III - Esquina de calles Eusebio E. Giménez y 18 de Julio
Sí, pues hoy nos dedicaremos a historiar lo que fue el largo proceso que tuvo la aceptación primero y luego la concreción de darle el destino que estableció el donante de este predio que totaliza una cuarta manzana, para la instalación en él del edificio hoy de la Intendencia Municipal de Soriano.
En los comienzos del poblado que hoy es nuestra ciudad de Mercedes, se instaló en ese lugar don Manuel García Pichel, realista y viejo vecino de Santo Domingo Soriano con intereses también en la ciudad de Buenos Aires.
Vicisitudes de la época hicieron que tanto él como su hermano José, debieran retirarse de la Banda Oriental y luego de un tiempo, siendo contemporáneos de Luis José de la Peña, famoso cura que tuvo la titularidad de la Capilla de Mercedes, ocupando también luego la Presidencia de la Junta Económica Administrativa de Soriano, en virtud de sus conocimientos y rectitud, cedieron a éste ese terreno que les había adjudicado la Junta de Sto. Domingo Soriano oportunamente. (en 1789).
Establecía expresamente aquel, que debía destinarse a la Iglesia Católica en virtud de la creencia del donante y a su gratitud hacia este poblado.
De la Peña, que se había recibido de doctor en teología en la Universidad de Córdoba, instaló allí una quinta, especie de Jardín Botánico, sembrando hortalizas y plantando diferentes especies de árboles, plantas y flores, la que tuvo su destaque en aquellos tiempos y desde donde, luego de unos años, se trasplantó una recordada palmera a la Plaza principal de la población, siendo reconocida durante largo tiempo como un destacado motivo de la misma.
Asimismo tuvo también aquel cura, la visión de crear en ese sitio una Escuela privada de primeras letras, en la que se educaron muchos jóvenes que fueron luego personajes en el medio, habiendo recibido la enseñanza de este sacerdote. Llegaron a integrar la lista de educandos hasta 55 alumnos.
De la Peña había recibido ese terreno con sólo un rancho en su superficie, construyendo luego en él una edificación con 5 habitaciones de material con techo pajizo, pozo de balde y cercos de material con su respectiva letrina y cercos apropiados.
En tiempos de la construcción de la nueva Iglesia fue vendido este predio, para con su precio aportar su suma para atender los gastos que originaba aquella gran obra.
Luego de un tiempo llegó a ser titular de esa fracción el famoso don Cayetano de Olivera (ú Oliveira), el que tuvo su propia historia y su extensa progenie, pasando luego entre otros a lo largo del tiempo, a propiedad de José Isidoro Marfetán, quien más adelante también donó esta propiedad al Estado, para que fuera el lugar donde se levantara el edificio de la Junta Económica Administrativa y también comprendiera espacios para instalar allí las oficinas de Correos, Telégrafo, Comisión de Instrucción Pública y Receptoría General de Rentas, etc.
En esa donación otorgada el 19 de octubre de 1892 y autorizada en Montevideo por el Escribano Carlos E. Barros, se establecían determinadas condicionantes: deberían construirse los edificios dentro del plazo de cuatro años de aquella fecha y si dentro de ese plazo no se hubiera dado cumplimiento a todo lo establecido, la parte que estuviera sin edificar volvería al dominio del donante.
También sería condición resolutoria de la donación, si se previera gravar o hipotecar tanto el terreno como el edificio que se construyera en él.
En la edificación que se proyectara, la Junta se reservó todo el frente sobre la calle Montevideo (42 metros con 80 cms.) y 14 metros con 20 cms. sobre 18 de Julio, estando prevista una entrada a cochera de carruajes por la última calle, utilizable por todas las oficinas comprendidas, así como se preveía que las letrinas serían también comunes (Expediente municipal Nº. 134 del año 1892 que contenía la Memoria descriptiva).
Esa memoria describía un edificio con demasiados detalles y otros implementos no indispensables, así como diversos adornos, mármoles, estatuas, etc. lo que lo constituía en algo demasiado oneroso en una época de tirantez económica, lo que no lo hacía viable, aunque a pesar de todo se colocó la piedra fundamental con un gran acto público.
Pero aquí comienza la desidia de las autoridades que tuvieron durante más de 50 años ese lugar baldío, en pleno centro de la ciudad, recibiendo periódicamente las críticas a través de la prensa, que reflejaba el pedido de los ciudadanos de que se le diera el destino para el que se había destinado.
Ya tres años después se dice que el solar estaba abandonado, sin cercos ni veredas, habiendo la Junta sólo levantado una pared de un metro de altura y varios años después, en la prensa se dice que es necesario que ese lugar deje de estar teniendo sólo construido un paredón. Aparte se menciona que el nivel de la obra quedaría bajo el que correspondería a la altura y nivelación de la calle.
Los herederos de Marfetán, fallecido éste, en varias ocasiones pidieron la anulación de aquel donativo y mediante promesas, de la Junta Económica primero y luego de la Intendencia alegando falta de dinero u otros motivos, se iba prolongando la realización de las obras, que recién se concretaron en 1942.,destinándola solamente a sede de la Intendencia, pues todas las oficinas que deberían ir asentadas en ese predio, según se establecía en la donación, ya se habían incrementado en gran medida en su tamaño y en su personal, debiendo buscárseles entonces otras ubicaciones.
Fueron necesarios más de 50 años para finalmente destinar el predio para asiento de las oficinas municipales, debiendo posteriormente realizarse ampliaciones y mejoras, disponiendo parte del edificio para dar cabida en él a la sede de la Junta Departamental de Soriano.
Al comienzo de la Presidencia del Dr. Juan José de Amézaga se pudo dar cumplimiento (en parte) a las disposiciones del donante del predio donde hoy se ubica la Intendencia de Soriano.
Mientras tanto, la sede primero de la Junta Económica Administrativa y luego, ya creada la Intendencia Municipal, sus oficinas ocuparon numerosos lugares transitorios, careciendo de un sitio apropiado y teniéndose este céntrico lugar aún baldío, sin cumplir con las condiciones que estableciera oportunamente el donante.
Es así que la Intendencia ocupó durante varios años el edificio que fuera durante mucho tiempo el viejo Hotel Navarro, en la Avenida Asencio y Colón, hasta que una fuerte creciente lo llevó a que ocupara una construcción de dos plantas en calle Artigas entre Florida entonces y San José (de C. y Careaga y Ferreira Aldunate hoy, acera este). También estuvo instalada en la hoy Casa de la Cultura, mientras que poco y nada progresaba la obra prevista, proyectada e iniciada en las calles que hoy ocupa.
Finalmente luego de su inauguración ý durante un tiempo, el frente por calle Eusebio Giménez que en gran parte del mismo tenía sólo un nivel, fue completado en su totalidad, ubicándose en la planta alta, aparte de sus propias oficinas, despachos, etc .las pertenecientes a la Junta Departamental.