La velocidad con la que avanza el decreto que impulsa el rotulado de alimentos con altos índices de grasas, sales y azúcares, obedecería a un impulso personal del Presidente Vázquez. Se quiere promover así el consumo de comida saludable en razón de que Uruguay tiene un nivel de obesidad por encima de la media del continente.
Uruguay no es un país de gordos, pero tiene un nivel de obesidad por encima del promedio continental.
El 26,7% de los adultos son obesos en comparación a la tasa en la región que es del 23%.
Por un lado el gobierno lanzó una encuesta online sobre la ley de etiquetado para saber la opinión de la gente y por otro envió a la firma del Presidente, un decreto que viene siendo resistido por la Cámara de la Industria Alimenticia.
Según sus autoridades la Cámara representa unos 12.000 puestos de trabajo y está preocupada por la incidencia que las etiquetas lograrán sobre el consumo en medio de dificultades propias que enfrenta la industria.
No sólo ven el problema por el lado de la retracción del consumidor a adquirir productos en los que aparezcan los rótulos negros con letras blancas, sino que, la disposición obligará a un reempaque costosísimo que en algunos casos no podrían ser absorbidos por los industriales.
Pusieron como ejemplo que un cliché nuevo para cada impresión tiene un valor de U$S 1.000 y que hay fábricas de alfajores que movilizan más de 150 unidades diferentes de productos.
También reclaman que mientras la medida se tomará para productos de chacinería, lácteos y supermercados, no se extenderá a las panaderías y confiterías, donde se elaboran productos mucho menos saludables en cuanto a su valor nutritivo.