Si bien aún estamos lejos del año 1811, vemos ya en la actitud del padre
Juan José Ortiz, cura y vicario de la Catedral de Montevideo, una actitud de rebeldía
ante la Junta de Montevideo constituida en 1808 integrada y presidida por
Francisco Javier de Elío, entonces Gobernador.
Ortiz había impulsado la construcción de la actual Catedral de
Montevideo, enterrando la piedra fundamental de la nueva iglesia el 20 de
noviembre de 1790, la que una vez finalizada en su construcción fue consagrada
por aquel Obispo Lué y Riega en su paso por Montevideo.
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En sus primeros
tiempos la Catedral de Montevideo lucía de esta manera finalizando el siglo
XVIII, desde la que el cura Juan José Ortiz enfrentaba a las penas que le
imponía Elío.
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Su proceder, nos referimos al padre Ortiz, era de
rebeldía pues fue acusado de irregulares procedimientos por no haber iluminado
su casa a pesar de estar así decretado, cuando la Jura de Fernando VII, ni
permitido que repicasen las campanas de la Matriz ante aquel acontecimiento ni
tampoco en la víspera del cumpleaños de aquel rey.
Esto le valía el que el gobernador Elío lo
tuviese entre ojos, al igual que el Cabildo de Montevideo, los que pidieron su
destitución dando lugar estos pleitos a un voluminoso expediente que a pesar de
todas las acusaciones que en él se vertían, no pudieron influenciar en la
defensa que de él hacía el Obispo, respondiendo todas y cada una de las
acusaciones contra el cura.
Posteriormente Ortiz, que había pasado a Buenos Aires transitoriamente,
acompañó la actitud de los patriotas regresando posteriormente a Montevideo,
donde terminó su vida en 1815.
Siguiendo con la intervención de los sacerdotes en los
sucesos previos y posteriores al año 1811, debemos mencionar que varios de
ellos formaron parte de quienes constituyeron, tanto la Junta de Montevideo de
1808 como la del 25 de Mayo de 1810 en Buenos Aires. En esta última de la que
participaron 246 vecinos, se incluían entre ellos no sólo al Obispo Lué y
Riega, sino también a 26 sacerdotes, de los que se conocen sus nombres y
cargos, muchos de los cuales votaron por la destitución del Virrey
Cisneros.
Y por supuesto que no podemos olvidar aquí al cura de la
Colonia el Dr. Enrique Peña, amigo y confidente de Artigas, quien acompañó a
éste cuando desertó del cuerpo de Blandengues por diferencias con su superior
el Brigadier Muesas y con quien inició Artigas su marcha pasando por esta villa
entonces, (la Capilla Nueva) sólo acompañado por aquel cura, por un negro
esclavo de éste, el “Tío Peña” y por el Teniente Hortiguera, recorriendo muchas
millas para pasar el río Uruguay y dirigirse a ponerse a las órdenes de la
Junta de Buenos Aires, desde donde luego hizo el recorrido inverso, pero ya
transformado en el conductor de los rebeldes gauchos, origen de nuestros
movimientos libertarios.
Recordemos también el hecho de que al vencer Artigas en
la Batalla de Las Piedras, comisionó al Padre José Valentín Gómez para recibir
el sable que en señal de rendición entregó el Comandante José de Posadas.
Un hecho que propició Elío en 1811, estando ya las
murallas de Montevideo asediadas por los patriotas y las fuerzas del Río de la
Plata comandadas por Rondeau y Artigas, fue la expulsión de los padres
franciscanos, concretada el 21 de mayo de aquel año, sospechando que eran
partidarios e impulsores de la resistencia contra los realistas. Es así que
entre los nueve religiosos del orden seráfico expulsados figuran los frayles
José Lamas, Francisco Somellera, Joaquín Reyna, Valeriano Fleytas, José Ignacio
López, Lorenzo Santos, Francisco Díaz Vélez y Joaquín Posse y el Hermano Carlos
Aguero, sacados de su convento en plena noche y arrojados sin equipaje alguno, fuera
de las murallas de la fortaleza sitiada. Se dice que ni siquiera pudieron tomar sus
breviarios y quedó para la posteridad la frase repetida en distintos textos de
historia que pronunciara el oficial que comandaba el piquete armado encargado
de hacer cumplir con aquella expulsión: “Váyanse a juntarse con sus amigos los
matreros” (o como se dice en otros textos- -…a juntarse con sus amigos los gauchos”).