Nací a principios de los años 70 en Mercedes en una familia típica de clase media uruguaya, la clase media de esa época que con muchas menos tentaciones de consumo que las actuales, seguramente era más sencillo poseer los bienes considerados “necesarios” para tener una infancia feliz, una pelota primero (que había que cuidarla como si fuera de oro), una bici después, y con eso ya era más que suficiente para pasar los días felices entre Escuela y amigos. Teníamos solo media hora por día para ver “dibujitos” en el Canal 12 de Fray Bentos, viajar para nosotros era ir a las Termas de Guabiyú o un poquito más lejos, en fin, nuestras “necesidades” creadas eran pocas, casi nada si las comparamos con las de los niños y jóvenes de hoy.
En el plano político vivíamos el inicio de la dictadura militar, nacía el Frente Amplio como partido político, y muchos países en Europa vivían en pleno comunismo detrás de la Cortina de Hierro. En lo social había, como ha existido siempre, gente pobre y gente rica pero eran los menos, o al menos eso parecía, la mayoría era clase media, un poco más hacia arriba o un poco más hacia abajo, y todos coincidíamos en los diferentes ámbitos coexistiendo sin ningún problema, los niños andábamos solos por la calle, las puertas quedaban abiertas, y la Escuela pública era toda una Institución y un orgullo del país, la maestra una persona venerada y respetada.
No hacía mucho habíamos dado el batacazo en Maracaná, y también aún era normal escuchar referencias a que unas décadas atrás fuimos conocidos como la Suiza de América, luego supe que era debido a las políticas innovadoras y al alto grado de bienestar y desarrollo logrado en la primera mitad del Siglo XX. De la “Economía” como tal, recién tengo recuerdos de escuchar hablar acerca de ella con la crisis de “La Tablita” del 82.
No sé si era mejor o peor que ahora, sería un lindo tema para debatir, pero es incuestionable que era otro mundo, y otro Uruguay sin lugar a dudas. La tercera revolución ha quedado atrás, y la 4ª Revolución está en pleno desarrollo, la inteligencia artificial que veíamos en la película Terminator II, hoy ya es una realidad, no tan trágica por suerte.
En 4 décadas y poco el avance exponencial de las TIC (Tecnologías de la Información y las Comunicaciones) han cambiado radicalmente el mundo, los paradigmas han cambiado, si bien al Uruguay casi todo llega más tarde, esos cambios son una realidad, por más que aún nos resistimos a algunos de ellos como por ejemplo a los cambios en la forma de educar.
¿Cuales podríamos decir que eran las fortalezas del Uruguay de antes?
Seguramente pueden plantearse discordancias en algunas áreas, como la economía por ejemplo; a mi juicio desde que tengo recuerdos el país ha tenido un trayecto estable, con algunas crisis grandes como la del 82 y del 2002, generadas por errores propios en la conducción de la política económica pero sobre todo por problemas que nos vienen de afuera y en general, por lo chico que somos, siempre es poco el margen de maniobra que tenemos. Luego de esas grandes caídas de la economía vinieron períodos de recuperación y crecimiento importante que nuevamente generaron estabilidad social y económica.
La seguridad jurídica es algo que siempre nos destacó, y a decir verdad nos sigue destacando, más aún cuando en la región enfatizan en lo contrario, de esa forma enalteciendo nuestra estabilidad y credibilidad en ese sentido.
Acerca de la seguridad pública lamentablemente no podemos decir lo mismo, han quedado muy lejos los tiempos en que nos enorgullecíamos al respecto, aún hoy cuando converso del tema con amigos y colegas del exterior les cuesta creer la situación actual, todavía perciben al Uruguay de antes. Las estadísticas internacionales válidas para realizar comparaciones sobre la seguridad son la cantidad de homicidios cada 100 mil habitantes, y hemos pasado de ser de los mejores a estar de media tabla para abajo, tenemos a nivel nacional más de 11 homicidios cada 100 mil personas, Montevideo más de 16 cuando Santiago de Chile tiene 3, Buenos Aires 5 y Madrid 0,8.
La calidad de los recursos humanos siempre fue algo positivo en el país, el nivel medio de la educación de la fuerza laboral uruguaya era destacable, en los años 70 teníamos índices educativos similares a los países Europeos. La habilidad para hacer lo que fuera necesario y para adaptarse del trabajador uruguayo era muy destacada, sumado a su empeño y dedicación, claramente constituían una ventaja competitiva valorable. Lamentablemente la situación ha cambiado, para los inversionistas el conseguir personal capacitado en algunas áreas es un problema, UPM tuvo que traer decenas de extranjeros para su planta y entre las condiciones para instalar la nueva planta en Durazno está el cambio en planes de educación para tener trabajadores formados.
El hecho de que seamos el tercer peor país de América Latina en porcentaje de jóvenes que termina la Educación Media quizás sea una buena explicación de porqué ha sucedido esto, claramente el descenso en el nivel de la educación media está detrás de haber perdido esa gran ventaja competitiva de antes. La productividad laboral se ve afectada además por otros aspectos negativos, gremios que insisten en ver al empresario como su enemigo, el ausentismo laboral que ha trepado a casi el 20 %, solo por poner ejemplos al respecto.
Por último el tema que a mi juicio, muy tristemente, es el que más he visto cambiar negativamente en el país, el socio-cultural, que involucra un poco de todo, de economía, de educación y de seguridad, pero en especial de principios y valores. Lamentablemente los principios de la familia, de la educación, del esfuerzo, y de la convivencia no son los que había en nuestro país hace no tanto tiempo. Una parte importante de la población va por otro camino, algunos le llaman “brecha social”, y para nada es un tema exclusivamente económico (hoy tenemos índices de pobreza muy bajos), es un activo que se ha perdido y que separa a la sociedad generando odios, “ellos y nosotros”, estigmatizando grupos sociales, generando grandes problemas de convivencia y de tolerancia.
Para terminar algo que considero sigue siendo una fortaleza importante en nuestro país, realzado cuando he ido conociendo otras realidades en América y en lugares más lejanos del mundo como África y Asia, fuimos y seguimos siendo un país donde el ascenso social es posible, donde existen oportunidades de mejorar, con esfuerzo y dedicación una persona que nace en estratos socio-económicos bajos puede formarse y salir adelante para desarrollarse como persona, de esa forma lograr mejorar su nivel de vida y la de los suyos. El problema es que requiere tener las mínimas oportunidades y que la persona dedique mucho esfuerzo y compromiso, y esos son los aspectos que de a poco, pero inexorablemente, hemos venido perdiendo.