Los seres humanos del mundo entero estamos viviendo algo que para nosotros es totalmente nuevo, una pandemia a nivel global que está poniendo todo patas para arriba. La última pandemia fue a principios del siglo pasado, se conoció como la gripe española, mató millones de personas y fue especialmente mortal en niños (al menos ésta vez no lo es), lógicamente era otro mundo, con menor interrelación entre las personas y con desarrollo primitivo de la Infectología. Sin embargo, claramente el planeta no estaba preparado, existen planes de contingencia para una guerra atómica, pero nada de ello para la aparición de un agente infeccioso microscópico que está generando catástrofes sociales a nivel global.
Hace poco más de 3 meses escuchábamos hablar de un raro Virus originado en China, lo veíamos muy lejano y con apatía, si bien cuando escuchamos que China ponía en cuarentena una ciudad de 11 millones de habitantes debimos empezar a preocuparnos, más todavía cuando construyen en tiempo récord un hospital para 10 mil pacientes, era evidente que era muy grave, nos resistimos a verlo, aún hoy, con el Virus entre nosotros, nos cuesta tomar conciencia real de la amenaza.
Cuando llegó a Italia, luego a España, y al resto de Europa, ya era seguro pronto estaría acá, ni hablar cuando aparecieron los primeros casos en Argentina y Brasil, ya hemos superado los 200 casos, el efecto “Carmela” fue preponderante por cierto, lamentablemente.
Leía a un colega argentino que estuvo a principios de marzo en España, y titula su artículo “Vengo del Futuro”, relata cómo comenzó todo en Madrid y la forma en que cómo nos costó verla venir, come decimos coloquialmente. Se los recomiendo y pego el link al pie del artículo.
No voy a entrar a opinar al respecto de si Uruguay hizo o no lo que debía, no soy quién para hacerlo, y cada uno tendrá su parecer, pero debemos reconocer que es algo muy complicado, nuevo, cambiante día a día, y que cada país tiene características propias que inciden en la viabilidad de las medidas a tomar. Lo que sí debemos reconocer, que en el acierto o en el error, el nuevo gobierno rápidamente tomó cartas en el asunto, aquí ya no es viable evitar la crisis, la estrategia debe ser la de “reducción de daños”. Es duro pero hay que reconocer que habrá una crisis muy importante en el sistema de salud, y ya la está habiendo en la economía y será peor, bastante peor, porque a nivel macroeconómico aún estábamos en un delicado equilibrio, pero un vientito nos podía voltear, y se vino el huracán.
En Italia después de casi 2 semanas de cuarentena estricta, recién el domingo lograron reducir en algo la cantidad de muertos que llegó a casi 800 personas en 24 hs., España en una situación similar y con el sistema de salud totalmente colapsado. Nada hace pensar que en Sudamérica la situación vaya a ser mejor, si bien es cierto tuvimos el diario del lunes para poder prepararnos, somos países sub desarrollados con sistemas de salud que están lejos de los países europeos, para colmo tenemos la misma costumbre de juntarnos con mucha interacción social, y particularmente en Uruguay tenemos una población muy envejecida, las principales víctimas del COVID19.
Hablando específicamente de economía que es donde entiendo un poco más, si bien la crisis primera es de salud, el mundo ha debido parar, la maquinaria de la economía debió frenar porque en caso contrario el Virus haría devastaciones en las sociedades, entonces una recesión mundial es casi inevitable a estas alturas, dependerá de cuánto dure el parate y la rapidez en hacer andar esa maquinaria nuevamente.
En cuanto a la afectación en la economía podríamos decir que es comparable a la salud, en el sentido que el Virus te afectará más o menos dependiendo del estado de tus defensas, de tus fortalezas o debilidades. Y también lógicamente en este sentido, a este lado del mundo nos agarra peor parados, con economías que tuvieron un empuje muy grande a principio de siglo pero que desde hace algunos años los problemas de fondo se han evidenciado, lo sucedido en Chile, recesión económica en Argentina, o con estancamiento como en el Uruguay.
En nuestro país el costo de vida es indudablemente alto, la gran mayoría de la población debe hacer malabares para llegar a fin de mes, muchos miles para llegar a tener algo para cenar antes de acostarse, hay más de 400 mil trabajadores informales, hay más de 2 mil personas que viven en la calle, récord de cantidad de asentamientos, pero por otro lado desde el 2002 se ha construido un entramado en las políticas sociales extendido y diverso, que debería permitirnos llegar a auxiliar a los más afectados, el Fonasa no asegura cobertura de calidad pero al menos llega a la mayoría, el Mides con sus ineficacias manifiestas, al menos existe y tiene potencial para ser una herramienta fundamental para socorrer las urgencias y llegar a los más asfixiados. El problema es cuánto dure la crisis, por un tema muy sencillo, el gobierno no tiene margen, no hay de dónde sacar, el déficit del 5% (que se proponían a atacar rápidamente lo que no podrá hacerse), hace que endeudarse sea complicado, además la menor actividad lógicamente implicará menor recaudación (ya se sentirá en este mismo mes), sumado al aumento exponencial en las erogaciones por seguro de paro (150 % de aumento en menos de un mes), entre otras, pintan un panorama complicadísimo.
Si bien la pobreza se había reducido a menos del 10 %, un informe de las Naciones Unidas del año pasado ya advertía que había un 30 % de la población que estaba en el filo estadístico de caer en la pobreza, población vulnerable le llaman, y ya comenté el huracán que se nos vino de golpe así que sobran los pronósticos.
Es muy sencillo tirar “medidas salvadoras” al boleo, que no cobren las tarifas públicas, que no cobren impuestos, que cuarentena total, etc. etc., pero se debe calcular el costo y el financiamiento, en definitiva la viabilidad de tomar tal o cual medida, no hay medidas mágicas, especialmente se deben considerar los efectos de largo plazo, porque hay que pensar en el día después para encender la maquinaria apagada, pero para ello no podemos quedar tan hundidos que nos sea imposible reflotar rápidamente.
El hecho de que sea un problema mundial nos favorece por un lado, porque se supone habrá flexibilidad y disposición de los Organismos Multilaterales de Crédito a brindar ayudas, pero por otro lado los países más ricos también serán afectados y ellos mismos necesitarán fondos para paliar sus propias crisis, Alemania está pensando en aceptar tener déficit fiscal este año, en España e Italia el ingreso por el turismo representa más del 12 % y pasará a cero, para que nos hagamos una idea.
El 2020 lamentablemente será un año que quedará en el recuerdo, el sistema político uruguayo y las organizaciones sociales han demostrado madurez y seriedad, (exceptuando alguna medida atropellada y desatinada del Pit Cnt), esperemos que quienes lideran acierten en sus decisiones, el personal de salud se está preparando, a nosotros nos queda intentar cuidarnos entre todos, depende de decisiones individuales que repercuten en lo grupal, agazaparse ayudando al de al lado, y dejar pasar el huracán, que seguro pasará.
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