Es indudable que para analizar el estado de algo, los resultados obtenidos, o los logros de determinadas estrategias, deberíamos intentar hacer un análisis objetivo per se, pero indefectiblemente siempre hay que buscar parámetros contra que comparar aquello que estamos pretendiendo medir o evaluar.
Aunque no siempre debería ser así, el contexto de eso que queremos medir influye mucho más de lo que debería ser, por ejemplo en la educación, un alumno que es promovido con un 10, no siempre es una calificación objetiva, sino que termina siendo un 10 en relación a los rendimientos del resto del grupo, quizá en otro ámbito escolar, en otra región del mundo, o incluso en otra época, en realidad es probable que su nivel no merezca más que una nota de no promoción.
Cuando miramos lo que pasa en el mundo, y en particular en el entorno cercano a nuestro país, se destaca Argentina de donde han surgido las últimas noticias, nos surge espontáneamente, de forma casi natural y lógica, contentarnos con nuestra situación y nos regocijamos pensando que estamos bien, y no es para menos. Aunque esa afirmación es sin dudas muy discutible, porque siempre es “bien” en comparación a algo, lo que no admite discusión es que por suerte, por méritos propios, o gracias a Dios, o lo que fuere, no estamos como ellos. De cierta forma aplica aquella frase popular auto indulgente, “siempre se puede estar peor”.
Ya en la campaña previa a las elecciones (las PASO), nos asombrábamos con espectáculos que serían impensables en nuestra idiosincrasia, desde discursos cuasi anárquicos, a jóvenes candidatas mostrando sus atributos vistos desde atrás con el Parlamento de fondo, en fin, estamos acostumbrados a que nuestros vecinos redoblen la apuesta, la Argentinidad al palo!!, decía la Bersuit. Debemos reconocer que desde éste lado y visto de afuera, hasta nos entretenemos con sus peculiaridades y excentricidades.
Argentina es un país fantástico desde todo punto de vista, con recursos naturales, con todos los climas, con personas con capacidades intelectuales y culturales asombrosas, científicos premios Nobel, con una capacidad de emprendedurismo envidiable de la que infinidad de veces nos hemos beneficiado cuando cruzan el charco.
Sin embargo, el estado general de Argentina no deja de asombrarnos, lamentable en todo sentido, político, económico y social, casi 50 % de pobreza y subiendo, la gran mayoría de los niños nacen en la pobreza, una inflación galopante (solo atrás de Venezuela en LA), más de 100 mil muertos por la Pandemia, política errante de vacunación con escándalos de por medio, la economía por el piso, casi 10 millones de informales, en fin, un panorama sombrío, penoso, muchos afirman que el peor de la historia. Y de forma empírica ha quedado probado que no es problema exclusivamente de color político, hubo alternancia entre derecha e izquierda y todo sigue barranca abajo y sin ver el fondo aún.
El golpe de las urnas al actual gobierno, que aún se pensaba popular, fue tremendo, “algo hicimos mal” dijo el presidente, pues visto el estado actual del país y la votación reciente, más bien parece ser que casi todo hicieron mal. Inmediatamente Cristina K salió a desmarcarse, en una movida política que no por vil, deja de ser esperable y coherente consigo misma, no solo dejándolo solo, sino diciendo que ella lo puso allí, y que él no ha estado a la altura, entre otras cosas, preocupándose por el déficit en lugar de repartir (lo que no hay) como ella le había recomendado. El populismo barato en su máxima expresión, cosa que lamentablemente también hemos escuchado varias veces por estas tierras, y si bien aquí también recientemente hemos tenido algún problemita con algún vicepresidente, pero lejísimo de tamaña actitud miserable.
Conversando con argentinos conocidos y algunos colegas, uno se da cuenta que el problema es muy grande, es estructural y no depende de la coyuntura de la Pandemia, los ha invadido la desazón y la desesperanza, cosas que no son comunes en la personalidad de nuestros vecinos, sino todo lo contrario.
Comparando ese panorama apocalíptico con nuestro país, no nos queda otra que ser condescendientes con nosotros mismos, con la Pandemia controlada, y aunque la nafta esté por las nubes, cada tanto algún político se salga de tono y se mande alguna, la economía recién para el año que viene llegaría al nivel pre pandemia, al empleo le cuesta recuperarse, las grandes reformas como la de la educación y la jubilatoria siguen en veremos, pero que bien que estamos!!
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