En la nota No. 34 de esta serie, al comentar el porqué de la implantación de la Lotería del Hospital de Caridad, hacíamos mención a la necesidad que hubo en la población de Montevideo de poder atender a la alimentación de los numerosos indigentes que pululaban en sus calles, siendo muchos de ellos enfermos, viudas desprotegidas  o lisiados a consecuencia de heridas recibidas en los numerosos encuentros militares de aquellas épocas.

Se formó entonces una Comisión de Caridad, integrada por autoridades y distintos benefactores que trataron de encarar las necesidades que se planteaban, pues posteriormente se complicó aún más al decidirse la creación de “La Inclusa” o “El torno”, según explicábamos en aquella nota, pues al tomar a su cargo también quienes atendían el Hospital, la crianza, la alimentación y luego la educación de los niños abandonados, se multiplicaban los gastos y necesidad de los que debían hacerse cargo. 

De los nombres que integraron aquella Comisión que se denominara “Cofradía de San José y Caridad” destacamos los de Francisco Antonio Maciel (denominado “el Padre de los Pobres”), fallecido enfrentando a los ingleses en una de sus Invasiones, a Miguel A. Vilardebó, a Benito Chain, Bartolomé Domingo Bianqui, Pascual Cortés, Mateo Magariños, Cristóbal Salvanach y a Joaquín de la Sagra y Périz, este que pasó  parte de su vida en Villa Soriano  y uno de los principales impulsores de los cometidos de esta comisión.

Decíamos que una de las formas de obtener recursos era la explotación del popular juego de la Lotería, que inicialmente se realizaba en los diversos núcleos poblados primero en forma familiar y luego mediante licitación anual, la que  tomó a cargo  esta Comisión bajo la implementación como Lotería de la Caridad, cuyo producido se destinaba íntegramente  a solventar el presupuesto del propio Hospital y de la Casa Cuna anexa.

Originalmente se confeccionaban simples cédulas con los números a sortearse, pero a efectos de darle más verosimilitud a los sorteos y poder imprimir más cantidad de números y sus respectivas divisiones en quintos, décimos o vigésimos, fue necesario adquirir una Imprenta, debido a los gastos que se originaban en la confección de las cedulillas.

A tales efectos se aprovechó la ocasión de que un librero que se ausentaba del país vendía la suya, la que fue adquirida por aquella Comisión y reparada, se utilizó para aquel destino y también se realizaron trabajos particulares para incrementar los ingresos tan necesarios.

Repetimos aquí lo que indicábamos en escritos anteriores pues nos llamaba la atención que la lotería se destinaba en sus comienzos al Hospital Maciel, exclusivamente, cuando en distintas localidades existen Casas Cunas o Asilos donde se recogen los niños abandonados, los que eran atendidos al comienzo  por Sociedades de Beneficencia o Comités de Damas, estando actualmente  a cargo de  Organismos oficiales con esa misión . 

Fuimos informados que se buscó la solución destinando el importe de los premios de los números favorecidos que no son cobrados, los que son numerosos, para atender las necesidades, sobre todo edilicias, de las diferentes casas ubicadas en los diversos departamentos.   

Explicábamos en la nota anterior cómo se anotaban en los libros parroquiales de las diferentes capillas o iglesias, por los curas de las mismas, quienes estaban obligados a realizar esas inscripciones, el nacimiento y su obligado bautismo, de los nacidos en cada lugar o pago, explicando las distintas redacciones que debían estipularse en esas escrituraciones.

Varios lectores manifestaban su desconcierto por el motivo de que hacíamos mención sólo a quienes nacían en Montevideo, en el caso de la utilización del “Torno” o “La Inclusa” y su inclusión en los libros parroquiales, pero también en todos los lugares de la Banda Oriental, como también en otros países fue común el hecho de procederse de esa forma.

Decíamos entonces que esos hechos impulsaron a que el Virrey Juan José Vertiz planteara la instalación de aquel sistema en muchas localidades de su extensa gobernación.  Eso se debía al desorden existente durante la vida en la época colonial en que los caminos no estaban delineados como ahora y los niños recién nacidos que no habían sido deseados, se dejaban al costado de cualquier sendero, expuestos a ser destrozados por las ruedas de los carruajes, como también ser presa de las fauces de perros, animales salvajes o cerdos que pululaban.

Ya hicimos mención a la inquietud del Pbro. Dámaso A. Larrañaga que propició la idea de incorporar al Hospital de la Caridad, levantado para acoger a los numerosos desvalidos y mutilados, la anexión del Torno o sea la Casa de Asilo de los Huérfanos abandonados. Fueron las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús que se desempeñaban en aquel Hospital quienes debieron tomar a su cargo el cuidado, la alimentación y también la educación de los niños que ingresaban en aquel lugar.

Al acrecentarse el costo del mantenimiento de esos dos lugares, se propició entonces realizar la explotación del juego de la Lotería para con su producido atender debidamente esas obligaciones.

Por el decreto 510 del 17 de julio de 1856 se estableció que los juegos de Loterías son de pertenencia exclusiva del Hospital de Caridad. 

Finalmente el 20 de julio de 1889 se nacionalizó el Hospital de la Caridad que era municipal, pasando a la Comisión de Caridad y Beneficencia Pública la administración de la Lotería. Luego se fueron unificando los sorteos de Lotería y Quiniela que se sorteaban por separado al comienzo y aparecieron distintos juegos de aciertos con sus propias reglamentaciones. 

Decíamos en la nota No. 34 las cifras del primer año de la instalación del Torno en Montevideo, pero hacemos notar que también en los poblados de esta zona se produjeron numerosos casos; en Mercedes por ejemplo entre 1790 a 1811 encontramos 64 partidas de nacimiento de niños nacidos de padres incognitos y otras 12 donde se indican los lugares donde fueron arrojados sus cuerpecitos. Detallamos aquí algunos : “Pasquala, arrojada a las puertas (de la casa) de Ambrosio Nuñez; Segundo, arrojado en casa de Rudesindo Acuña; María Ignacia, arrojada en casa de Domingo González: Clara, fue arrojada en casa de Sotelo Estela; otra María Ignacia, arrojada en casa de Juan Dionisio Ruydías; María Secundina, arrojada en casa de Francisco Benítez el que se ha hecho cargo de su educación; María de los Santos, se la echaron a la puerta de Andrés Pérez, casado con Pasquala Fuentes”. También se detallaban otros casos;  por ejemplo decía: “María de los Santos – hija de padres no conocidos, la recogió en su casa Dña. Agustina  Quadra;  Quiteria Rita, hija de padres no conocidos, lo recibió en su casa Dn. Martín Dubroca;  María de las Mercedes, hallada en casa de Bernardina Velasco, quien fue su madrina, entre otros.” 

Habíamos indicado entonces también que en Vívoras entre 1794 y 1811 encontramos 45 anotaciones en que manifiesta que son hijos de padres incognitos, otros cinco son criados por diferentes familias de los cuales 3 son huérfanos y otros 3 figuran arrojados en diferentes sitios.

En Villa Soriano sólo ubicamos 4 casos entre 1791 y 1811, muy diferente a Espinillo y luego Dolores donde entre 1774 y 1814 hay más de 100 indicaciones de niños expósitos. 

La vida en la época de la colonia y los primeros tiempos del siglo XIX fue muy precaria y en notas anteriores hacíamos referencia al continuo trajinar de distintos contingentes de tropas que se movilizaban de uno a otro lugar, dejando en cada uno de ellos las secuelas de su paso, lo que se reflejaba en forma especial en los frutos de esas fugaces relaciones con vecinas de esos sitios.     

El proceso de impresión de los billetes se perfeccionó con la imprenta y la seriedad del juego adquirió otro prestigio rigiéndose por un estricto reglamento.