Sin ser un experto en el tema ni mucho menos, según  parece el hecho de intentar relativizar los errores y los fracasos debe ser algo natural en el ser humano, una vez que nos hacen notar que nos hemos equivocado o no hemos hecho las cosas tan bien como hubiéramos podido,  hasta de forma instintiva e inconsciente lo primero que solemos hacer es buscar motivos y razones que nos permitan no sentirnos tan mal con nosotros mismos y de cierta forma quitarnos responsabilidad.

Para lograrlo, para sentirnos mejor ante el yerro,  esas circunstancias que provocaron el error o mal desempeño deben ser exógenas, es decir que no estén bajo nuestro control, que dependa de factores externos o de otras personas y que por lo tanto el argumento del tipo “era muy poco lo que yo podía hacer al respecto”, nos sirve de consuelo.

Admitir errores, omisiones, o malos desempeños, no es sencillo, aplica tanto a individuos pero también a grupos de diversa índole, organizaciones privadas y públicas, hay que ser valiente para ello. Siempre es más sencillo ser autocomplaciente con uno mismo y buscar “causas” ajenas que no podíamos controlar que aceptar nuestras impericias y hacer  una verdadera autocrítica. 

Cuando no podemos escapar a la culpa, cuando nuestra responsabilidad es indisimulable, cuando no hay “alineación de astros” que nos jugaron en contra, el siguiente recurso autocomplaciente es buscar peores, otros que hayan cometido errores más graves o que sean más incompetentes que nosotros, para de esa forma poder concluir “tuvimos mal desempeño, pero tranquilos, hay otros peores”.

En el club deportivo al que concurro, los profesores de educación física tienen remeras con el slogan “Be stronger than your excuses”, sin dudas es una frase muy gráfica y en pocas palabras dice mucho, por ello decidí utilizarlo para titular el artículo.

La Real Academia Española define a la Excusa como el motivo o pretexto que se invoca para eludir una obligación o disculpar una omisión.

El verdadero éxito en una actividad o en el logro de un objetivo en general no se alcanza sin aplicar  esfuerzo, sin dedicación, y sin dar cada vez un poco más, incluso intentando ir más lejos de lo que parece ser el límite, en los países anglosajones utilizan para ello otra frase muy popular, “Push your limit”, más allá de la traducción literal vendría a significar que debes luchar por superar tus límites.

Cuando no se logran los objetivos, si bien por definición ello es fracasar, puede suceder que esas metas realmente estaban determinadas por encima de nuestras capacidades y/o quizás sobre valoramos nuestra aptitud, pero deberíamos preguntarnos si verdaderamente dimos lo máximo que podíamos, si nos esforzamos y nos dedicamos como hubiera sido necesario, tanto sea para salvar un examen como para lograr un objetivo determinado en una Organización.

Lamentablemente la falta de esfuerzo, las excusas y los pretextos más inverosímiles para eludir sus obligaciones las veo todos los días en mis alumnos adolescentes, un día no pasó el ómnibus, otro día no les llegó el mail o el celular no les permite abrir el archivo, solo les falta decir que el perro le comió los deberes. No son todos pero son la gran mayoría (y recordemos que son los jóvenes que aún estudian).

También me sorprende que no hay premio ni castigo que los mueva, ni siquiera exonerar la materia y tener el verano libre funciona como motivación. Ante la duda que fuera una impericia propia conversé el tema con colegas y parece ser que es un problema generalizado. Al respecto se me ocurrió, a modo de experimento motivacional, hacerles ver un video de Tony Nadal, tío y entrenador de Rafael Nadal, el gran tenista español, en una charla que titula “El valor del esfuerzo”, y justamente habla de que más allá de las condiciones innatas el entrenamiento y dedicación extrema es lo que transformó a una promesa en uno de los más grandes tenistas de todos los tiempos, híper millonario por supuesto. Además menciona cuando Rafael ponía “causas” para sus derrotas que no eran más que excusas, cuenta que un día luego de perder un partido el tenista fue con su tío entrenador y le dijo que perdió pues el calor no lo había dejado jugar, a lo que su tío le dijo “que extraño, pues parece que solo hacía calor de tu lado de la cancha porque tu rival ha corrido todo el partido y jugado sin problemas”. Afirma que lo que terminó haciéndolo tremendamente exitoso fue luchar contra sus excusas y superarlas.

En el deporte es sencillo encontrar ejemplos acerca de que no alcanza simplemente con tener buenas condiciones para ser un deportista de elite, nuestros futbolistas que brillan en Europa lo atestiguan.

Abundan ejemplos de como nos vemos tentados a poner excusas ante nuestras deficiencias, muchos y en diferentes ámbitos, pero para terminar me interesa comentar uno muy gráfico, lo sucedido en esferas del gobierno específicamente en el Ministerio del Interior, se planteó como objetivo reducir los delitos, y resulta ser que los homicidios en Uruguay subieron más de 60 % en el último año !!60 % !!, además de aumentos en las rapiñas etc. Cifras que podrían entenderse o explicarse si se hubiera desatado una guerra civil, o si nos hubieran invadido los alienígenas, esas sí que podrían haber sido verdaderas causas de ese hecho, pero nada de ello sucedió, sin embargo hemos escuchado multiplicidad de “causas”, que fue el efecto del nuevo Código de Proceso Penal (afirmación refutada por la Fiscalía vale decir), todo es culpa del narcotráfico que no es solo en Uruguay, el problema del aumento de la violencia es mundial (mentira, falta conocer un poco lo que está sucediendo en los países nórdicos), Whatsapp no permite las escuchas telefónicas de la policía, el Salvador y Guatemala están peor, el problema es de las víctimas que se resisten a los robos, hasta parece ser que la Ley de Inclusión financiera tiene la culpa porque hay menos dinero en la calle entonces los delincuentes tienen que robar más veces para obtener lo que necesitan, ésta última se lleva el premio a la excusa innovadora del año sin dudas!!!

Si existiera un medidor de excusas seguramente explotaría en Uruguay, con el Ministerio y también con mis alumnos. Lo primero para mejorar, para evolucionar positivamente, en el tema que fuere, es reconocer la realidad y los errores propios, por acción o inacción, pero es la única forma en que se puede mejorar realmente, definiendo una estrategia eficaz en pos de lograr los objetivos, el procedimiento es el mismo, tanto estemos hablando de comenzar a hacer deporte para bajar de peso o mejorar la seguridad pública, indefectiblemente el camino empieza por el primer paso, dejar las excusas de lado y ponerse en acción.

(Los comentarios son de índole personal y no comprometen la opinión de ninguna Organización)