Comenzando primero por casa, llegamos a fines del año 2019 inmersos en el final de la etapa electoral a nivel nacional, donde de acuerdo a los resultados ya jugados, es evidente que la realidad política cambió radicalmente, de acuerdo a los datos la mayoría absoluta ha cambiado y ya no es la misma que hace 15 años, si bien aún resta que la ciudadanía se pronuncie, y nada menos que para elegir al Poder Ejecutivo en un Sistema como el Uruguayo que es muy presidencialista. Seguimos con algunas fortalezas sobre todo si nos comparamos con la región, pero con problemas estructurales muy acentuados, déficit fiscal en el límite aceptable, economía estancada, la inseguridad que sigue galopando, el mercado de trabajo complicado, en definitiva, vaya panorama y desafíos para el próximo gobierno, sea el que sea. 

En tanto si miramos más a lo lejos, en LA (Latinoamérica) estamos en un momento muy complicado, Venezuela con catástrofe social y emigraciones masivas históricas, países donde la inseguridad no da tregua y las bandas de narcotraficantes asolan a la población, Chile con revueltas sociales sorpresivas que parecen poco espontaneas, grandes y explosivas que demuestran grietas sociales profundas, en Bolivia reina el caos luego de comprobado el fraude electoral propiciado por Evo pretendiendo aferrarse al sillón, y se ve forzado a renunciar mediante medios cuestionables. Mientras tanto en LA seguimos con millones de personas que siguen viviendo en la pobreza y con un futuro desolador, en fin, no en vano somos el Continente más desigual y el Continente más inseguro del mundo.

Podríamos preguntarnos, ¿Cómo llegamos a esto?, no es una pregunta sencilla de contestar, y mucho menos si consideramos que nos estamos planteando esa pregunta poco tiempo después de haber tenido condiciones internacionales muy favorables, que han facilitado una década de crecimiento excepcional de nuestras economías, crecimiento que se dio en la gran mayoría de los países de LA, con la excepción clara de Venezuela por motivos conocidos. 

Además hemos tenido, al menos en la mayoría de los países de América del Sur, alternancia de épocas de gobiernos de derecha, centro, y de izquierda. A inicios de siglo hubo un largo período en el que los ciudadanos eligieron para gobernar a partidos políticos que se definían de izquierda, en Argentina, Ecuador, Bolivia, Brasil y Uruguay, y alternancia en otros como Chile y Perú por ejemplo. 

Estamos como estamos,  pero ¿cómo vamos?

El crecimiento económico al que me refería anteriormente, que si bien es cierto  los países generaron condiciones para explotarlo, pero no podemos desconocer que se debió al incremento totalmente excepcional del precio internacional de las materias primas que exportamos, en virtud del disparo de la economía China y otros factores, disfrutamos durante más de 10 años de una entrada de dólares extraordinaria que permitió que casi todo el continente creciera a tasas históricas, Uruguay incluido que creció en algún año a tasas del 6 o 7 % y mantuvo hasta el 2014 un promedio de más de 5% en 10 años, siendo superado solo por Perú, Argentina y Panamá. 

Ese ingreso extraordinario de divisas permitió que creciera el PBI y ciertamente que bajaran los índices de pobreza y por ende mejorará la igualdad en esos años, había dinero para políticas sociales, para transferencias, para invertir en obra pública, el problema empezó cuando esas condiciones excepcionales, tal cual todo el mundo sabía que sucedería, se terminaron. Lamentablemente en la mayoría de los países la tendencia decreciente de pobreza y la desigualdad ha tenido un quiebre de tendencia desde el 2014 o 2015, y ha comenzado a subir. Se debe destacar que Uruguay era el mejor en LA en el año 1990, en el año 2000, y lo seguimos siendo hoy, sin embargo hemos mejorado muy poco en relación a los años 90 pre debacle del 2002. (menos de 10%)

¿Quién es el 

culpable? ¿Y ahora?

Es curioso de ver como cada conflicto es analizado desde la perspectiva ideológica de quién lo evalúa, en particular para ciertos grupos de izquierda, incluido el Pit Cnt, el conflicto en Chile y el reciente en Ecuador, son causados por “las políticas neo-liberales de gobiernos de derecha sin sensibilidad humana”; mientras que conflictos similares como sucede actualmente en Bolivia, y ni hablar en Venezuela, parece ser que no!!, ésta vez el mismo pueblo que reclama en las calles no lo hace legítimamente sino que es auspiciado por la oligarquía de derecha y grupos de poder (EEUU incluido). 

El PitCnt llama a una marcha en contra del “Golpe de Estado” en Bolivia, compartible por cierto, pero olvidan condenar un detalle, nada menos que el Presidente intentó traicionar y mentir sobre la opinión del pueblo, resulta entonces que cometer fraude electoral comprobado es justificable en esos casos para que “el pueblo” siga en el poder. Evo Morales dijo: “Mi pecado es ser indígena”, pues no, su pecado es haber estirado la Constitución a su favor primero, y ahora haber intentado falsear la voluntad de la ciudadanía, y lógicamente ha perdido toda su legitimidad y el gran apoyo popular que supo tener, lo que terminó ocasionando que diversos agentes operaran por fuera de lo estrictamente democrático, huyendo a refugiarse en México y dejando al país en el caos total.

Está de más decir lo ridículo e impresentable de tal análisis, porque además de arribar a conclusiones contundentes luego de hacer apenas una observación totalmente sesgada y superficial, sin conocer la realidad, son totalmente incoherentes y la causa de la revuelta ya está definida según el color del gobierno actual de esos países, eso sí, importa solamente el actual, porque parece ser que no afecta en nada que antes hubiera gobernado la izquierda durante años, como sucedió en Argentina por ejemplo, o Chile. Esa simplificación de la realidad bajo el concepto de buenos y malos no resiste un análisis medianamente serio ni tampoco la evidencia empírica. 

Parece ser que el problema en LA no es exclusivamente si el gobierno es de izquierda o de derecha, las alternancias comentadas lo acreditan, es problema de ser pragmático, es cuestión de hacer las cosas bien o hacer las cosas mal, y pensar en el bosque y no en el árbol, generar crecimiento y en especial desarrollo de la población, pero sustentable y con futuro, eso requiere no pensar en 5 años de un período de gobierno  sino planificar al menos a 15 o 20 años.

Tal cual lo decía el reconocido escritor Irlandés Oscar Wilde: “La verdad, rara vez es pura, y nunca es simple”.

Chile, le pese a quién le pese, era el país de LA que por lejos iba más encaminado hacia el desarrollo, esto es indudable de acuerdo a todos los índices y números macroeconómicos que iban en franca mejoría desde hacía años, con gobiernos de izquierda y de derecha, con políticas de Estado de largo plazo, y así lo reflejaban todos los rankings internaciones que miden estos aspectos, donde Chile estaba primero en el desarrollo de la sociedad, como por ejemplo el elaborado por las Naciones Unidas, el Índice de Desarrollo Humano, en el cual Uruguay es el 3º. Lamentablemente ahora, luego de que las flaquezas de la sociedad se reflejaran en protestas con saqueos y muertos, muy probablemente alentadas desde el exterior, pero que también sin dudas revela grietas existentes en ese país, lo hará retroceder alejándolo notoriamente del camino del desarrollo. 

Según las predicciones del FMI mientras Asia crecerá a casi el 6 %, y África a más de 3 %, Latinoamérica  solo mejorará 0,2%, estancamiento consolidado e indiscutible. Y no llegamos a ello por casualidad, claramente el Continente no ha encontrado las vías de desarrollo sostenible, se bajó la pobreza y se mejoró la distribución mientras hubo plata, durante la década de ingresos extraordinarios, pero terminada esa fiesta de los precios de los commodities, grandes sectores de la población que habían logrado superar la línea de la pobreza vía transferencias del Estado, y grandes sectores medio/bajos ahora están con serios problemas, sienten que aquello que parecía logrado no lo es tanto, ahora ven como sus anhelos y sueños comienzan a frustrarse, lo que lógicamente genera enojo y brotes de cólera. 

Luego de alternancias entre gobiernos que abarcan toda la gama política de izquierda a derecha, si bien es cierto con diferentes realidades y puntos de partida entre los distintos países, sin embargo, a la luz de los resultados y luego de terminado el viento de cola, podría afirmarse que los problemas de fondo siguen sin solucionarse, y parece que ni siquiera está bien claro cuál debe ser el camino. 

No soy católico, pero hay momentos que me gustaría serlo para encomendarme a la acción divina. 

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