El Príncipe había pagado lo que fuera. Quiso para si la mayor ofrenda que el fútbol mundial le podía crear para satisfacer sus excentricidades. Como en las mil y una noches había ido postergando la exigencia y llegado el domingo ataviado con sus trajes de honra esperó lo mejor.
Y lo tuvo!
Vaya si el fútbol tiene recursos para inventar suspensos...
Si Argentina llora de alegría descargando frustraciones y Francia derrama lágrimas mirando la gesta de un chico maravilloso que no pudo ser, es porque en el medio quedó una épica batalla de atletas que se recordará por años.
La final no podía tener otro resultado , hubiera sido injusto que el mejor jugador del mundo en la orilla de su retiro hubiera quedado sin el premio de la consagración que buscó tantos años en un país que entiende el fútbol más allá de la lógica del deporte.
La magia de las Mil y Una Noches iluminó el Reino del desierto sobre el cual la riqueza ha logrado maravillas que no se deben envidiar más allá que nos resulte imposible comprender .
Hay muchas miradas posibles sobre la cultura que edifican los demás y en efecto: son ellos.
El mundo está hecho de imperios, dictaduras, monstruos, mentirosos, y sistemas ejemplares de respeto.
Y el mundo seguirá trayendo tragedias. Pero cada tanto se hace un espacio para disimularlo y encuentra la manera de sentar al lado del príncipe a los presidentes que gustosos y respetuosos han asistido.
El Rey levantó la copa, y el mundo le sirvió al príncipe anfitrión el exigente plato que había ordenado. Salve Argentina!!