El invierno ha llegado definitivamente, y con ello los días grises, húmedos, con pocas horas de luz, el persistente y frío viento del sur que cala hasta los huesos. Si bien es disfrutable sentarse cerca del calor de una buena estufa a leña, (de las de antes por más que no sean “eficientes”), y dejarse hipnotizar viendo los leños arder, pero es una época embromada para los que no la están pasando bien. 

Los servicios de asistencia del Estado no dan abasto, por más que desde hace muchos años se vienen aumentando en calidad y cantidad, debemos congratularnos que Uruguay es indudablemente de los países con más y mejores servicios de asistencia pública en América Latina, es justo reconocer que además del Estado también participan una gran diversidad de agrupaciones sociales e incluso religiosas en las tareas de ayuda y asistencia. Por más que nunca será suficiente y siempre  sería deseable que se haga más y mejor, que ningún uruguayo deba sufrir a la intemperie las frías noches del sur del Continente. 

Lógicamente esa asistencia social no soluciona nada de fondo, solo son paliativos, necesarios y deseables, pero si pretendemos solucionar el tema de raíz, ello no se logra únicamente con transferencias del Estado sino con otro tipo de políticas integrales, está más que probado a nivel mundial y a lo largo de la historia, aquello de no dar pescado sino enseñar a pescar, por más que sigue habiendo sectores políticos que se resisten a entenderlo.

La Pandemia ha hecho estragos en las sociedades a nivel mundial, el parate económico ha profundizando las diferencias entre clases sociales, ha hundido a cientos de miles en la pobreza, y en América Latina en particular, ha demostrado empíricamente que el excepcional crecimiento económico de principios de Siglo, no supo ser aprovechado para generar políticas duraderas y genuinas que permitan el desarrollo de las personas. Rápidamente los que no pudieron, o no supieron, generar ganancias reales sino que disfrutaron de transferencias del Estado, cayeron en la pobreza, Argentina es el sumun en ese sentido, pero también pasó en Uruguay. 

El gran problema es que el mercado de trabajo, cuya demanda lógicamente cayó estrepitosamente con el Covid, no se ha recuperado ni se recuperará, porque entre otras varias razones, las empresas se han visto obligadas a ser más eficientes, y han visto que pueden hacer más o menos lo mismo con menos empleados.

Este tema nos traslada a una de las últimas malas noticias en ese sentido, el cierre de una fábrica metalúrgica que dejará a sus 150 empleados sin trabajo, por suerte en Uruguay existen leyes laborales que amparan a los que son despedidos, al menos por un tiempo, pero sin dudas es un drama, que dejará a 150 familias de trabajadores sin su principal ingreso. Desde el gremio se asombran porque lo último hablado con la empresa era bajar la carga horaria sin bajar el sueldo, y plantean medidas de lucha como parar 1 hora en cada fábrica metalúrgica, también ha surgido que en términos comparativos tienen salarios altos en la rama industrial. Desde la empresa se afirma que entre los principales aspectos que influyeron en el cierre, es la disparidad de costos laborales entre nuestro país, y el país vecino, con lo cual concentrarán toda la producción en Brasil. 

Es un caso paradigmático, donde la realidad se muestra como es, fría, impasible, despiadada, lejos de las utopías del mundo ideal, y luego de la Pandemia todo se ha vuelto aún más así, donde la competitividad y la eficiencia es lo que prima, porque cuando los recursos escasean, cuando la época de vacas gordas ha quedado lejos, sobreviven los mejores. Es duro y cruel, como la realidad misma.

Más allá de la comprensible angustia de los empleados de ésta fabrica que cierra, si pretendemos que vengan inversiones e incluso para que no sigan cerrando empresas, debemos darnos cuenta que el camino que eligen los gremios no parece ser el más adecuado. Al menos ya no se escucha, como hasta hace poco tiempo, que de la empresa se haga cargo el Estado, o una cooperativa formada por los trabajadores, sobran experiencias nefastas al respecto. En ésta ocasión se propone, por un lado paros en otras empresas del sector, y por otro lado, seguramente se proponga extender seguro de paro o transferencias de ese estilo, sería bueno que dijeran que plan social de los que se mencionaron en los primeros párrafos van a recortar, o de donde van a financiarse, quizás subiendo más los impuestos al combustible. Lo que debería reclamarse en general, y en particular para estos empleados que quedan sin trabajo, es acceso a capacitación, a la formación, posibilidades de reconversión, incluso opciones de financiamiento blando para transformarse en emprendedores. Un dirigente gremial dijo que si no fuera por la LUC saltaban el portón y ocupaban la Fábrica, eso y poner trabas a las empresas que siguen trabajando no parece ser que vaya a solucionar nada, ya ha sucedido varias veces antes, y está de más decir que señal se está dando a las posibles nuevas inversiones, que son las que darán nuevos trabajos genuinos. 

Ante los problemas crecientes en la energía y en los alimentos entre otros,  en la reciente reunión del Foro Económico Mundial en Suiza, así como el FMI y otros Organismos Internacionales, ya están hablando de cómo evitar una recesión y crisis mundial. Este invierno será particularmente duro más allá de lo climático, las consecuencias de la Pandemia y la Guerra se están evidenciando y provocan problemas de todo tipo, el más novedoso es la inflación mundial, que repercute directamente en la pérdida de poder adquisitivo de la mayoría trabajadora. 

Debemos asumir que, lamentablemente, para un país pequeño como el  nuestro, en un mundo globalizado que se ha transformado en un sistema sin espacio para segundas oportunidades, debemos movernos de forma cauta e inteligente, y por más que el discurso suene precioso, no podemos ir contra el sistema. Será cuestión de esperar que las nubes se disipen, hacer las cosas bien, no poner piedras en el camino y recorrerlo inteligentemente, identificando las oportunidades y aprovechando nuestras fortalezas. 

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