Es conocido que todas las novedades son pronto adquiridas como propias por la mayoría de las sociedades; sucede y ha sucedido siempre.

Tal lo que aconteció con determinada moda, trasladada desde el viejo mundo y que pronto se instaló en nuestro medio como una gran novedad; nos referimos a la utilización de la Hidroterapia para solucionar, mejorar o terminar con cualquier tipo de enfermedad, de la especie que fuere.

Por fines de la década del 1850 se conoció un descubrimiento o investigación que realizara con éxito Vicente Priessnitz  años antes, referidos a la utilización de aquel medio a través del uso del agua en sus diversas formas, para atacar fiebres, contagios, enfermedades de todo tipo, sin la concurrencia de los galenos, que en aquellos tiempos escaseaban. 

Es así que encontramos publicado en el diario local “El Amigo del Pueblo” un aviso que establece lo siguiente: “INSTITUTO SANITARIO HIDROTERAPICO”- Mercedes (R.O.) – “Establecimiento montado a la altura de los primeros; cuenta con todos los aparatos apropiados para el tratamiento de cualquier enfermedad, desde la enfermedad más inveterada y revelde, hasta el más simple resfriado- desde la Sífiles más declarada hasta los dolores reumáticos o neurálgicos más porfiados y tenaces”.

“Se trata con ESPECIALIDAD las enfermedades de las Señoras. Menstruaciones difíciles y suprimidas, flux blanco o fores blancas y todas las enfermedades nerviosas”.

“Inhalaciones de aire comprimido, para las enfermedades asmáticas ó del pecho- aplicaciones eléctricas, etc. etc.”

“Todos los enfermos y los bañistas, encontrarán en este establecimiento las comodidades necesarias para el hospedaje en general, con o sin asistencia médica. Precios sumamente baratos.” (sic)

[Este aviso está publicado en aquel diario el día 21 de setiembre de 1886 y para llamar más aún la atención, se encuentra establecido en forma vertical con respecto al resto de los avisos de la página, cosa común en esa época]. 

Notamos que no establece dirección ni otro dato, pero en otro lugar del mismo diario, encontramos otro aviso colocado en forma normal, siguiendo la orientación de todos los demás y dice así: “FRANCISCO C. MOREIRA- Profesor de Hidroterapia.- Hace todas las aplicaciones a domicilio, que las enfermedades requieran en la curación por medio del agua: abluciones- frotaciones- sudores de envoltura, seca y húmeda- aplica los bendajes bajo las reglas fijas y precisas de la ciencia.- Administra también a domicilio, sudores a vapor, ya sean simples o medicinales.” Domicilio: calle 18 de Julio número 13- Instituto S. Hidroterápico.” (sic) 

La dirección indicada era a pocos metros del río Negro, de donde se obtenía fácilmente el material necesario para sus prácticas curativas, teniendo el agua tan cerca, llamando la atención la mención de la aplicación de la electricidad cuando recién en 1896 se había instalado ese tipo de energía en el medio.

Hemos visto ya la adopción y aplicación en distintos lugares, ya en esos años, de este tipo de utilización del agua en la curación de enfermedades y dentro de nuestra ciudad, lo encontramos así en “la Sociedad Balnearia” o “Casa de Baños”, en el Hotel “de Las Naciones” y en algún otro emprendimiento.

Para ampliar algunos conceptos de estos usos del agua en sus distintas aplicaciones, remitimos a nuestros lectores a consultar la nota número 4 de esta serie, denominada “Las aguas del Río Negro – Saludables ¿?” 

Y HABLANDO DE AGUA – Debemos ubicarnos en el año 1916 y antes también pues la utilización del líquido elemento provenía  principalmente del propio río y de la diversidad de pozos de aguas subterráneas distribuidos en muchos terrenos de la ciudad

Comenzaremos entonces por 1903 cuando la Empresa “Compte y Preve Hnos.” que había instalado la primera Usina eléctrica en la zona, plantea ahora al Consejo de Administración, el instalar aguas corrientes para Mercedes, basándose en que los pozos negros se construyen en malas condiciones y muy próximos a los aljibes. 

Para dar más énfasis a su pedido, aportan el testimonio de un conocido, el que dice que en las tres casas en que habitó, resultó que el agua de los aljibes, una vez analizada, no debía usarse ni aún hervida, conteniendo varias colonias de microbios peligrosos, entre ello el Cloro, pudiendo trasmitir tifus y otras enfermedades.

Plantean entonces instalar la cantidad de 15  surtidores en distintas esquinas de la ciudad, determinando los lugares en que irían colocados, detallando entre ellos los que irían en la zona de la Plaza Funes y en el Hospital de Caridad como sitios más destacados  y distribuido el resto de esos 15 en los distintos barrios. 

Cobrarían impuesto económico a los propietarios u ocupantes de las casas ubicadas dentro de los 200 metros de cada surtidor y el agua se extraería del Río Negro, pero a la altura de la calle Laureles de entonces (Lavalleja hoy), la que decantada durante 48 horas en depósitos adecuados quedaría libre de impurezas.

Apoyan su idea en que los vecinos se ven obligados a comprarla a los aguateros que les traen agua detestable, obtenida en paraje que tiene desperdicios arrojados y además es  conducida en viejos barriles o pipas en muy mal estado de higiene, mientras que la gente pudiente, con más recursos, traen el agua desde el manantial del otro lado del río.

Denotan aquí un criterio de igualdad entre las clases de la ciudad, lo que les da más respaldo a su solicitud.

Es tradición que anunciaban su recorrido haciendo sonar una campana para que los interesados aportaran sus baldes o damajuanas para su llenado.

El sonido onomatopéyico del “Taram-tamtam” hizo que con ese apelativo se reconociera durante mucho tiempo al más popular aguatero de entonces, luego don Juan Hounié, quien con ese fatigoso oficio inició su posterior buen pasar.

Recordemos que recién en 1919 se comenzó a utilizar la red de saneamiento, con los ramales, escasos al comienzo, para la distribución hogareña del agua corriente, por lo que encontrábamos en los periódicos de entonces distintas menciones a problemas o circunstancias que se planteaban con la utilización del agua del Río Negro.

Encontramos así que la Junta Económica Administrativa pone en vigor, comunicándolo a la Jefatura para que tome las medidas pertinentes, la prohibición de extraer agua del Río Negro a los aguateros, desde el lugar donde lo hacían, que era junto al Muelle Comercio, debiendo efectuarlo, desde esa disposición, en la parte Este de la ciudad, entre la calle Brequeló (Varela hoy) y el paraje conocido por la Curtiembre.

Coincidente con lo anterior en fechas 9 de agosto y 23 de setiembre de aquel año 1916, en el diario "El Progreso" se comentaba que: “Llamamos la atención que el agua que reparten los aguateros (la que extraían del tanque implantado por Antonio Basté para proveer a su hotel y vender para su reparto en la población), se encuentra en pésimas condiciones” y agregaban: “Parece que el agua que sacan del tanque la expenden sin haberla previamente filtrado”

Se referían sin duda a la que distribuían los aguateros en las distintas fincas de la ciudad.

Mientras tanto, la Empresa Ulen (Ulen Contracting Company) seguía con los trabajos de extensión de las cañerías para la instalación del agua corriente y del saneamiento, destacándose en el diario “El Progreso” del 4 de abril de 1918 que se habilitaban en ese día al público “los Surtidores”, instalados en varias esquinas de la ciudad, para facilitar a la población el acceso al agua potable. 

Se establecía también que la Oficina encargada de reclamos o quejas por ese sistema, estaría instalada desde ese día en la Intendencia.

Estos surtidores al comienzo fueron cortas y simples columnas rectangulares de hormigón sosteniendo un delgado caño coronado por una triste canilla, los que duraron durante cierto tiempo mientras no eran vandalizados por los  muchachos dañinos.

Se instalaron los mismos en distintas esquinas de barrios estratégicos, en general alejados del río, para que los vecinos tuvieran acceso al agua de una manera más cómoda. Hasta no hace mucho tiempo, no más de 40 años, subsistían en algunas zonas que no contaban con el suministro por cañerías.