Todo necesita tiempo; de un pequeño embrión cual fue la loca idea del cura Careaga, hasta este tiempo actual han pasado ya más de 230 años y aquel inicio comenzó poco a poco a desarrollarse, ocupando desordenadamente los espacios circundantes al lugar donde se habían comenzando a levantar las paredes del pequeño pero preciso Templo en 1788, preciso pues en esa época todo giraba alrededor de la religión y también de la fe de quienes habían encarado esa arriesgada aventura.

Arriesgada aventura, pues significaba desgranar de una población que ya tenía su propia historia basada en una permanencia más que centenaria, con sus autoridades impuestas por quienes gobernaban el Virreinato al que pertenecían, a quienes pasaban a ser sus detractores, impugnando entonces los antiguos vecinos sorianenses aquella temeridad que a la vez amenazaba sus propios intereses.

 Con todo, aquella decisión comenzó a fructificar y en uno de los primeros indicios de que ya había vecinos establecidos, cual fue el Censo de 1792 de la que se denominaba entonces “La Capilla Nueva de Mercedes”, (cuatro  años después del inicio de esa aventura) se registran como vecinos propios del poblado la cantidad de 136 habitantes, más otro ciento de ellos en los alrededores. 

Conste que deci-mos habitantes, pero comprendemos en ellos no sólo a los cabezas de familia o a los matrimonios, sino también a los hijos, peones y agregados.

Se comenzaban a delinear entonces las precarias calles, se trataba de establecer el contorno de las futuras manzanas que encuadrarían el área a ocupar por la que se pensaba sería una pequeña población, comenzaban a trasmitirse a vecinos desparramados en esos apartados lugares que formaban la soledad de los inmensos campos, sólo poblados por el numeroso ganado, producto de los primeros vacunos arrimados por Hernandarias mucho tiempo antes, de que podían obtener un sitio alrededor de aquel Templo que se iba levantando, con posibilidades de tener adonde concurrir en los días festivos para la religión, punto fundamental para las creencias de la  época 

Lamentablemente las desavenencias políticas seguían vigentes y habían eclosionado provocando, algunos años después el inicio de lo que se llamó “La Guerra Grande”, que se extendió varios años a partir de 1839., pero ya existían algunas autoridades que se preocupaban por dirigir la vida societaria de la población que comenzaba a extenderse, en muchos casos sin respetar ciertas reglas necesarias para ordenar la vida de sus habitantes.

Es así que por 1848, cuando ya la población ascendía a unas 3000 personas se proclama una Ordenanza del Comandante Juan María Braga, determinando cual sería el perímetro dentro del cual se podía edificar y utilizar como propios los lugares que habían sido adjudicados a cada poblador, dentro de los cuales debían respetarse determinadas maneras de ocupar los mismos.

Se establecía por esa Ordenanza que se consideraba como el sitio propio del pueblo de Mercedes el comprendido entre lo que serían hoy las calles Asencio al norte, Herrero y Espinosa al este, Casagrande al sur y 21 de Setiembre al oeste (entonces denominadas respectivamente como Río Negro, Perdido, Durazno y Cuareim).

Fuera de esa delimitación se establecía un espacio de una línea de unas  tres manzanas hacia cada viento, conformando una especie de cintura de la población., en las que se podían establecer industrias, como hornos de ladrillos, molinos o atahonas, empresas de carruajes, barracas, curtiembres, velerías. 

Desde allí hacia más afuera ya se consideraba todo el espacio como el Ejido de la ciudad., zona que conformaban numerosas pequeñas chacras., estimulándose luego, por diferentes decretos, el destino de esas tierras, llamadas “de pan-llevar”, exclusivamente para la agricultura, debiendo sus poseedores dejar solamente en esos predios, las vacas necesarias para el abastecimiento de leche para las familias y los caballos y bueyes que permitan su utilización en el labradío.

Por 1834 (época de la confección del plano sobre el que se realizó la Maqueta de Mercedes), se estimaba la población total en unos 2.500 habitantes incluyendo familias, peones, esclavos, agregados, etc.

Debemos imaginarnos que al dividirse cada manzana del poblado en 4 sitios, se tomaba en cuenta y se preveía que al ser las familias muy numerosas, tenían con ellos criados y peones para movilizar sus equinos, medio habitual de desplazamiento, sus carruajes o carretas que necesitaban la fuerza bruta de estos animales y de los bueyes, los que debían alimentarse, para lo cual se necesitaba espacio para acumular el forraje necesario o zonas determinadas dentro de cada sitio para que pudieran pastar ocasionalmente.

También eran numerosas las familias que tenían esclavos, para quienes debían destinarse espacios para sus ranchadas o lugares de trabajo y de alojamiento. 

Vino después la emigración numerosa provocada por las hostilidades de aquella larga guerra civil que diezmó la población de la villa, muchos de cuyos habitantes se radicaron en Entre Ríos para ponerse a salvo de aquellas luchas, hecho que provocó el abandono de muchas propiedades y el decaimiento del empuje que se venía produciendo. 

Ya en 1848, época de la Ordenanza de Braga, la población ascendía a unos 3.000 sujetos, cifra que se fue acrecentando al cesar las hostilidades de aquella larga guerra civil y a la prédica realizada para atraer mayor población desde el exterior, sobre todo desde las naciones europeas (España, Italia, Suiza, Rusia).

Lentamente se van poblando espacios, es necesario ir urbanizando lugares, parajes, zonas que se consideraban casi inaccesibles por su conformación, altura, suelo poco propicio para sembrados; se debían salvar irregularidades del terreno como zanjas, vertientes, lodazales, pozos profundos, etc.

Vecinos progresistas comprenden la necesidad de expandir el poblado, adquiriendo o solicitando solares en lugares despoblados y relativamente alejados de la zona central del movimiento que ya podíamos decir “ciudadano”,  pues en ese último año, Mercedes pasaba a ser declarada ciudad y también capital del departamento, quitándole esa cualidad al viejo poblado de Santo Domingo Soriano.

Es así entonces que por 1868 se presentan ante las autoridades los representantes de la Sociedad denominada “de Fomento de Mercedes”, señores David A. Silveira y González, mencionando que han adquirido unos terrenos o solares en la parte Sud-Este de la traza de esta ciudad, llevando adelante la idea de desarrollar la asociación con numerosos vecinos para promover el progreso y adelanto de esa zona de la población.. 

A esos efectos promueven “fundar” una plaza destinada para “Mercado de frutos del país” para que allí concurran todas las carretas y vehículos que procedentes de la campaña conduzcan a la población sus cargas de frutos, cueros  y mercaderías en general.

Basan esta inquietud en que de esa manera se evitaría el espectáculo molesto  y peligroso de ver en estas calles carretas de campo tiradas por animales ariscos, perjudicando veredas y los propios edificios, para lo cual han debido fijarse postes en las esquinas para evitar los  daños que provocaban con sus enormes y pesadas ruedas. 

Es necesario sustituir las mismas (las carretas) por el uso de carretillas o carros tirados por caballos, “como se hace en cualquier población menos importante que nuestra floreciente ciudad.”- dicen.

Asimismo se daría trabajo y se atraería a nuestra población la clase trabajadora, promoviendo  “compañías de changadores” para la carga y descarga de aquellas mercaderías y frutos, de lo que se carece hasta el momento.

Siguen enumerando los Sres. Silveira y González, en la representación invocada, los beneficios que la aceptación por las Autoridades de este pedido que realizan promoverá en el progreso de la ciudad, sin dejar de mencionar también que por supuesto pretenden obtener un lucro promoviendo la implantación de ese Mercado de frutos, pues son propietarios de varias manzanas a la redonda del punto señalado, las que se encuentran recién mensuradas y prontas para ser vendidas.

Mencionan como sitio adecuado para la implantación del “Mercado para frutos del País”, la manzana comprendida por las calles Cololó (Tomás Gomensoro hoy) al Este, Bequeló (hoy José P. Varela) al Oeste y calles sin nombre entonces tanto al Norte como al Sur (las que hoy serían C. Fregeiro y R. Taruselli- antes Fomento o Río Branco.

Con fecha 5 de octubre de 1868 la Junta Económica Administrativa aprueba la donación gratuita de aquella manzana de terreno referida, declarando fundado el “Mercado de frutos del país” a donde deben concurrir desde el 1 de enero de 1869 todas las carretas y vehículos procedentes de la campaña con dichos frutos, para ser revisados y marchamados(1)  los que correspondan, con arreglo a las disposiciones y reglamentos que se dicten oportunamente. 

Indudablemente la zona despoblada entonces, utilizada como chacras, comenzó luego, al ser admitida esta propuesta de la Sociedad Fomento de Mercedes, complementada con la inmediata venta de los solares vecinos, la conformación de un nuevo y poblado barrio de la ciudad.

Fuera de esto se solicita también a la Sociedad de Fomento de Mercedes, la donación de otro terreno, con las medidas de costumbre de 50 x 50 varas, para instalar allí la Oficina de Policía para el cumplimiento de los controles que se establecen.

Habiendo accedido la Sociedad de Fomento de Mercedes a complementar aquella donación con lo que le pide la autoridad para ejercer el control policial desde una oficina vecina al lugar de aparcamiento de las numerosas carretas, acepta el donar un terreno que medirá 21 mts. 475 mms. de frente y 42 mts. 95 cms. de fondo, ubicado mirando al norte sobre la calle entonces Fomento confundida allí con la propia Plaza de Frutos, el que por el este linda con la calle Cololó, por el oeste y por el sur con terrenos de la misma Sociedad de Fomento. 

Corridos todos los trámites burocráticos, quedaba como ultima imposición y la que fue aceptada también, lo que determinó el Superior Gobierno de que en caso de que por cualquier evento se localizare en otro punto de la ciudad la Plaza de Frutos, el terreno de que se trata quedará a beneficio del Estado para desahogo de la población, solicitud esta que fue apropiada ya que en realidad, posteriormente, sucedió así.

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En otra nota seguiremos historiando el origen y desarrollo de la zona que hoy ocupa el Estadio Luis Koster y sus alrededores.

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 (1) señal en los bultos en las Aduanas.