VII) Comandante Miguel E. Soler.
Ataque de Michelena.
Ante el imperioso requerimiento y decisión de la población de la Capilla de Mercedes, se planteó por Ramón Fernández a Miguel Estanislao Soler, el que tomara el mando de los patriotas que se encontraban en el paraje “La Paraguaya”, esperando movilizarse hacia la Villa de Soriano, en donde se preveía y esperaba un ataque de la flotilla española al mando del venezolano Juan Angel Michelena.
Del frondoso trabajo de recopilación de documentos contenidos en los numerosos tomos del Archivo Artigas y en especial de los reproducidos en el tomo IV, podemos valernos para seguir el curso de los acontecimientos, ubicando en ellos que Soler accede a comandar a aquellos vecinos y patriotas, llegando a aquel campamento el 2 de abril de 1811, a las horas que denominaban “de las oraciones” (o sea al ponerse el sol) y tomar conocimiento de un parte del Comandante militar de Soriano, don Celedonio Escalada que les avisa que se acercan a la Villa cuatro buques de guerra.
Toma Soler inmediatamente medidas armando a 200 hombres y parte a todo galope hacia aquella población y aunque arriba en horas sin luz, atisba los movimientos de la flotilla de Michelena, ordenando la disposición de sus dirigidos, según cuenta en el parte posterior a la batalla; distribuye con estrategia militar diversos contingentes a derecha e izquierda del puerto del poblado, quedando una reserva al frente a cargo de Ramón Fernández, con un cañón el que finalmente no pudo ser utilizado.
Recordemos que Soler comandaba un regimiento de Pardos, los que tomaron también parte activa en el enfrentamiento.
Notamos aquí que continuamente nombra, en el parte del acontecimiento a Venancio Benavídes y también a Ramón Fernández, encomendándoles tareas de responsabilidad, mientras que no hace lo mismo con Pedro Josef Viera, quien no aparece como participando de la defensa de Soriano ante el ataque de la flotilla española y cuya penúltima aparición en los documentos transcriptos mencionados, es del 29 de marzo de aquel año glorioso.
Se nombran las embarcaciones que al mando de Michelena ponían sus bordas paralelas a la costa en el Puerto de Soriano, prontas a bombardear la Villa si comenzaba una acción que así se preveía.
La idea era tomar ese punto para hacer más practicable el retomar luego la Capilla Nueva de Mercedes, considerada el sitio desde donde se dirigía la revolución cuya mecha se encendiera en Asencio.
Ellas eran el bergantín “Cisne” armado con 12 cañones, la zumaca “Aranzazú” con 10 cañones, una balandra denominada “Tortuga” y un falucho de nombre “Fama” con un cañón de proa y también otras embarcaciones menores. Es conocido todo el proceso realizado con el envío de parlamentarios, respuestas de ambos bandos de proceder defendiendo los derechos del Rey Fernando VII, advertencias de las consecuencias de no aceptar rendirse y demás amenazas propias de los prolegómenos de un enfrentamiento de este tipo.
Comienza el combate con el bombardeo previo de la población, permitiendo de esa manera el desembarco posterior de unos 100 hombres, los que produjeron destrozos e incendios en los ranchos de los pobladores, retirados estos a prudente distancia, mientras Soler esperaba el combate con su fuerza distribuida en dos compañías mandadas por los Capitanes Francisco Bicudo y por Bartolo Quinteros, asimismo otra al mando del Capitán Ignacio Barrios y otros dirigidos por el Capitán Eusebio Silva.
Previó asimismo una fuerza reservista mandada por Ramón Fernández, la ayuda de Venancio Benavídes por si fuera necesaria con otro contingente y el mismo Soler comandando desde el centro las acciones con su Batallón de Pardos.
Se produce el enfrentamiento llegándose a la distancia de un tiro de fusil de la época y ante la muerte de dos hombres de Michelena y de caer heridos otros dos, huyen los atacantes hacia las embarcaciones guareciéndose en ellas. Permanecen las embarcaciones frente al puerto de la Villa todo un día más y dos de ellas parten luego río arriba en dirección a Mercedes, hacia donde acude también Soler por tierra, con su batallón de Pardos (25 hombres), más otros 12 de los paisanos en ayuda de aquel punto, donde sabe ya que había llegado José Artigas con 80 hombres de su tropa y que había también paisanos armados. Queda el pueblo de Soriano al mando de Benavídes, observando el movimiento de la escuadra que se va dispersando en distintas direcciones.
En próxima nota haremos referencia a las distintas interpretaciones que se dan en cuanto a lo cruentos que fueron estos enfrentamientos, lo que no condice con la realidad, según se apreciará.