El último clásico tuvo un voltaje demasiado alto. El partido no fue suspendido por no agregar más leña, pero tenía todos los elementos para no seguir. Se ha ido demasiado lejos dentro y fuera de la cancha y no sería raro que cualquier tarde de éstas tengamos que lamentar episodios.
¿Están locos los barras? Quizá algunos que son seguidos por la imitación de jóvenes que creen que defienden una causa real y valiosa.
Estamos llegando rápidamente a un tiempo en que los sentimientos primitivos se anteponen sobre cualquier razonamiento. Pero quienes tienen la obligación de que el hincha pueda discernir entre apoyo apasionado y declaración de guerra han estado bajando escalones en la escalera de la moral.
Así, Lasarte en Nacional y Ruglio en Peñarol acaban de protagonizar relatos inadmisibles que solamente conducen al daño innecesario de manija y mal ejemplo.
Ruglio acaba de sostener que “aunque me penen de por vida, daremos pelea porque tenemos claro que los árbitros siempre ayudan al mismo equipo, recordando que “casi le arrancan la pierna al Cangrejo y mostraron que podían tirar lo que quisieran a la cancha que nadie lo iba a suspender, aunque no les sirvió para ganar el campeonato.
“Y el audio del VAR del domingo muestran cómo tienen todo armado desde hace mucho. No importó que el árbitro dijera lo que todos vimos. Le iban a seguir insistiendo hasta que lo cobrara. En los tres clásicos los salieron a rescatar” concluyó Ruglio el presidente.
Por su parte Lasarte quien aparece en la previa como un hombre sereno y despojado de fanatismos, acaba de reconocer que no quiso saludar al técnico colega de Peñarol “porque lo vi con camisa celeste!!”. Este tipo de fijaciones, que inexorablemente se traslada a las cabecitas vacías de muchos hinchas, son la mecha que enciende las bengalas de las que luego muchos se quejan aunque las dejan entrar.
Las denuncias en el Ministerio del Interior incluyen que hubo amenaza de avalancha en la Amsterdam que se resolvió dando vía libre a 300 hinchas de Peñarol. Las bengalas lanzadas de una a otra tribuna pudieron ocasionar la muerte de personas y hasta el presidente electo Yamandú Orsi dijo que es tremendo lo que está sucediendo, reconociendo que hay un vacío en los controles y enormes dificultades para evitar consecuencias.
Como no hay sanciones de Conmebol, los descerebrados festejos pirotécnicos se permiten en los partidos no internacionales. Se han transformado en “orgullosas” demostraciones de aliento que únicamente encierran muestras de primitivismo.