CORRIDAS DE TOROS – dentro de los entretenimientos a los que podían aspirar nuestros ancestros 150 años antes de este año 2021 hemos ubicado comentarios muy numerosos relacionados con las corridas de toros, sin duda una de las tradiciones importadas desde España, país en el que se originaron mucho tiempo atrás.

Como todo hecho que quiere implantarse, su evolución fue muy lenta, ya que se comenzó con rodear la hoy Plaza Independencia, entonces un lugar desierto y cubierto de malezas, en un improvisado ruedo, rodeándolo de precarias vallas de maderas y telas para darle una forma aproximada a los que se practicaba en la Patria Madre.

Con seguridad los espectadores permanecerían de pié y por algún sitio se introducirían los toros a lidiar y los participantes de las corridas (los integrantes de la compañía de turno o los aficionados intrépidos) enfrentándose con tal vez unos pocos brutos que serían provocados por picadores, jarreteadores y matadores.

No hemos localizado comentarios en la prensa de aquella época, desde cuándo y hasta cuando se utilizó este precario ruedo, pero creemos que por el hecho de encontrarse casi sin límite determinante su tendido, con la necesidad que tenían los fieles de concurrir a los oficios religiosos, lo que era bastante habitual, debiendo cruzar por ese espacio, hizo que la permanencia de este entretenimiento en ese sitio posiblemente no duró demasiado.

Luego se conformó en  otro lugar, cual fue en el Barrio Oeste, en sitios que nosotros denominamos como el Barrio Portugués, debido a que numerosos solares quedaron abandonados al retirarse las tropas de aquel origen, aprovechándose entonces sitios apropiados para levantar otro también precario ruedo para diversión de nuestros habitantes. Con todo, la zona no era la más propicia para que concurrieran allí familias, por estar cercana a lugares relacionados con el puerto y su entorno.

Eso hizo que luego se decidiera instalar un ruedo con características ya de casi definitivo en el otro extremo del poblado entonces, en la zona cercana a la Plaza Viera y Benavídez, luego Plaza Funes, concretamente en las manzanas conformadas por las calles de entonces denominadas Paysandú, Perdido, Montevideo y Cololó, donde sí se construyeron graderías con la debida orientación para resguardar a los espectadores de los rayos del sol en una de ellas, circunstancia  que se reflejaba también en los precios más elevados que significaba poder disfrutar del espectáculo desde esa ubicación. (Fuera de la calle Paysandú, la más conocida, los otros nombres correspondían a las actuales calles H. y Espinosa, E. Giménez y T. Gomensoro).

Se ofrecieron allí, recordadas actuaciones de comparsas o compañías que venían prestigiadas por actuaciones en Montevideo o traían ya, alguno de sus integrantes, pergaminos valiosos. Encontramos así que en el periódico “El Liberal” del 16 de junio de 1872 se indica que se anuncia la inauguración en fecha próxima  del ruedo para presentar las corridas de toros, indicándose que se encuentra en construcción. 

En otro periódico de la época, “La Regeneración”, se manifiesta que el 13 de octubre de aquel año se inaugurará, toreándose 5 toros de la estancia de Rigos, participando como 1er. espada José Marcelo Pineda y como 2º.espada Francisco Pica (á “Paquito”). Intervendrán también como Picadores José Montero de Parada- Antonio Gómez (á “Bocamanga”)- Gumesindo Corvalán (“el entrerriano”) y como Banderilleros actuarían  los dos espadas y Francisco Aguilar (á “Cario”). Completan la nómina de estos ya conocidos diestros como Capas o Ayudantes: Manuel Redondo y Antonio Melo.   

La mayoría de los terrenos en que se levantó este ruedo pertenecían a Demetrio Pereira, reconocido militar que alcanzó distintas graduaciones, ocupando diferentes cargos a pesar de su figura poco agraciada. Un recuerdo de su aspecto se puede apreciar en un panteón del cementerio municipal donde un busto lo representa. 

Los toros a su vez tenían su trayectoria y valimento, pues en general se traían de la zona del  Cololó, de la ganadería de Rigos, aunque a veces fallaban en su fiereza y se pedía que se trajeran de los campos de Figueroa.  Por ejemplo en la 1ª. corrida realizada en el nuevo ruedo, el 13 de octubre de 1872, se mataron 5 toros de los de Rigos.

Sorprendieron los cornudos en la 2ª. corrida debiendo disparar los toreros ante la bravura de los bichos. Sin embargo en una corrida posterior, los que entraron al ruedo eran tan mansos que el cronista del espectáculo en son de broma lo compara con los bueyes de los aguateros. Como dijimos las entradas tenían estos precios: la general $ 1.- pagando los niños la mitad, mientras que los palcos se cobraban $ 6.- (la diferencia de precios se explica porque la ubicación a la sombra, donde estaban los palcos,  ofrecía asimismo distinta comodidad).

Enseguida se plantean problemas con la salubridad y los vecinos se quejan porque los toros muertos son arrojados del otro lado de la cañada Roubin, con la consiguiente molestia y posibilidad de epidemias; entonces en esa época se estaba saliendo de la de viruela.

La prensa indica que se han programado otras corridas para el 1 de diciembre y para el 28 de ese mes, la primera con la participación de “el hombre barril” que mediante una chispa eléctrica enfrentará al toro matándolo, mientras que en la restante se torearán 4 toros. 

Se siguen sucediendo las corridas en el año siguiente, planteándose un incidente en la realizada el 20 de febrero comentándose que el espectáculo se convirtió en repugnante pues el torero Marcelo dio más de 30 estocadas a un toro manso, lo que indignó a los espectadores y aquel pretendió agredirlos, siendo detenido y preso.

Sin embargo pocos días después, en los primeros días de marzo se permitió que Marcelo participara, habiéndose matado 4 toros, uno de los cuales fue muerto por él. El espectáculo con todo no fue demasiado agradable pues hubieron 7 caballos muertos más un banderillero estropeado, mientas que Civo – otro torero- mató a los otros tres toros.

Estas actividades entusiasmaban a la población, acostumbrada a los continuos enfrentamientos entre distintas fuerzas militares con sangrientos combates entre las mismas, por lo que a pesar de aquellos disgustos, se establece una corrida para aficionados a beneficio de la Escuela Modelo, la que se realizaría en el Domingo de Pascua. No dice pero posiblemente fuera con toros embolados, los que serán 5 toros y un torito para los muchachos. 

No tenemos datos relacionados con el fin de este ruedo que tuvo su importancia como espectáculo ya que congregaba a una numerosa concurrencia, realizándose posteriormente a lo comentado, algunas corridas a cargo de aficionados, entre los cuales figuraba Rogelio  Braceras como uno de los más conocidos participantes, tal vez, por tener en sus venas sangre española, trasmitida por su abuelo Bartolomé Rodríguez quien fuera también un conocido militar de aquellas épocas.

La última corrida de toros fue realizada en el año 1936, propiciada por el Club de Remeros Mercedes y la que tenía como motivo la obtención de recursos para la erección del frontón de la cancha de pelota vasca que se estaba construyendo en el club de la costa.

El escenario fue en la Plaza Funez, (entonces Field Oficial de la Liga Dptal. de Futbol (hoy ocupado por el Instituto Campos) adecuada a los efectos para la realización de esa corrida en la que se torearon varios animales por integrantes de una cuadrilla que realizaba una gira por el Río de la Plata, siendo ofrecida por el Sr. Magariños Pintaluga, residente en la ciudad, a los efectos indicados.

El espectáculo se realizó frente a las gradas de madera del Palco allí construido, el que lucía colmado y desde el que se apreciaron las habilidades de los lidiadores y las embestidas de las bestias.

Como desde muchos años antes estaba prohibido el dar muerte a los animales, como también ese tipo de “deporte”, en un día muy apropiado se dieron cita en aquel escenario numerosos espectadores que vieron ese espectáculo, desconocido para muchos, pero adecuado a la reglamentación vigente, limitándose a “burlar” las embestidas de los brutos  sin herirlos ni matarlos. A pesar de la numerosa concurrencia, el espectáculo dio pérdidas estimadas en $ 250.- (según se manifiesta en la Revista del Cincuentenario del mismo Club de Remeros).