios de Portugal por un lado, de incentivar el comercio marítimo por el lado de Inglaterra y de obtener prebendas del comercio bonaerense manipulando de acuerdo a su conveniencia económica esos asuntos.
Se nota aquí la siempre presente diplomacia portuguesa, que para lograr sus objetivos no tiene prejuicios de apelar a prácticas y tácticas para obtener un conveniente final para sus aspiraciones e intereses.
A tales efectos y disponiendo el despliegue de sus fuerzas militares en las zonas fronterizas, amenazan solapadamente una intervención, lo que inclina a facilitarse cualquier arreglo por la vía diplomática.
Súmese a esto que antes de que el Virrey Elío fuera vencido en Las Piedras, le solicitaba al Comandante de las fuerzas lusitanas don Diego de Souza, que moviera sus tropas en la frontera para auxiliar en las operaciones militares que pretendía realizar para dominar la insubordinación de los revolucionarios. Con esto buscaba ir arrinconando a “los facciosos” sobre las costas de los ríos Uruguay y de la Plata al entrar simultáneamente, por un grueso ejército, por las fronteras, en especial por Cerro Largo y por el Fuerte de Santa Teresa.
Para lograr esto ordena a todas las Autoridades, Comandancias Militares y vecindarios que faciliten a las tropas portuguesas todo los auxilios que necesiten, aprovisionándolas.
Apremiadas también las tropas comandadas por De Souza a requerimiento del Conde de Linares, para que apuren la entrada en el territorio de la Banda Oriental para evitar que Montevideo caiga en manos de las tropas insurgentes que rodean sus murallas, comienzan a derramarse simultáneamente por territorio oriental, tomando Melo y penetrando también por la frontera norte.
En muchos requerimientos que se realizan a través de la abundante correspondencia, se hace siempre mención a que se apunte a tomar la Capilla Nueva de Mercedes, considerando que la tenían como el origen y foco central de la insurrección de esta Banda, confirmado luego al permanecer el dominio portugués desde este año 1812 hasta 1825, con Cuartel establecido en esta villa entonces, más el protegido Fuerte que habían instalado en el Rincón de las Gallinas, rodeados ambos por muchísimas familias portuguesas ya establecidas como vecinas que a su vez, posteriormente, significaron cabezas de numerosos apellidos que aún hoy permanecen aquí.
Esto nos ha hecho, en lo personal, designar a una gran parte de nuestra ciudad como “el Barrio Portugués”, debido a que en esos sitios se radicaron muchas de esas familias que acompañaban al ejército lusitano. Eso mismo hace que celebremos que los tres diputados por nuestro departamento promuevan la declaración de feriado nacional del día 28 de febrero, pues esa fecha significó la chispa que dio origen a la liberación e independencia de nuestra patria de cualquier otro dominio.