Desde hace ya bastante tiempo escuchamos hablar un día sí y otro también, que el Déficit Fiscal es un problema muy relevante de la economía nacional.
La salud del bolsillo para los uruguayos ha sido casi siempre un tema de preocupación, superado por la inseguridad desde hace un tiempo, pero siempre la economía está entre los principales desvelos de todos nosotros.
Los candidatos a presidente son muy conscientes de ello por lo tanto en estos tiempos es un tema aún más recurrente, y siempre forma parte de sus discursos para atraer simpatizantes.
El déficit fiscal de las cuentas públicas hablando en términos coloquiales, es que el país gasta más de lo que le ingresa año a año, basta pensar lo que pasaría en nuestras familias si mes a mes tuviéramos déficit, la podremos estirar un tiempo, podremos tomar préstamos para cubrir los gastos, pero si la situación no cambia las cuotas de esos préstamos y los intereses que pagaremos nos terminarán por complicar.
Por cierto que un país tiene un margen de maniobra mayor que una familia incluso que una empresa, pero en el mediano y largo plazo el razonamiento es válido y las consecuencias negativas se terminarán dando.
Uruguay paga hoy más de 2 mil millones de dólares al año de intereses de deuda, esto es casi 2 veces y media el costo del tren UPM de Montevideo a Durazno que tanto se está discutiendo por estos días; ó construir más de 20 Antel Arena por año, la dimensión del asunto surge clara.
El Déficit Fiscal real cerró en 2018 en 4.3 % del Producto Interno Bruto (PIB), el mayor en los últimos 30 años, incluso mayor que luego de la gran crisis del año 2002, entonces es muy entendible por qué todo el espectro político, Ministro de Economía inclusive, están muy preocupados por el problema.
Más allá de la cifra muy alta en valores absolutos, el problema además es la tendencia, el gobierno no se proponía cerrar las cuentas sin déficit, pero sí se propuso explícitamente en que el país adoptara una curva descendente del rojo de las cuentas públicas, para de esa forma lograr ir corrigiendo problemas y de paso ganar en confianza, tanto a nivel nacional como en especial en los ámbitos internacionales, tanto las empresas calificadoras de riesgo como también posibles inversores.
El otro problema es que venimos con déficit alto desde hace ya un buen tiempo, situación que implica que año a año se deben tomar más deudas para financiarnos, y además de pagar más intereses como mencionamos, entrar en un claro círculo vicioso que hace que el ratio Deuda/PIB crezca continuamente y el margen sea cada vez menor, y si no se corrige será otro aspecto que pronto coadyuve a complicar la viabilidad de la salud de la economía del país.
La solución a simple vista parecería ser sencilla, o subimos los ingresos, o bajamos los gastos, doña María lo sabe, el tema que cuando analizamos en detalle, tanto una solución como la otra, son extremadamente complicadas.
En cuanto a los ingresos, en un país sin recursos naturales (bronce, carbón, petróleo, etc.) donde los ingresos para cubrir el presupuesto provienen casi exclusivamente de los impuestos, entonces el camino se resume a aumentar la actividad y por ende la recaudación, o subir la carga tributaria.
Analicemos esos dos caminos, si bien la economía en su conjunto ha crecido ininterrumpidamente desde la crisis de principios de Siglo, y viendo la región es algo muy positivo, recientemente se supo que en el 2018 se creció muy por debajo de lo previsto por el gobierno. Técnicamente hay recesión (más de 2 trimestres de caída), pero no hay que ser tremendistas, lo que se está consolidando es el estancamiento, las previsiones creíbles esperan un crecimiento casi nulo para este año (0,6 %).
Siendo así, sólo nos queda ver qué sucede con la carga de impuestos que soportan los uruguayos, existe bastante consenso en cuanto a que no hay margen para aumentar más la Presión Tributaria (Impuestos + Contribuciones sociales / PIB), la sensación generalizada de que pagamos muchos impuestos es coincidente con los últimos estudios realizados por Organismos Internacionales (1) relativos a datos del 2017, Uruguay pasó a ser el 2º país en Presión Tributaria en Latinoamérica, acabamos de pasar a Argentina, sigue liderando Brasil. La presión tributaria en Uruguay (30.9%) está más de 8 puntos porcentuales por encima del promedio de América Latina y está muy cerca ya del promedio de países desarrollados. Cabe mencionar que si bien Argentina ha bajado un poco su carga de impuestos, Uruguay luego de la “consolidación fiscal” a inicios de 2017 ha subido la carga tributaria casi 2 puntos porcentuales.
Consideremos la otra opción, bajar gastos, es muy fácil de decir en los discursos, pero además del hecho que gran parte del gasto es estructural (salarios, transferencias al BPS, al FONASA, etc.), es inviable políticamente recortar recursos que ya son considerados como derechos adquiridos por quienes los reciben. Se escucha decir entonces que se debe mejorar la eficiencia del gasto, sin dudas es cierto, pero lograrlo y que ello impacte en los grandes números llevará mucho tiempo, implica un cambio de gestión y hasta cultural de quienes ejecutan el gasto.
En noviembre de 2017 escribía aquí mismo que según mi opinión era necesario que el país ajustara sus cuentas, en ese sentido el gobierno declaraba que se proponía bajar los gastos para mejorar el déficit, debo reconocer que en lo personal era muy escéptico al respecto, no por puro pesimista, sino porque la evidencia empírica cuando se arriman períodos electorales y el panorama de la economía no eran favorables, lamentablemente tenía razón, el déficit fiscal no sólo no bajó, sino que subió.
A diferencia de aquel momento, hace casi 1 año y medio, ahora los ingresos públicos están bajando, la recaudación de DGI está bajando por efectos de la baja en la actividad, hay problemas serios en el empleo, y para colmo la inversión está en franco descenso.
Este año en curso, por restricciones constitucionales y razones políticas, nada cambiará demasiado, mientras tanto la región y el mundo siguen tirando piedras en el camino, con lo cual no hay dudas que el próximo gobierno, sea del color que sea, tendrá desafíos enormes, esperemos les de la talla.
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