Hace ya muchos siglos que el espejo se transformó en el principal enemigo de la mujer. La presión exterior, las exigencias, y la búsqueda absurda de agradar por el aspecto más que por el intelecto, transformó a una enorme legión de mujeres en víctimas de un despiadado destino: el de sentirse desdichada al contemplarse a sí misma.
Al mismo tiempo que fue aumentando la demanda de reparaciones superficiales aparecieron en el mercado artífices de la cirugía estética, laboratorios, fábricas de cosméticos y soluciones casi mágicas publicitadas para captar a personas (incluso hombres) auto-desconformes.
El caso de la modelo argentina que a los 43 años sumó su nombre a los varios que han venido muriendo decidió rellenar partes de su cuerpo con sustancias de la familia de las siliconas.
Querer verse un poco mejor no está mal. Quién más quién menos busca en las vidrieras comerciales prendas con las cuales agradar a los demás porque a todos nos gusta estar mejor; o parecerlo.
Pero la locura que se ha apoderado de la Argentina contagia aunque no nos guste y se transmite subliminalmente en todos los medios de comunicación. Argentina es otro país, nos parecen aberrantes sus programas televisivos pero no es un lugar ajeno que hayamos decidido no mirar. Y así, la llamada farándula compite exagerando fisonomías a límites no imaginados mientras los “creativos” de la TV imponen sus exigencias creyendo que con eso se gana rating. Una cosa es la competencia teatral, los espectáculos de entretenimiento y otra el fanatismo de disfrazar hasta los periodistas de programas. Argentina es también campeona del mundo en ridiculizar a la mujer obligándolas a aparecer con vestimentas que nada tienen que ver con la información que están suministrando. Casi se diría que estos “creativos” buscan colocar un sonajero para captar la atención de gerontes que añoran los años locos.
Para los hombres, y en lugar del short o los escotes se han introducido los peinados de jopo y pelo corto y teñido complementado con lentes con armazón de colores que en mayores de 50 no hacen otra cosa que el ridículo. Y en nuestra TV parece una obligación de las conductoras de informativos pararse de piernas abiertas, aunque todavía no adoptan del todo las poses argentinas.
Silvina Luna no pudo escapar a las exigencias de llamar la atención a cualquier costo; el mercado exige y presiona, y la pelea por la teleaudiencia se decide en las órdenes publicitarias y entonces : “o te destacas o quedas afuera”. La modelo falleció después de 80 días de lucha, pero se sospecha que otras tienen síntomas de envenenamiento y muchas desoirán el ejemplo del horror y seguirán alimentando su ego y las billeteras de los “especialistas” del estilo.
Pero lo realmente grave: es que el circo sigue hipnotizando con el mensaje de que “si no brillas no existes.”