Haremos mención hoy, a la figura de un personaje si se quiere oscuro, pero que tuvo relevancia y fue muy importante en épocas ya lejanas, habiendo vivido en los siglos XVIII y IXX, en Mercedes y sus alrededores, personaje que fuera destacado en obras literarias de dos figuras prominentes en diferentes actividades, cuales fueron el Pbro. Ramón Montero y Brown y el Esc. Eusebio E. Giménez, en sendos libros publicados oportunamente.

    Nos referimos a Doña Felipa Gutiérrez que fue una caracterizada vecina, muy apreciada y querida por todos, sobre la que transcribiremos algunos párrafos que le dedicó el Padre Montero y Brown en su obra “Del Terruño”, en un apartado.

    Dice aquel: “Le pagaban con bendiciones, con algunos rezos y le dejaban algunos reales y también cigarros de hoja, pues era muy fumadora”.

   “Andaba agachadita por los años y en chancletas, viviendo feliz y querida por todos en su rancho de calle San José, sombreado este por una palma, y lleno de santos que se veían desde la calle por la propia puerta, siempre abierta a todos los dolores y a todas las desgracias”.

   “Para doña Felipa no había mayor felicidad que ir, de día o de noche, a visitar a sus enfermos, con el rebozo medio caído a la espalda, aconsejando al de la “puntada  e´ costau”, a el que “devariaba”, a “la que estaba por salir de cuidau” o a  “la que padecía de ahogos”…

   “Iban llegando los enfermos y los que tenían algún “atacau” en la familia”- A todos recibía bien: “Buen día doña Felipa” – “Buenos días nos dé Dios hija”, pasen adelante. Siéntensen…y se sentaban en sillitas de palmas y en bancos sin respaldo. “Mirá hijo, lo que tenés es “la paletilla caida y vas a hacer esto y esto: unos tragos de agua de lluvia  en cuantito aparezcan las barras del día y después te fletás el pecho con este ungüento y te fajás bien durante quince días”.

   “¿Mate?  sí podés tomar, !cómo no¡ y te comés un churrasquito después de las fletaciones”.

   “Mire, decía en otro caso, póngale en las sienes dos  rebanaditas de papa fresca y dele un hervido de este yuyo, porque su hijo tiene una fiebre del demontre. … ¡Las aguas están cargadas!”.

   “Aquï hay cáscara de culën; hágale hervidos y que tome nomás. Es un empacho. Ha comido tierra al gatiar y no la ha gomitau, no ve como está hinchadita la pancita? Al darle tinguiñazos suena como un noque, hija!”.

  “¡Ajá!. El hígado. Vea la borra en las aguas. Por la tarde un té de cogollitos de carqueja, de mañana jugo e´perejil de agua. Me le da media cucharadita en un vaso de agua. La cañada Rivarola e Rubin están llenas, en cualquier lagunitas la halla, hasta la laguna e´Negro; es de tallitos largos y muchas hojitas, … parecido al perejil…Vea… como ésta. Lleve para conocerlo…”

   “Doña Felipa, por favor, que a mi madre le ha dado un ataque al corazón… Mirá m, hija, corré con estos pedazos de tuyubí, hervíselos en la caldera y que tome unos mates con esa agua. Antes, apenitas llegués le das un té con estas hojas de toronjil” -. Muchas gracias doña Felipa y que Dios se lo pague.

   “¿Y Usted todo “envarao”? -  Me he agarrado un “rumatismo bárbaro”, a causa de una mojadura.- “Mire, llévese estas hojas de palán- palán y tome mucho en hervido, es santo remedio!” - Muchas gracias Doña; y que Dios se lo pague. 

   “¿Y vos hija, que andás con la garganta atada?” – Colijo que tengo llagas! – “A ver… a ver - Sí, tenés una llaga como un patacón!- Mirá: hervís de esta yerba e. la piedra y hacés gárgaras tibionas y cuidado con las criaturas que son llagas contagiosas. De cuando en cuando mascás unas hojitas e, llantén y las tirás; después otra y la tirás, tragás el zumo!. No tomes mate y hácete quebrar los agallones tuitas las mañanas, !en ayunas!”  - Muchas gracias y que Dios se lo pague. 

   A uno que entra con antiparras: “¿y Usted?” – Ando con los ojos a la miseria, me supuran – “Hirva como cuatro vasos de agua en una latita limpia y después le hecha de esta cáscara de algarrobo, ¡Poquito1, y se lava, primero una vista y después la otra”. - Gracias y que Dios se lo pague. 

   “¡A ver ese de la tos¡”-  Un mal hombre me acomodó con una bocha, aquí en la islilla. Dijo que le hacía trampa ¡y me acomodó¡-  Estábamos jugando en lo de Pedrone…Me dejó sin resuello. Dende entonces me fatigo mucho y me acosa la tos.

 “Pero ¿usté no es el “apretao” por la granza en la cantera del Cerro?” -  El “mesmo” sí doña Felipa. “Entonces quien sabe quien tiene la culpa e´la tos. Bueno, ¿No conoce la anacaguita?, ¡Santo remedio!,  Tres tecitos por día, de las hojas nó? Livianito nomás”. - Muchas gracias doña Felipa y que Dios se lo pague.

   “¿Flato me dijo?” -  Sí señora, no ve? “Es flato nomás. Bueno, en su calderita después que hirvió se echa unas semillas de apio cimarrón  y la deja enfriar. 

Cuando le venga el flato, tres traguitos… Vea, aquí tiene, lleve”. -  Gracias doña Felipa y que Dios se lo pague.

   “¿Y usté con el pescuezo torcido?” - Hoy amanecí así. “Es un aire bárbaro!  Esta haba átela en un pañuelo. A ver. Así; a que la haba quede sobre la parte dolorida, así.” – Gracias doña Felipa y que Dios se lo pague.

   “Y usté, que hace con esa muchacha amarilla? – Esa muchacha tiene “tiricia” ¿Es su hija?”– Nó, señora, pasó del Entre Ríos- “Ah ¡ Bueno. Extraña la pobrecita. No se halla aquí! ¿Le ha dau alguna medicina? ”. – No señora, pero ya pusimos colgada en la cocina la cáscara de un guevo. –Nos dijo una vecina, hagan así y así; y en cuantito la cáscara se ponga amarilla, ya se curó la enferma. Y se puso amarilla y no se curó. ¿La vé’?. – “Claro. Déjese de cáscaras: Esas son aguerías”. “¿ De donde es?” – De Sandú Chico. “Hágale a la muchacha unas tacitas con hojas de fumaria morada…Tome, aquí tiene”. - ¡Cuánto es?- “Nada m´hija por Dios”- Bueno, Gracias doña Felipa y que Dios se lo pague- Pál primero de mayo le vamos a trair algún regalito.

   “¿Y usté mujer, porqué tan tristona?”- Mi marido se ha “dao” a la bebida, ¿sabe? Y se gasta los vintenes en la pulpería…¡En casa no se puede con él. Le dí en un vaso e¨ vino un guevo de lechuza batido, a riesgo de que enloquezca, el pobre…y pior! – “Mire, hija: eso no tiene remedio”.

L, único es sacarle una fotografía cuando esté borracho, pa¨ que se vea la figura después. Y trate de llevarla a la Misión. Ahura hay Misión en la Iglesia ¡sabe? Porque si no lo cura Dios no lo cura nadie… ¡Me entiende?...” – Me lo llevo aunque sea a la cincha… ¡Sí Señora!. ¡Por esta cruz!- “No jure, hija por Dios!”- Gracias doña Felipa y que Dios se lo pague.

    Y siguen los enfermos y así todos los días.- Y así era la vida de doña Felipa, quien siendo niña vió a los vecinos que se iban juntando en el rancho de sus padres, simulando una reunión para bailar, en los pagos de Asencio, de donde salieron al día siguiente, 28 de febrero de 1811 rumbo a Mercedes, en el inicio de la revolución.

   Vivió más de 100 años y su sabiduría manejando sus emplastos, yuyos, recetas trasmitidas por sus ancestros, hizo que muchas veces fuera consultada por los propios médicos, escasos entonces, que ejercían en estos parajes, entre ellos el mismo Serafín Rivas Rodríguez, según noticias de entonces.

OTRAS NOTICIAS Y ANECDOTAS.- Quienes ejercían el curanderismo siempre fueron noticias y así encontramos en aquellas épocas estas menciones: En el Progreso- año 1917- Por falta de jurados no pudo verse antes de ayer (18 de octubre) el juicio público en la causa seguida a Nicasia Ramos acusada de ejercicio ilegal de la medicina. Según el sumario causó la muerte de dos mujeres, Catalina Rebagliatti de Bianchi y Laura Birriel de da Rocha, a las que sometió a una intervención quirúrgica creyendo que se trataba de dos casos de embarazo. Se han solicitado 6 años de cárcel para la prevenida. La audiencia será en breve en la Capital.

En mismo diario el 5 de marzo de 1918 se indica que murió de 127 años una morena curandera, dándose noticias de la misma.

Otras fueron acusadas por los mismos médicos que veían la competencia que le producían consultándolas; es el caso de la luego famosa  y reconocida Celestina Conde, publicándose en el diario El Progreso del 6 de diciembre de 1918 esta noticia: “en el tren de mañana será conducida a la Colonia, Celestina Conde, por ejercicio ilegal de la medicina”. Dice: “Se había instalado en Drabble, donde oficiaba de adivina, sacando dinero a los incautos, teniendo ya pedido de captura desde Colonia”. 

En el periódico “La Cruzada” del 5 e setiembre de 1889 se anuncia que :”el día 4 del corriente como a las dos de la tarde se presentó a la Comisaría de esta ciudad el moreno Luna, peón de la Barraca de los Sres. Braceras, dando cuenta de haber encontrado un cadáver en la Cañada conocida como “de Sampayo”, El Sr. Comisario, acompañado del Tte. Alcalde Sr. Muape y de varios vecinos se trasladó al paraje en que se hallaba el muerto resultando ser el que en vida se llamó Juan Laborio. Este ha perecido ahogado y se supone que al ir a pasar la cañada iba en completo estado de embriaguez Ayer se procedió a darle sepultura en el cementerio de esta ciudad. Laborio ejercía la profesión de curandero y aún después de muerto se le encontraron dos o tres libros viejos en su poder. Es toda la herencia que deja”.

Hay muchas más referencias a casos como estos en la prensa de todas las épocas.