El siglo XX fue pródigo en adelantos en lo que se refiere a la comunicación; mientras que el fin del siglo anterior (el XIX) lo fue en lo que se refiere a lograr el dominio de las ondas etéreas en general, el siguiente lo fue en cuanto al dominio de las distancias tanto terrestres como aéreas.
Pensemos que en sólo poco más de 10 años, nuestro departamento conoció el tren, los primeros automóviles y también los frágiles aviones. Todo esto significó un cambio profundo en nuestro modo de vivir, en acceder a comodidades impensadas poco tiempo antes y en encarar la vida con otro ímpetu y aprovechamiento del tiempo.
Terminando el año 1907, específicamente el 25 de diciembre de dicho año, el recordado Aarón de Anchorena utilizando un globo aerostático conocido como «Pampero» que había traído desde Francia, acompañado por Jorge Newbery (otro dominador de la fuerza de gravedad), realizaron el primer vuelo en globo, cruzando el Río de la Plata desde el predio de la Sociedad Sportiva Argentina hasta Uruguay, descendiendo en el departamento de Colonia, en la zona de San Juan, lo que se constituyó en el primer cruce del “ancho río como mar”, constituyéndose en una aventura y en un record en esos tiempos.
Esos dos personajes constituyeron el puntapié inicial del asombro que despertaron en la juventud de entonces, jóvenes que inmediatamente quisieron emular en muchos casos a estos dos intrépidos argonautas, a quienes admiraban y envidiaban por lo logrado.
La aviación recién comenzaba a desarrollarse, siendo varios los audaces primeros pilotos que se animaron a subir a las carlingas de las frágiles aeronaves en Europa, sucediéndose también distintos accidentes que ocasionaron numerosas pérdidas de vidas entre los jóvenes y atrevidos pilotos.(1).
Sin duda que esa proeza que dejamos reseñada en el tercer párrafo de esta nota, fue el punto inicial que despertó en nuestro coterráneo Ricardo Detomasi Martegani, la perenne idea de imitarlos, por lo que, siendo muy joven se dedicó a adquirir los conocimientos necesarios para lograr dominar aquellas pequeñas, livianas y frágiles naves aéreas, logrando admirar desde lo alto las bellezas que la naturaleza nos brinda, dominando un espectáculo que no nos es habitual al resto de los mortales que vivimos a nivel del suelo.
Es así que a poco de obtener la edad adecuada, se decide a cruzar hacia la República Argentina, inscribiéndose en la Escuela de Aviación de San Fernando que dirigía Marcel Paillette, adquiriendo allí los conocimientos necesarios para poder, poco después, tripular y manejar una aeronave, logrando incluso sobresalir en el dominio de los rudimentos y secretos necesarios y destacarse obteniendo el brevet No. 43 de aquella escuela el 28 de mayo de 1914, sorprendiendo a todos al manifestar entonces que pensaba dedicarse a la acrobacia.
También influyó en Detomasi el hecho de que el 16 de diciembre de 1910, el aviador italiano Bartolomé Cattáneo realiza el primer vuelo en avión, cruzando el Río de la Plata entre Buenos Aires y Colonia, descendiendo en la estancia de Anchorena. (Sin embargo en una nota en la Revista Histórica No. 7- 8 se dice que fue el 26 de febrero de 1911 ese vuelo).
Cattáneo, aprovechando su habilidad como piloto pronto se dedica a impresionar a los orientales que tuercen sus cuellos hacia el horizonte tratando de distinguir a lo lejos la proximidad del “Bleriot” del italiano, que se presenta en varios departamentos (Salto- Paysandú- San José y Montevideo) demostrando su dominio sobre esa máquina voladora.
También utiliza su fama para ofrecerse como mensajero del correo oficial, transportando la correspondencia de una manera más ágil, entre distintos puntos del país, logrando así incrementar sus ingresos sumados a los obtenidos en sus festivales. Recordemos que hasta entonces la correspondía llegaba a través de los navíos o por las diligencias con varios días de retraso.
Finalmente Cattáneo se presentó ante el público mercedario en el Hipódromo actual, adonde llegó el 3 de setiembre de 1912 a las 4 de la tarde, estando abarrotado todo el contorno del lugar, divisándose a esa hora a lo lejos un pequeño punto a gran distancia el que pronto comenzó a crecer, permitiendo poco después apreciar la llegada del primer hombre volador piloteando ese frágil avión, realizando un perfecto aterrizaje en la pista de carreras.
Posteriormente realizó el italiano maniobras arriesgadísimas (según se menciona en la prensa de la época) ascendiendo por tres veces y también realizando algunos vuelos con pasajeros atrevidos, uno de los cuales pudo haber sido el propio Detomasi, adolescente aún. Serían estos vuelos los que hoy se denominan “de bautismo”. (2)
Poco después de obtener su autorización de piloto, nuestro coterráneo Ricardo Detomasi fue designado en aquella escuela argentina como instructor de vuelo, al quedar vacante ese cargo.
Su pasión la constituía el realizar arriesgadas maniobras con el aeroplano, denominadas “loopings”, consistentes en practicar tirabuzones desde gran altura, girando en descenso y elevándose cercano al piso, raudamente despertando así la admiración del público.
En una de esas circunstancias, el 20 de junio de 1915, realizándose un festival aeronáutico en San José, mientras sorprendía al público realizando esas proezas, cedió una de las alas del avión “Bleriot” que utilizaba, estrellándose contra el suelo y falleciendo poco después en el Hospital de aquella ciudad donde era atendido.(3)
Siendo integrante de una familia tradicional de Mercedes, el sentimiento de pesar que significó y dejó su muerte, se reflejó en la enorme cantidad de admiradores y amigos que se trasladaron desde Montevideo y San José hacia nuestra ciudad en ocasión de procederse a su entierro en el cementerio local, corriendo dos trenes especiales desde aquellas ciudades, repletos de admiradores y amigos del primer mártir de la aviación civil uruguaya.
Su cuerpo fue depositado en la tumba de la familia Richardson, ubicada al comienzo de la fila de panteones sobre la derecha de la portada de entrada. Años después se levantó en la necrópolis un panteón de la familia Detomasi a donde se transportaron sus restos.(4)
Mientras que en San José se levantó asimismo un monumento a su memoria, en el propio lugar donde cayera desplomado desde lo alto, monumento que muestra una poderosa águila que luce un ala quebrada, en su ciudad natal se designó al Aeródromo con su nombre, estando actualmente significando casi el punto final de un recorrido terrestre desde la planta urbana, el que conjunta asimismo los nombres de otros dos destacados aviadores mercedarios de diferentes momentos, como lo fueron Luis Tuya y Julio Gil Méndez.(5) y (6).
Notas: 1 – En los inicios de la aviación, según notician los diarios de la época, eran numerosas las víctimas que caían al desplomarse aquellas frágiles estructuras.
2 – Como se acostumbra posar en parques y lugares famosos, se reproduce aquí una pintura con espacios para los cuerpos y rostros de los fotografiados.
3 – Su agonía fue de unas pocas horas, detallándose en la prensa sus últimos instantes de vida.
4 – Al trasladarse sus restos se ubicaron también en el nuevo panteón las placas recordatorias.
5 – Luis Tuya participó en la guerra contra del Chaco en filas guaraníes y luego en el ejercito republicano español, falleciendo en combate.
6 – Julio Gil Méndez lo hizo en la 2ª. Guerra Mundial en filas de los aliados, herido y luego condecorado por su actuación.
(Datos tomados de Revistas del Centro Histórico y Geográfico de Soriano Nos. 7 – 8 y 29-30 en escritos del Prof. Eduardo Galagorri) –
