Comenzaremos por decir que si bien actualmente, sobre todo en nuestra ciudad, no nos encontramos habitualmente con personas de raza negra, hubo sí un largo tiempo en que muchos hombres y mujeres con ese color de piel integraban el número de habitantes de Mercedes.

Lo mismo sucedía en otros lugares de nuestro departamento de Soriano, siendo la mayoría de ellos sometidos a la esclavitud hasta unos pocos años antes del 1850.

Mucho se ha hablado del trasiego de cientos de miles de seres arrancados sobre todo de las costas occidentales del continente africano por los perversos comerciantes, que buscaban esa mano de obra relativamente barata y fácil de obtener.

Las causas de las muertes eran distintas: enfermedades, entre ellas el botulismo,  amén de hambrunas y falta de aire puro para poder sobrevivir largos viajes que duraban en ocasiones meses.

Luego de numerosas vicisitudes, lentamente se fue suprimiendo en distintos países primero la trata y luego la propia esclavitud.

En lo que concierne a nuestro país, se fueron emitiendo decretos que paulatinamente propiciaron la abolición total, comenzando con el dictado el 7 de setiembre de 1825 por el que se declaran “libres sin excepción de origen los que nacieren en la Provincia desde esa fecha en adelante, quedando prohibido el tráfico de esclavos de país extranjero”.

Con antelación se había decretado la libertad de vientres a partir de 1814 por lo que debían ser totalmente libres los nacidos de madres esclavas desde entonces.

Fueron luego objeto de varias vicisitudes e interpretaciones diferentes los diversos cambios que se fueron produciendo, solapándose prohibiciones, amparándose en necesidades apremiantes como las de reclutar soldados para las distintas luchas armadas, o no poder hacer frente el Estado al pago de las sumas que debieran abonarse a los dueños de cada esclavo para lograr indemnizarlos por la libertad declarada por ley.

Es muy amplia la bibliografía que trata el tema, ocupándose desde la manera cómo se “cazaban” en las costas africanas a los nativos por verdaderos negreros, que no sólo lo eran los que se dedicaban a ese horrible comercio, sino también en muchos casos, los propios integrantes de distintas tribus o etnias de los diferentes parajes de aquel continente, en forma especial los jefes (reyes) o principales personajes de esos sitios, que trocaban a sus enemigos apresados por armas o bebidas.

Muchos países participaron de ese triste comercio, contándose entre ellos Gran Bretaña, Francia, Portugal, España, Austria y otros países que autorizaban “la trata”, destacando embarcaciones para ese cometido, las que en general trasladaban sus presas hacia el continente americano.

La conquista de estos territorios había producido la eliminación de la población indígena apta para brindar su mano de obra para los emprendimientos colonizadores, por lo que aquellas naciones previeron su sustitución por la mano de obra esclava, mientras no penetraron, tierra adentro, en el territorio africano.

El establecimiento autorizado en las costas de Colonia en nuestro país en el año 1713, en el cual permanecían en “cuarentena” los sobrevivientes de aquellos viajes cruzando el Atlántico, en los que perecían la mitad o más aún de los que originalmente se trasladaban, servía para organizar las penosas caravanas hacia las costas sobre el Océano Pacífico, lugar a  donde se destinaban la mayoría de ellos para cubrir las labores en las minas u otros emprendimientos de los colonizadores españoles en general.

 Pero ocupándonos de lo que sucedía con los que quedaban en la Banda Oriental primero y luego en nuestro territorio, diremos que en general, aunque no siempre, fueron tratados de mejor manera que los que se llevaban a Norte América o al Caribe, donde el trato fue muy riguroso en las haciendas azucareras o en los cafetales de las distintas islas caribeñas.

Era entonces, como dijimos en notas publicadas en el año 2003 en un periódico semanal, que los esclavos (ya fueran africanos, zambos y hasta mestizos) eran considerados habitualmente como “cosas u objetos”, sin derecho absolutamente a nada, utilizándoselos en un sin fin de actividades, desde tareas rurales hasta labores domésticas.

Era común que fueran traspasados de un amo a otro, previo pago de un precio, el que variaba según fuera un hombre robusto y relativamente joven, una mujer en edad de procrear, adolescentes o niños, variando su costo entre $ 300-250 ó algo menos en el último caso. Variaba el mismo en base al sexo, a la edad y a la fortaleza física del individuo.

En lo que concierne a documentación existente en nuestra ciudad, hemos encontrado numerosas menciones en los Protocolos de los Escribanos o de los Alcaldes de la época, comprendidos entre los primeros años de nuestra población.

Surgen también datos significativos de los primeros libros que llevaban los curas encargados de la entonces “Capilla Nueva”, libros en los que se asentaban los matrimonios de seres de estas razas, como así también nacimientos de sus hijos o inclusive defunciones, anotaciones confundidas con las de los demás habitantes del poblado.

Por ejemplo en un período de casi 20 años (entre 1793 y 1811) encontramos 14 casamientos registrados, en los cuales ambos consortes eran de origen africano, asentados en el 1er. libo de matrimonios de aquella capilla, siendo más numerosos los bautismos de niños originarios de padres esclavos, habiendo localizado la cantidad de 93 en el primer libro de bautismos de la propia capilla en ese mismo período señalado.

Esto nos da la pauta de que hubo en Mercedes, (en sus orígenes), una numerosa cifra de personas de la raza negra, dedicados a diferentes ocupaciones como ya dijimos.

Y estudiando los apellidos de quienes figuraban como dueños de ellos, extraemos algunos, porque esos mismos apellidos se les aplicaban a sus esclavos y por lo que posiblemente permanezcan aún muchos descendientes de aquellos originarios negros esclavos de nuestra población: nombramos así como dueños a Nuñez- Acosta- Plaza- Salazar- Borja- Piñeiro- Godoy- Albornoz- Ovalle- Viera- Nieto- Chain- Balle- Morales- Espinosa- Rodríguez- García- Díaz- Segovia- Haedo.

 Siendo este un tema que ha tenido distintos episodios durante más de 100 años, en los diferentes parajes que comprenden el entorno de los primeros tiempos de nuestra población, debemos también hacer mención a los lugares con los que se estaba en permanente comunicación entonces, como Villa Soriano, Espinillo (luego Dolores), Vívoras y Colonia.                                           

Esto dará lugar entonces a tratarlo en más de una nota, estableciendo aquí sí, que fue abolida la esclavitud en nuestro país en forma total recién después del fin de la Guerra Grande o sea luego de 1851.

Quedarían por tratarse las ocupaciones a que se destinaban los esclavos y las esclavas, la forma de su comercialización, su origen, como se publicitaba la necesidad de obtenerlos, la descripción de sus virtudes o defectos, etc. lo mismo que la apreciación del valor económico de cada uno.

En próxima nota seguiremos detallando distintos aspectos del sufrimiento a que fueron sometidos los esclavos antes de poder realizar una vida relativamente menos violenta.