Tengo amigos (y familiares) que conocen de cerca la interna de Venezuela. Y así como unos defienden lo que consideran una “revolución jaqueada por la maldad de algunas potencias que se quieren quedar con su petróleo” otros se han vuelto desde Caracas para trabajar en Montevideo hartos de sufrir en carne propia las heridas de un régimen que considera “enemigo” a todo el que no piensa como Maduro. ¿La verdad estará en el medio? Quizá. Pero para ello es necesario darle a las noticias que nos llegan el carácter de “interesadas” de un lado y del otro.
¿Cuál será la razón por la cual una comunidad de países, presidentes y analistas, y dirigentes políticos han llegado a la conclusión de que Maduro tiene que irse? Uno debería reconocer que si personas intachables de la izquierda y hasta el propio Frente Amplio se abstuvo de compartir la asunción del nuevo gobierno, es porque tienen información confirmada de atropellos que no se pueden admitir. Si les creemos a estos últimos también debemos tener en cuenta la opinión de aquellos que colocan al país en una postura de nación agredida donde verdaderos buitres la atacan sin piedad.
Como el tema parece sin solución, habrá que enfocarse en otro ángulo de la historia, esto es qué pasará con los venezolanos, qué destino les espera y que ocurrirá en tiempos bien cercanos. Las recompensas de millones de dólares ofrecidas por Estados Unidos para aquel que logre sacar el gobierno es una muestra inadmisible de lo que nunca debe hacerse. Y las acusaciones de dictadura tampoco por lo menos si los calificativos no son los mismos cuando la referencia es China por poner un ejemplo que también es dictadura y con la que Uruguay busca desesperadamente comerciar.
Ser imparcial es tan difícil como entender lo que pasa por las cabezas de los que están en una y otra postura.
Según las noticias de ayer a la mañana, Caracas amaneció en un llamativo y triste silencio con la mayoría de los comercios cerrados y una inactividad que llamaba la atención. Maduro inicia su “nuevo tiempo” acechado por la parte que no lo quiere.
La pregunta es: ¿Resultará posible gobernar bajo una sospecha permanente? Todo acto de gobierno necesita de un entorno de tranquilidad, básico para la planificación de proyectos a largo plazo, pero en Venezuela no se habla de acuerdos, sino de enojos. No puede negarse que una parte importante de la población está en contra del régimen. Si el resultado de las elecciones es cierto con un 80 a 20 en contra, entonces aunque la mayoría esté en silencio hay una bomba a punto de estallar. Una bomba que no se puede desactivar con bayonetas apuntando todo el tiempo.