Con la victoria histórica de la izquierda en Colombia, y la muy probable victoria de Lula en Brasil, todas las grandes economías de América Latina habrán vuelto a ser gobernadas por partidos de izquierda, aún más que lo sucedido a principios de Siglo.
Si bien la forma en que se presentan las opciones políticas difieren según el país, mantienen ciertos aspectos centrales comunes, en términos económicos por ejemplo, con lo cual se repiten alegatos y discursos que basan sus plataformas de política tributaria en simples preceptos, que paguen más los que más tienen, los ricos, los poderosos, los capitalistas, pongámosle el nombre que queramos, que difiere un poco según el país, pero puede resumirse en grabar más al capitalista o al empresario.
A priori y visto desde el lado de la racionalidad, parece justo, parece más que sensato, ¿quién puede estar en contra?, solo aquellos poderosos inescrupulosos y avaros que solo quieren acumular riqueza en detrimento de los trabajadores, y por añadidura, los políticos que “trabajan” para ellos defendiendo sus intereses. Para ver un claro ejemplo local, ¿quién puede estar de acuerdo que una empresa transnacional, con grandes capitales atrás, como UPM-Kymmene, no pague impuestos?, quién puede entender que la planta conocida como UPM II no solo no pague impuestos porque se hizo hacer una Zona Franca a su alrededor, sino que además, haya establecido condiciones de todo tipo al gobierno de turno para su instalación, desde que le construyeran una vía de trenes para sacar la mercadería, hasta cambios en los programas educativos en las Instituciones Públicas de la región.
Los dueños de UPM no pagaran un solo peso de Impuesto a la Renta por la ganancia de la empresa, ganancias multimillonarias por supuesto, y sin embargo, un Taller mecánico de Paso de los Toros que arregla las motos de los trabajadores de la planta, si pagará impuestos, el 25 % de lo que gane. Como también pagaran impuestos las empresas de traslado de funcionarios, las empresas transportistas de madera, en fin, todo el mundo menos los millonarios hipócritas dueños de UPM.
Quién lee esto rápidamente llegaría a la conclusión que el gobierno que aceptó todas esas injusticias era un gobierno déspota, seguramente de derecha, de esos políticos que mencionaba anteriormente, que defienden y trabajan para los poderosos, no se nos ocurriría pensar que esas cosas sean posibles en un gobierno de izquierda.
De forma ridícula he intentado explicitar que la realidad es una cosa, y los discursos populistas facilistas son otra, esos discursos de “A luchar por la Justicia”, solo le caben a Superman en una fantasía, lamentablemente terminan rápido cuando toca llevarlos a cabo, porque la realidad es siempre más compleja, y lamentablemente, despiadada.
Si no había tren, si no había Zona Franca, UMP II no se instalaba en el país, y con ello seguramente no existirían las motos que son arregladas en el Taller, ni los miles de puestos de trabajo que esa tremenda inversión genera de forma directa o indirecta.
Somos un país chico, con un mercado interno muy débil, sin grandes recursos naturales, entonces la inversión extranjera es vital, si no se instala capital extranjero no habrá suficiente generación de empleo, entre otras variadas consecuencias negativas.
Gutavo Petro, ex guerrillero, es el primer presidente de izquierda electo de Colombia, antes de asumir ya ha debido moderar su discurso, ha dicho que no habrán expropiaciones y que la reforma tributaria será gradual y buscando equilibrios. Gabriel Boric, líder estudiantil que a sus 30 y pocos años, sin experiencia política, fue electo presidente en Chile, a los pocos meses de asumir ya tiene una muy baja aceptación en la población, porque cuando su discurso chocó con la realidad, con la mayor inflación histórica entre otros aspectos, debió moderarse, las acciones prometidas limitarse, y entonces esa gran masa de gente que se dejó endulzar creyendo en utopías, ahora no tiene paciencia. Algo similar le ocurre al maestro Pedro Castillo, presidente de Perú, además de haber perdido el soporte político de la mayoría de quienes lo apoyaron. Ni que hablar la Argentina de Fernández y los K, que bien conocemos por acá.
A diferencia de lo sucedido a principios de Siglo en la anterior ola de gobiernos de izquierda, aquella vez llegaron a países en relativa estabilidad o creciendo luego de superada una crisis, en estos tiempos el mundo se ha complejizado muchísimo, la Pandemia ha dejado heridas muy grandes en las sociedades, particularmente desde el punto de vista económico, estamos muy lejos aún de recuperar niveles pre pandémicos. En Uruguay la mayoría de los sectores esgrimen que están facturando entre el 20 y 40 % menos que en 2019, y nuestro país, gracias al indudable buen manejo que se hizo de la Pandemia, fue el primero de la región en recuperar cierta normalidad en las actividades. Para colmo de males, en 2022 llegó la guerra, con sus consecuencias tremendas y aún amenazantes.
Los gobernantes se encontraran con los países en condiciones estrepitosamente peores, con alta inflación mundial, con grandes problemas de abastecimiento, con problemas de empleo, con las arcas de los Estados vacías, con reformas que han sido pospuestas para afrontar la urgencia sanitaria, y para peor, con una complejización creciente en el costo y la forma de acceder al financiamiento internacional.
Esta vez, no será viable repartir a modo de transferencias directas del Estado, y vaya si se ha complicado para generar riqueza genuina en América Latina, como casi siempre, lamentablemente seguimos dependiendo de los productos primarios, de precios que no controlamos.
Prometer formas justas e igualitarias de repartir la torta es sencillo, pero no tanto cuando toca cortarla, y menos cuando de la torta queda poco y nada.
(Los comentarios son estrictamente personales y no comprometen a ninguna Organización).
Gonzalo E. Cuadrado Arias
Licenciado en Administración–Contador egresado de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de la República, Profesor Técnico egresado del Instituto Normal de Enseñanza Técnica de la ANEP, y Máster Internacional en Administración Tributaria y Hacienda Pública de la Universidad UNED (España).
Encargado de Departamento de Auditoría de la División Fiscalización de la Dirección General Impositiva, habiendo participado de diversos Congresos y Seminarios Internacionales como representante uruguayo.
Coordinador Latinoamericano para la Red de Expertos en Hacienda Pública del Centro de Educación a Distancia para el desarrollo Económico y Tecnológico (CEDDET) de España, así como Redactor Jefe de la Revista Especializada de la misma Red.