"Me defraudó como candidato” explotó ayer una vecina nuestra cuando miraba por TV las declaraciones del intendente de Canelones Yamandú Orsi referidas al conflicto estudiantil. Orsi había coincidido con Carolina Cosse, Fernando Pereira y otros dirigentes del Frente Amplio en su solidaridad con los protagonistas de los sucesos que han llamado la atención por sus características.
Estas interpretaciones comparadas con la opinión de los dirigentes políticos pertenecientes a la coalición de gobierno, no hacen otra cosa que demostrar una fuerte división (una más) en un país que se jacta de una ejemplar convivencia democrática. Para unos un autoritarismo propio de épocas de dictadura; para otros la demostración de que la falta de respeto y de ética se están tolerando a niveles increíbles.
La educación está atravesando momentos muy difíciles ya que la reforma propuesta por el gobierno sin el aval de la izquierda ha promovido un fuerte desencuentro. Si los estudiantes han sido o no fogoneados por intereses políticos se desprende de la presencia de dirigentes en las proximidades del recinto donde ocurrieron los hechos y seguramente las dos opiniones seguirán creciendo con el paso de los días.
Pero entre las posturas antagónicas hay una enorme mayoría en silencio. Como no salen a la luz pública a manifestarse no sabemos de que lado están. Pero si resultase que la opinión de los callados está del lado de la postura que ha sido tradicional en la opinión pública uruguaya, entonces la izquierda política podría estar en problemas electoralmente. Como lo dijo nuestra vecina mal pueden los candidatos a dirigir el país dentro de dos años manifestarse de acuerdo con la falta de respeto, la vandalización de los edificios públicos y la desobediencia a las jerarquías sencillamente porque es el camino directo a la anarquía. La base de todo sistema de gobierno democrático republicano es el respeto de la ley aún cuando esta necesite algunas modificaciones; pero ese es otro planteo.
Arengar la indisciplina puede ser considerado por una masa muy grande de la población como puntos en contra a la hora de elegir un gobernante, razón más que importante para que la dirigencia de la izquierda afine la puntería a la hora de explicar en cada pueblo y ciudad las razones de un pronunciamiento tan arriesgado.
Cuando el silencio habla en las urnas ya no hay marcha atrás y ya le pasó a la izquierda que todavía no ha terminado de razonar una autocrítica de las equivocaciones que le llevaron al último resultado adverso. También entonces creyó tener razón y creyó que toda la opinión pública entendería sus argumentos pero olvidó que a los callados hay que llegarles sin eslóganes. Tal parece que los políticos suponen otra cosa del Uruguay y así como quienes gobiernan creen que los callados no se dan cuenta de las maniobras de corrupción explicadas de manera infantil, los que no gobiernan también hacen suposiciones basadas solamente en los que les soplan al oído. Cuidado.