La historia de las naciones y de sus héroes se difunde ampliamente por distintos medios, haciéndola conocer a quienes le interesan todos los detalles referidos a los mismos. Pero casi nunca se recuerdan otro tipo de personajes que llenan y han llenado cotidianamente los distintos hechos y circunstancias de cada lugar, siendo dignos de destacar.

Sin duda ellos son legión, pero si nadie los hace conocer quedan  finalmente en el anonimato, sucediendo frecuentemente que sus seguidores han  sido numerosos en su tiempo, tal vez por  conocer sus proezas, y sin embargo las actitudes valientes de esos personajes y de distinguidos literatos, de poetas, historiadores, deportistas incluso, se pierden en el tiempo con el transcurso del mismo, olvidados por sus seguidores que al desaparecer también, hacen olvidar a ellos.

Es el caso particular que hoy traemos a conocimiento de quienes no tuvieron el placer de conocerlo y también de quienes lo conocieran tiempo ha, pero que ya han olvidado sus virtudes y sus bellas actitudes.

Nos referimos hoy a don Julio González, personaje digno de recordar y de quien en particular teníamos numerosas referencias, por noticias que conocíamos de largo tiempo y por algo que haremos conocer a su vez a través de esta nota.

Según lo describe en sus apuntes el recordado don Juan Samuel Soumastre, destacado investigador y vecino que fuera de nuestra ciudad y de Dolores, era don Julio González….”un antiguo vecino del medio y hacendado con campos en la zona de Cololó de este departamento y también en otros puntos del mismo. Era hijo de un comerciante que estuvo establecido hace como 80 años (decía aquel), en la esquina que ocupa hoy la Escuela de las Hermanas del Huerto, en calles Artigas y Montevideo (hoy Eusebio E. Giménez) decía”.

 “Don Julio falleció hace unos 3 meses (tómese en cuenta que los apuntes de Soumastre son del año 1936)  en su casa a consecuencia de enfermedades propias de la vejez, estando su domicilio en la esquina noreste de las calles entonces Florida e Ituzaingó.

“Era un viejito muy alegre, tocaba el piano y cantaba; recuerdo que hace unos 20 años (decía Soumastre), era el animador de los espectáculos de biógrafo en el Cine Roma”, (hacemos constar nosotros que entonces el cine en general era mudo – sin sonido - y las escenas debían animarse con las notas del  piano, de acuerdo y siguiendo la trama de las películas. El pianista ponía énfasis en las notas graves para dar la sensación y apoyar el dramatismo del momento o pulsaba lánguidas notas de amor y simpatía cuando el celuloide mostraba esas escenas)..Se complementaban las vistas con leyendas al pie que traducían lo que pronunciaban los actores.

Decía Soumastre que “no había otro cine entonces y que hoy subsiste aquel, pero regenteado por la Empresa de Max Glucksmann, en el mismo local de la Sociedad Italiana”.

 “Don Julio era bajo, gordo, de cara redonda y siempre con una sonrisa en los labios, chacotón o dado a la chacota”.

“Se subía al escenario y tocaba trozos de músicas diversas; en la entrada lo aguardábamos (dice aquel) una cantidad de muchachos para festejar sus dicharachos y oír sus cuentos; enseguida declaraba : “traigo para 5 o para 10 o para 15, siempre…, siempre había más de la cantidad que anunciaba y se armaba la grita de los muchachos, “Yo don Julio”… “A mí don Julio”…! “A mí que no me alcanza”…etc. Se refería en su alocución, este simpático viejecito, a la cantidad de entradas que podía pagar a los pibes pobres. 

“Era un episodio muy común los domingos de tarde y seguramente sentía a su edad un inmenso alago y un placer muy puro, al verse seguido por aquella cantidad de chicuelos que entraban con él alborozados al salón”.

“Este episodio era de domingo en domingo y creo que alcanzó hasta hará unos quince años. Recuerdo que al final tenía una numerosa pandilla que ya venían con él desde su domicilio y para solucionar conflictos, la Empresa, a su solicitud, había colocado dos o tres filas de bancos al frente de la platea, para la barra de don Julio González…”

“Entonces se hacían rifas de juguetes por tómbolas, y coincidiendo el número favorecido con la numeración de la entrada era agraciado uno de los presentes. Al intervalo sacaba don Julio un gran cartucho de caramelos envueltos en papel y los tiraba desde el escenario al público, en distintas direcciones y a puñados,  y al final tiraba dos o tres besos “para las niñas que no ligaron” y se dirigía corriendo al piano, bajo el aplauso de todo el salón, que festejaba su gracioso pasatiempo”.

 “Así transcurría el momento más feliz del domingo infantil en el Cine de hace 20 años (este escrito es de 1936), por el espíritu jovial y humano de este buen vecino a que me he referido y que ha muerto (decía Soumastre), como lo recordaré en oportunidad creo, y que fallece querido de todos,   (jueves 6 de agosto de 1936). “

  He referido esta anécdota verdadera, por varias circunstancias: El domicilio de don Julio era una enorme casona ubicada en la esquina de calle Florida de entonces e Ituzaingó, de construcción severa y buenos materiales, con numerosas habitaciones con ventanas muy altas y enrejadas, la que luego sufrió distintas modificaciones por divisiones entre otros posteriores propietarios, pero que aún mantiene parte de su frente por la primera de aquellas calles, hoy llamada de Castro y Careaga luciendo el No. 803. 

 Justamente al pasar los transeúntes, en aquella época frente a la ventana que se aprecia cerrada en la fotografía, se oía habitualmente a don Julio tocando melodías en su piano y cantando muchas veces, en esos casos con la ventana abierta, según comentaban los vecinos.

Asimismo en esa entrada original con varios escalones en mármol y una balaustrada semejante, un alto cancel con vidrios esmerilados tiene grabado en uno de ellos las iniciales de don Julio.

La historia indicaba que debido a que sus numerosos hijos, estaban en su mayoría dedicados a labores rurales, cuando venían al pueblo, cada matrimonio tenía su habitación, las que eran muy amplias y de considerable altura. La había adquirido de Elena Miller de Centurión, viuda de Pedro José Centurión y de sus hijos que eran varios por compra del 24 de mayo de 1905. 

 Los hijos de don Julio y su esposa María Cesáreo fueron: María Adela (casada con Raúl Viñas)- María Isabel (casada con Ambrosio Arcaus)- Aurora (casada con Francisco Esnaola) - Raúl Alejandro (casado con Tula Roglia)- Rogelio (casado con Pastora Díaz)- Juan Carlos (casado con Emma Arrieta) y María Elvira (viuda de Ricardo Burghi).

 Al comienzo dice Soumastre que el dentista Raúl González, hijo de don Julio se mudó de la casa de éste de calle Florida e Ituzaingó – frentes oeste y sur-, a la casa de calle San José frente al Norte entre Ituzaingó y Dolores. (creo que en 1936). 

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La propiedad referida tiene como antecedente histórico la de haber recibido la visita del General Venancio Flores a la viuda de su compadre Centurión, doña Marcelina García,  en ocasión de su pasaje por Mercedes a fines de 1864 cuando  en una de sus incursiones guerreras permaneció varios días en esta ciudad. (Donde pernoctara, dice W. Lockhart en su obra “Máximo Pérez – El caudillo de Soriano”).  Sin duda la construcción entonces estaba edificada con otros materiales de acuerdo a la época.

La prensa de Mercedes detallaba así la entrada de Venancio el 28 de agosto de 1864: “una división de hombres a caballo, melenudos y descalzos, con grandes divisas coloradas bastante desteñidas, los sobreros deformados por las lluvias y el uso, cubiertos de barro y con armas de diferentes sistemas, dando vivas al general Flores, al Partido Colorado y al ejército libertador y entre ellos el jefe de la cruzada  con sombrero de fieltro y poncho de paño”.

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Posteriormente, guardando aún la estructura de cuando pertenecía a don Julio, ya fallecido éste, sirvió de sede en su momento a la Allianza Francesa, tal vez por los años 1953/54 y fue también en su subsuelo, el sitio donde se imprimía el diario “El Tiempo”, en épocas de don Vidal Viñuela y su familia.       

Con el paso del tiempo pertenece ahora, en parte y con entrada por el No.803 de calle Castro y Careaga, a la familia del autor de esta nota.

El terreno original, muy amplio ocupaba casi una cuarta manzana, habiendo sido dividido en diversos solares que ocuparon varios de los hijos de don Julio posteriormente.

Hemos querido traer a conocimiento de vecinos y familiares ahora lejanos de don Julio, las características personales que lo adornaban, en particular su bonhomía, trayendo asimismo a colación los datos históricos ya que, como tantos otros lugares, se relacionan con sitios y edificaciones del departamento, así como también la relación que como vecinos tenemos con esos lugares. 

En este mismo subsuelo se comenzó a editar el pieriódico CRONICAS, desde marzo de 1982, asi casi 40 años.

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OTRAS NOTICIAS  -  En notas anteriores (ver Nos. 25- 27 y 29) hemos detallado distintas actividades que realizaban nuestros vecinos, tiempo atrás, para entretenerse o divertirse, mencionando entre ellas los diferentes desafíos que se realizaban.  Mostramos a continuación uno de ellos establecido bajo rigurosas reglas y publicitado en la prensa, para atracción de los ansiosos vecinos. (diario “ La Regeneración”  del domingo 20 de abril de 1872).