Tendríamos que sub titular esta nota como “La Imprenta y los Billetes de Lotería” ya que todo ello conformó lo que veníamos explicitando en nuestra anterior, que tituláramos igual que ésta.

Hacíamos notar entonces que para hacer frente a esa triste costumbre de los habitantes de aquellas épocas (las que no se han abandonado del todo, pues cada tanto se publican noticias de atrocidades semejantes o peores aún), y limitándonos a lo que sucedía en Montevideo, se decidió establecer allí, un sitio relativamente disimulado en el que se podían abandonar las criaturas recién nacidas o con pocos días de vida, sin que fuera posible individualizar a sus padres.

Explicábamos también, que existía todo un sistema para evitar que el depósito de un cuerpecito pasara desapercibido u olvidado mucho tiempo, ya que se había adherido a ese Torno un sistema de campanillas para que al cerrar desde afuera la puerta corrediza, se activaran aquellas campanillas para llamar la atención de quienes tenían la misión de recoger al pequeño.

En definitiva entrado el niño en el hospicio o convento, tomaban intervención las monjas que tenían la misión de atender sus necesidades, ya fuera de alimentación (que lo hacían a través de amas de leche contratadas para ello), su vestimenta, su salud y posteriormente, a medida que iban creciendo, su educación.

Girado el torno, se encontraba el niño dentro de un aposento en el que lo acogían las monjas que se ocuparían de su cuidado.

Decíamos también que se denominó a ello, siguiendo su procedimiento, como “el Torno de Expósitos” y luego “La Inclusa”, tomando esos nombres por la designación de los pasos que se iban sucediendo.

También hacíamos notar que este sistema se aplicó en varias naciones del mundo, siendo mencionadas en Francia, en España, en Italia y en otros lugares de diferentes maneras, adjudicándoseles luego a las criaturas, distintos apellidos elegidos de acuerdo a cada región, según explicaremos en otra nota.

Establecida “la Inclusa en Montevideo”, luego conocida como “Casa Cuna” que estaba ubicada en el Hospital de la Caridad, se menciona que en su primer mes de funcionamiento recibió 8 niños abandonados, mientras que en poco más de 3 años el número de ellos ascendió a 139. Nótese el importante número de niños que carecían luego, de padre y madre, por lo menos conocidos.

Con todo, los decesos que se producían llegaban al comienzo hasta un 80% de los mismos, debido a su estado de salud o de cuidado, en que se encontraban al ser abandonados.

Facsímiles de los primeros billetes de lotería impresos con el fin de obtener recursos para el Hospital de Caridad de Montevideo. 

Se menciona que en la parte exterior del Torno donde se depositaban los cuerpecitos, en el frente del Hospicio y a la vista de los viandantes, existía un tosco cartel que rezaba: “Mi padre y mi madre / me arrojan de sí / La piedad divina / me recoge aquí “, lo que reseñaba la cruda realidad.

El atender todos esos extremos de la numerosa cantidad de expósitos que se depositaban, originaban crecidos gastos que sumados a los propios que suponía la atención de los enfermos, indigentes  y el funcionamiento propio del Hospital, agotaban el escaso presupuesto de que podían disponer, el que generalmente provenía de colectas o limosnas del vecindario.

Pero siguiendo con la explicación del título, diremos que se decidió entonces establecer una lotería cuyo destino fuera, justamente, utilizar su producido en atender los gastos originados por esa nueva obligación del Hospital.

En esos tiempos se acostumbraba a licitar anualmente el juego de la lotería, como entretenimiento del vecindario, basada la misma en la habitual de cartones, que se realizaba luego en el domicilio del que obtenía la misma con su propuesta, o en un local apropiado, quedando el beneficio obtenido a su favor.

Plancha preparada para la impresión de una jugada de las primeras loterías para favorecer al Hospital de Caridad de Montevideo.

Tomando a su cargo la “Cofradía de Los Hermanos Hospitalarios del Sagrado Corazón de Jesús” que administraban el funcionamiento del Hospital, el funcionamiento de ese juego, ahora monopolizado por las autoridades, se encargaban de su organización a través de la impresión de billetes de lotería, cuyo producido se destinaba a cubrir los gastos originados por el propio Hospital y la Casa Cuna o “Inclusa”.

Un décimo pronto para imprimir el número para el sorteo del 9 de abril de 1927, luce la imagen del Hospital Maciel.

Esto significaba colocar los billetes en una población más numerosa, con un rendimiento económico apropiado, pero a su vez significaba rodear a esos sorteos de la jerarquía necesaria, para lo cual debían imprimirse esos billetes de tal manera de evitar falsificaciones o estafas, suponiendo ello nuevos gastos.

Para obviar estos hechos se adquirió una imprenta que perteneciera  a un librero que se ausentara del país y reparada la misma se utilizó para aquel fin y también para realizar trabajos particulares, acrecentando de esa manera los ingresos.

Dibujo de Besnes Irigoyen de la Inclusa y el viejo Hospital Maciel.

Según Guillermo Furlong S.J. en su obra “La Imprenta de la Caridad 1822-1855”, el 21 de diciembre de ese primer año se acordó un Reglamento Interno para atender dicha imprenta, compuesto de 17 artículos en los que se detalla minuciosamente la actividad que debería desempeñar cada uno de los individuos dedicados a trabajar en la máquina impresora, así como las atribuciones, deberes y obligaciones de los directores y demás personal de aquella.

Hoy se ha modificado en mucho la forma y realización de los sorteos, como así también ha incidido de manera muy sensible en la recaudación y el producido económico, por la proliferación de juegos de azar existente, lo que ha influido en cierto decaimiento en el prestigio y marco que tenían los sorteos que anterior y periódicamente se realizaban.

Décimo del Nº 13.722 para el sorteo del 24 de agosto de 1923.

Con todo, y habiendo pasado a ser administrada por la Dirección de Loterías y Quinielas todo lo referido a este tipo de juegos, entendemos que mantienen su expectativa los tradicionales sorteos de Fin de Año y su revancha de Reyes.

Nos llamaba la atención el hecho de que la Lotería se destinaba sólo en sus comienzos al Hospital Maciel, cuando en distintas localidades existen Casa Cunas o Asilos, al comienzo conformados por Sociedades de Beneficencia o Comité de Damas generalmente, pero desde que se han creado institucionalmente organismos que tienen por misión atender a los niños en difícil situación de vida, preguntábamos cómo se atendía a esas otras situaciones del interior del país.

Nos informan que se buscó la solución, destinando el importe de los premios que no son cobrados, que aunque parezca mentira son muchos, para atender las necesidades, sobre todo edilicias, de las casas ubicadas en los diferentes departamentos.

Décimo del billete para el sorteo del 4 de octubre de 1963. Nótese que ya interviene la Dirección de Loterías y Quinielas.

Siendo un tema que reviste distintos detalles interesantes, proseguiremos en otra nota a detallarlos, extendiéndonos también en la adjudicación de los apellidos arbitrarios que se les imponen.

Aunque parezca mentira, en estudio que hemos realizado examinando las anotaciones bautismales de distintos templos de la zona, hemos encontrado por ejemplo que en nuestra ciudad (Mercedes) en el período 1790 a 1811 aparecen 64 partidas que se refieren a nacidos de padres incógnitos, más otros 12 niños que han sido arrojados en diferentes lugares: Detallamos aquí fechas y sitios-  21.IV.1803- “bautizada como Pasquala, arrojada a las puertas de Ambrosio Núñez”; - 23.VI.1803- Segundo, “arrojado en casa de Rudesindo Acuña”; - 12.VIII.1803- María Ignacia, “arrojada en casa de Domingo González”; - 16.VIII.1803- Clara, “fue arrojada en casa de Sotelo Estela”; - 10.VIII.1804 - otra María Ignacia, “arrojada en casa de Juan Dionisio Ruydías”; - 6.VII.1805- María Secundina, “arrojada en casa de Francisco Benítez, que se ha hecho cargo de su educación”; - 31.X.1806- María de los Santos, “se la echaron a la puerta de Andrés Pérez casado con Pasquala Fuentes”.

Otra manera de hacer referencia a estos casos denotan las partidas que dicen: 4.XI.1807- María de los Santos- hija de padres no conocidos: la recogió en su casa Dña. Angela Quadra; - 28.XII.1808 – Thomasa Narcisa, hija de padres no conocidos, pero la recogió en su casa y se hizo cargo de ella Narciso Moresco y su esposa Doña Nieves Gómez; - 12.VI.1809- Quiteria Rita, hija de padres no conocidos, lo recibió en su casa Don Martín Dubroca; - 2.III.1810- María Jerónima, hija de padres no conocidos, la recogió en su casa Francisco Soria; y  25.IV.1811- María de las Mercedes, hallada en casa de Bernardina Velasco, quien fue su madrina.

En la entonces población de Víboras entre 1794 y 1811,  son registradas 45 anotaciones en que se indican ser hijos de padres incógnitos, otros 5 son criados por diferentes familias, de los cuales 3 son mencionados como huérfanos y otros 3 figuran como arrojados en distintos sitios. 

Sin embargo en Villa Soriano hemos encontrado sólo 4 casos entre 1791 y 1811 que figuran como de padres desconocidos, mientras que en cambio en Espinillo y Dolores hemos hallado entre los años 1774 y 1814 más de 100 referencias a niños expósitos.

Mencionamos ésto como muestra de detalles poco conocidos de aquellos primeros tiempos de la Banda Oriental.