La TV montevideana está anunciando la próxima realización de otro certamen de canto a nivel nacional con el agregado que en esta oportunidad estará orientado a los niños. La búsqueda del negocio lucrativo parece no tener límites tanto como la falta de ingenio como lo prueban los Gran Hermanos que han superado todos los límites de la grosería y el mal gusto.
Una competencia entre niños tiene a diferencia de lo ocurrido entre adultos el grave riesgo a dos puntas entre el daño que puede dejar en los pequeños saberse perdedor y la frustración familiar. Es que salvo uno, todos los demás serán en algún momento perdedores, mochila a cargar a las familias después de meses de preparación, ilusiones, gastos y ensayos.
Soñar con ser alguna vez un artista famoso está en el imaginario de cualquiera de nosotros que cuando niños imitamos ante el espejo los gestos de aquellos que nos fascinaban. Pero ahora se han encontrado novedosas formas de engrupir utilizando un circo de luces, colores y sonido e instando a quienes miran este tipo de programas a enviar apoyos telefónicos cuyos dineros van directo a los bolsillos de los inventores. Días pasados un vecino comentó en la ventanilla de una agencia de cobranzas su “hazaña” de haber invertido 4 mil pesos en votos en el último certamen de canto. La cifra puede ser importante o no según de quien se trate, pero en su comentario a viva voz agregó que era trabajador municipal y tendría dificultades para el fin de mes.
Con los niños es peor. Madres, tías y parientes suelen fanatizarse cuando el pequeño de la casa es lanzado a la supuesta “fama” que como dijimos nunca llega porque la experiencia de años así lo demuestra.
Hay cosas peores claro; como votar por quien debería quedar eliminado en una competencia de hábitos equivocados, sexo en vivo a la vista de todos y en horario de protección al menor, discusiones en desnudo y el agregado de un panel de comentaristas que discuten los episodios como si se tratara de protagonistas de un premio de arte. Patético.
Nadie va a cambiar lo que la gente quiere hacer. Si existen y prosperan es porque sigue habiendo quienes prefieren ver lo superficial. Pero también es cierto que para muchos la utilización de cuerpos e ilusiones provoca pena.