Sea cual sea el resultado final de la intervención judicial, el vecino Wanderley Bouchatón y su familia pagarán un alto precio por un hecho que no gestaron. Las derivaciones y la posibilidad de que vengan capítulos posteriores perjudiciales para ellos ha creado un estado de generalizada indignación. Hoy a la tarde habrá una reunión en Club Ayuí a partir de las 15.30 horas.
Diversos intercambios de ideas ya están siendo cruzados entre la opinión pública respecto a qué medidas deberían tomarse como forma de demostrar que cuando un vecino recibe una agresión que no buscó, debe ser defendido más allá de las consecuencias.
En esta ocasión la muerte del delincuente que entró a robar, complicará la situación judicial de Bouchatón que seguramente a partir del episodio no ha podido concentrarse un solo minuto en sus obligaciones personales y familiares.
Todos coinciden en que se trata de un hecho inesperado, casi fatídico que amerita un tratamiento sumamente cauteloso, prolijo y objetivo por parte de las autoridades judiciales que son quienes deben dictar justicia.
Por ahora están corriendo los tres meses destinados por la Fiscalía a recolectar todas las pruebas y testimonios posibles, que permitan analizar el episodio con todos los detalles tal como sucedieron.
Es casi seguro una marcha, pero más allá de ello (que suele dejar pocos resultados concretos) es de esperar que el mensaje de solidaridad sea lo más claro posible porque se ha llegado a un punto en el que la delincuencia ya no respeta parámetro alguno.