Es por todos conocido que elegido el lugar donde proyectó el Cura Manuel Antonio de Castro y Careaga levantar un templo que sirviera de Ayuda al ubicado en Santo Domingo Soriano del cual era su titular, se comenzó a delinear lentamente un poblado, tomándose las precauciones necesarias para que ese sitio elegido se destacara de las futuras construcciones que fueran levantando los vecinos que se arrimaran a ese lugar.

   En consecuencia, elegido el sitio en una elevación apropiada, se proyectó y se señaló toda una manzana para ese destino, adecuándose las medidas de ella a lo que establecían las leyes de Indias para la erección de templos y poblados, respetándose espacios para las calles que limitarían el lugar y buscando, lo que también estaba establecido en aquellas disposiciones, cierta altitud para usufructuar los vientos más beneficiosos para la salud y la vida urbana. 

   Recordemos que los comienzos de la población fue en los años 1788 y siguientes y que junto al costado oeste del templo ya levantado, se estableció el primer cementerio que tuvo la Capilla Nueva. Este ocupaba una extensión apreciable desde la esquina que forman las calles citadas en el título de esta nota (nombre actual de dichas calles), junto al Templo y cuyo espacio fue utilizado con ese fin durante varios años (unos 40 años aproximadamente).

   En 1829 se procedió a fraccionar toda la manzana que ocupaba la Capilla, muy concurrida por el vecindario que se había aglutinado en su derredor, visitada también por estancieros y peonada que se desempeñaban en estancias del otro lado del Río Negro y en la dilatada extensión hacia el este del poblado, y se remataron entonces los diez terrenos resultantes que se mensuraran, procediéndose poco después a ir retirando los restos de los cuerpos que ocupaban las distintas fosas y sepulcros que se habían utilizado en aquel campo santo.

   Esta medida se debió a la necesidad de ir construyendo en los lugares establecidos, distintas edificaciones por quienes habían adquirido esos sitios.

   La mayor parte de los terrenos que nos interesan fueron adquiridos por José Antonio Fernández Braga y por Juan Bautista Reboul, siendo posteriormente traspasados a otros viejos vecinos a través del tiempo.

   Finalmente y luego de ser utilizada la propia esquina referida como una de las primeras escuelas públicas, escasamente concurrida y atendida por los distintos curas que fueron sucediéndose en la titularidad del templo, fue adquirida por Magín Rivas por 1880, siendo éste un español que edificó allí su domicilio y estableció un comercio que fue muy reconocido posteriormente. (conocido como “El Toro” ó “del Toro”).

   Casi un centenar de años fue propiedad de las distintas generaciones de esa familia esa esquina, hasta que en la década de 1970 se vendió ese terreno que medía  22 varas por 26,10 varas  para la construcción de un edificio de 10 pisos, demoliéndose la edificación anterior que tenía 3 habitaciones sobre la calle entonces denominada Alzaga y luego llamada Florida, con balcones de mármol junto a la entrada principal a la casa y luego otra pieza con dos vidrieras que se utilizaba como comercio con entrada en su misma esquina, complementada la construcción con otra pieza más sobre la calle de Las Artes, llamada luego y hasta ahora como Colón. 

En su interior y rodeando un extenso patio, propio y habitual de esa época, contenía también otras tres habitaciones, siendo todas ellas de material y techo de azotea.   

Don Magín Rivas regenteó durante muchos años un local de Cigarrería, librería y papelería, lugar que se constituyó en un animado comercio, donde durante todas las tardecitas se reunían los más conocidos personajes de la ciudad para enterarse de las novedades a través de las  noticias de los diferentes periódicos que ya entonces circulaban y que se vendían también allí. 

Asimismo, había establecido allí la Agencia del Correo Terrestre, atendiendo la mayoría de las líneas de Diligencias que recorrían el departamento como las que iban  al Duraznito, a Dolores, a Paso de Lugo y la Laguna y también a San José y a Fray Bentos, siendo el movimiento de viajeros que partían o llegaban a ese lugar muy intenso y transformado en el punto más concurrido de la ciudad.

Es de imaginarse en las tardes de verano, con el sol cayendo a pleno, la tierra que se levantarían de las polvorientas calles de la época, en sitio tan concurrido con el movimiento de esos carruajes y el trajinar de los caballos uncidos en cada uno de los mismos. 

Era un sitio, entre otros, donde generalmente se exhibían al frente de  sus vitrinas las esquelas mortuorias de quienes habían fallecido en las últimas horas, lo que era  costumbre de la época, siendo un vínculo de comunicación también. 

Fallecido don Magín, fueron varios los comerciantes que se fueron sucediendo en el local establecido en ese lugar, recordando entre otros a los hermanos Telesca con el mismo ramo explotado por Rivas y también con otros materiales más modernos, pero ya abandonado el servicio de diligencias.

Recordemos que Roque y  Nicolás Telesca desempeñaron durante muchos años su actividad como fotógrafos, reproduciendo en sus tomas innumerables vistas de lugares del departamento, realizando asimismo exitosas exposiciones en varios lugares del País.

Sin embargo el resto de la edificación era siempre ocupada por descendientes de la familia Rivas, habiendo sufrido algunos cambios en su estructura.

Posteriormente Edmundo Ferrúa se instaló allí luego con diferentes emprendimientos, sastrería, tienda de ropas e incluso como director de la Revista Lares y también luego Ricci & Cía. con implementos eléctricos y otras novedades ulitizó ese local de la propia esquina.

Como decíamos, en la década de 1970 se vendió la propiedad para la construcción de aquel proyecto indebido, por no estar permitido hasta entonces la realización de un edificio de esa altura alrededor de la plaza, demorándose la obra durante cierto tiempo por distintas circunstancias y quedando el sitio como uno de los lugares baldíos que afeaban el entorno del punto más central de la ciudad y transformado luego el edificio levantado, en la crítica habitual de quienes visitan Mercedes o de sus propios habitantes por afear y empequeñecer la vista de la actual Catedral, considerada Monumento Histórico Nacional, con la que casi se recuesta, según se comentara en pasados años, temiéndose su desestabilización.

Nótese en la foto última que hubo que retirar de la figura cercana al edificio, la trompeta que lucía, ya que rozaba la línea edificada.

En consecuencia desde los inicios sirviendo como cementerio, sin construcciones y controvertida la construcción de éste edificio últimamente, fue un solar que transitó esas vicisitudes. 

Actualmente alberga sobre su superficie a la torre conocida como “Edificio Plaza”  con altura de 10 pisos frente a la Plaza Independencia.