Uruguay rompió la barrera de los 100 casos activos de COVID-19 y las personas que cursan la enfermedad se cuentan en solo dos dígitos. Se trata de un escenario que el país no vivía desde la primera semana de la pandemia.
El reporte del Sistema Nacional de Emergencias reveló que son 90 las personas que cursan la enfermedad. Pese a haberse detectado dos nuevos contagiados, el avance de los recuperados es más acelerado que el crecimiento de los infectados.
En este sentido, la semana laboral cumple con la predicción del ministro de Salud, Daniel Salinas, quien a fin de mayo había dicho: “En menos de 10 días habrá menos de 100 casos activos”.
De los 85 días que lleva la pandemia en el país (85 días desde el viernes 13), Uruguay va 54 días con más recuperados que activos. Y si el ritmo y el escenario fueran incambiados, un mínimo cálculo bastaría para suponer que el país dejaría de tener infectados en un mes o mes y medio.
Pero los epidemiólogos entienden que la marcha de una pandemia no es tan lineal y que hay dos elementos centrales que podrían tirar por la borda cualquier entusiasta proyección: la circulación comunitaria del virus y el tránsito fronterizo.
Sucede que Uruguay no es hermético. Rivera hoy es el departamento con más casos activos (tiene 40 enfermos, cinco más que Montevideo) y no es casualidad. El tránsito fronterizo, aunque se ha limitado, abre un desafío: Brasil lleva acumulados más de 614.000 infectados.
La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, había dicho el martes, en rueda de prensa, que su país le ganaría la batalla al coronavirus el próximo 15 de junio, cuando, según los cálculos de sus técnicos, dejarán de tener casos activos. “El propio carácter isleño de Nueva Zelanda le da una ventaja” en comparación a Uruguay, había explicado a El País el matemático Fernando Paganini. Pero en un territorio de frontera seca como la de Uruguay-Brasil, señaló el jueves el canciller Ernesto Talvi, “es imposible” el control estricto de la circulación.
Según el científico uruguayo Horacio Botti, del Departamento de Biofísica de la Facultad de Medicina, el bajo número de casos activos en el país “vuelve al seguimiento de casos una medida todavía más efectiva”.
Botti, junto a otros cuatro investigadores del Grupo Uruguayo Interdisciplinario de Análisis de Datos de COVID 19, publicó un reporte en el que muestra que, en la experiencia internacional y con tasas de transmisión del virus distintas a las locales, “la cuarentena de personas expuestas a casos confirmados o sospechosos podrían evitar 44% a 81% de los nuevos casos y 31% a 63% de todas las muertes, en comparación con ninguna medida”.
Como las medidas no son aisladas y forman parte de una batería de políticas, “estos cálculos no se puede extrapolar directamente a Uruguay, pero está claro que de la capacidad del Ministerio de Salud de hacer el rastreo depende buena parte del éxito que pueda darse”, explicó el doctorado en Ciencias Biológicas.
Cuando el número reproductivo del virus es inferior a uno, la enfermedad empieza su lenta agonía (siempre y cuando el escenario no cambie). Según las estimaciones de Andrés Ferragut y Ernesto Mordecki, ayer Uruguay cerró la jornada con un “R” (como le dicen los técnicos a la cantidad de personas promedio que contagia cada nuevo infectado) de 0.58. Incluso en el escenario más conservador, según los cálculos de estos dos autores, el ritmo sería inferior a uno.