Después de atravesar el peor déficit hídrico de los últimos 74 años ante una sequía y emergencia sin precedentes, estamos en una meseta donde el futuro depende de la responsabilidad y rapidez con que se actúe.
La última crisis afectó Montevideo y la Zona Metropolitana principalmente, donde se observó que la reserva de Paso Severino estuvo hasta cerca de agotarse y con el río Santa Lucía con escasa posibilidad de aportar agua dulce.
Allí surgieron las críticas alentadas desde la política pero no por ello carentes de razón, en cuanto a que las bases que se habían hecho para una prevención, no se cumplieron por la siesta de la burocracia y nos encontramos de golpe ante la posibilidad de un caos. En los meses siguientes a la crisis hídrica comenzó a reafirmarse el proyecto Arazatí adjudicada en agosto que no ha tenido avances significativos, al tiempo que en materia de obras los trabajos de trasvase para llevar el agua hasta la usina de Aguas Corrientes desde la cuenca del río San José al río Santa Lucía, había implicado una inversión multimillonaria con una monumental obra de construcción de cañería que se instalaba contrarreloj mientras los valores de sodio y cloruro en agua llegaban a niveles peligrosísimos donde la situación se autorreguló con algunas lluvias salvadoras.
Esto no puede volver a ocurrir y ha sido motivo de serias advertencias como por ejemplo, la de la argentina Celeste Saulo que está al mando de la Organización Meteorológica Mundial que se detuvo en sus comentarios especialmente al hacer referencia a la última sequía que azotó a Uruguay, advirtiendo (y esto es lo importante) sobre la necesidad de que las autoridades políticas tomen decisiones porque los eventos extremos serán cada vez más frecuentes, reconociendo lo que calificó como "responsabilidades diferenciadas de los gobiernos por haber llegado a la situación actual".
Las amenazas naturales como por ejemplo las olas de calor están, suceden, la naturaleza las produce y nosotros las padecemos -dijo la experta-. Para que esto no se convierta en desastre, es la adopción de medidas por encima de cualquier esfuerzo económico donde no hay que perder de vista la memoria de la tremenda sequía con tres años con lluvias por debajo de lo normal que puso en riesgo garantizar el agua potable para Montevideo y la Zona Metropolitana, un hecho que nadie lo esperaba. La experta agregó que "sin dudas esta situación es producto de tres años consecutivos de sequía", pero se preguntó de inmediato dónde está la parte natural y dónde la parte de toma de decisiones, porque debe aplicarse una serie de estrategias alternativas frente a un hecho que seguramente se va a repetir.
Para tranquilizar un poco el alcance de sus palabras, dijo que no se trata de asegurar que Uruguay se va a quedar otra vez sin agua, sino que pretende dejar en claro que las sequías son parte de un escenario, son más agudas y por tanto, los gobiernos se tienen que preparar de otra manera. No pueden hacer las cosas como las venían siguiendo y creo que ahí está la parte que tiene que ver con la decisión de las autoridades.