Casi todos los aspectos de nuestras vidas son atravesados por la tecnología y no es ninguna novedad que este “progreso” acarrea riesgos de terror. Todos los días amanecemos con la noticia de una estafa cometida con la utilización de sistemas capaces de hacernos creer aquello que no es, o por lo menos confundirnos lo suficiente como para dudar. ¿Es posible convivir si dudamos permanentemente? La certeza de que las computadoras son infinitamente más capaces que nuestros débiles cerebros nos pone ante la necesidad de responder con un “no” antes de razonar sobre cualquier ofrecimiento que llegue hasta nosotros a través de mensajes electrónicos, telefónicos, correos o pedidos que bien hasta podrían llegar a ser legítimos. El caso es que detrás del descubrimiento de la llamada Inteligencia Artificial hay un ejército de simuladores dispuestos a diseñar planes cada vez más perfectos. Y si esos planes han sido capaces de engañar sistemas de defensa de los gobiernos, qué podemos esperar de la tía Josefina que con sus 80 y pico se formó en la palabra empeñada, la conducta honesta, el cumplimiento del deber y el respeto hacia sus semejantes.
No es de ahora el tema porque pillos hubo siempre; el caso es que ya en 1956 el matemático británico Alan Turing había presentado un trabajo basado en la posibilidad de que las máquinas llegaran a pensar.
Ahora bien: a este tren veloz en el que está montada la IA no pasará mucho tiempo en que nos encontremos con noticias pavorosas, cuentas bancarias vaciadas en segundos, hackeos, secuestros virtuales y ciber-delitos de los que nadie está libre aunque trate de tomar precauciones. Los jóvenes además, proclives al riesgo y la aventura podrán mañana ser arrastrados a creencias que modifiquen sus conductas, así como las drogas logran hoy cambiar en poco tiempo las cabezas de adolescentes que alguna vez los vimos crecer adorables y se convirtieron en sujetos que ya no razonan, no sienten, no responden, ni siquiera miran y si miran no ven.
Reírse de la estafa del día que cada noche nos muestran los informativos, son el anticipo de lo que nos puede suceder, más allá de que algunas anécdotas son realmente graciosas.
¿Será la sospecha el ABC de nuestras vidas mañana? ¿Nada que nos llegue a nuestros celulares o tablets deberá ser considerado válido, sólo hasta después de un largo, tedioso y difícil chequeo que consume demasiado tiempo?
Y a la vez, dentro de una determinada noticia o información verosímil ¿cuánto de verdad y cuánto de publicidad llevará implícito?
Basta con repasar las páginas virtuales para encontrar noticias de descubrimientos fantásticos con fotografías de extraterrestres capturados, medicamentos mágicos, y teorías de cualquier índole, pero todas redactadas como si fueran la más pura verdad y además complementadas con fotografías y videos de total nitidez.
¿La solución entonces será sospechar de todo?