Repasando un poco de historia económica y social, la 1ª Revolución industrial se originó en la Gran Bretaña a mediados del siglo VXIII y se basó en la transformación de la vida en el campo a la vida en concentraciones urbanas, se acabó con la hegemonía del trabajo manual y la tracción a sangre por el desarrollo industrial y tecnológico, siendo la aparición de la máquina a vapor un bastión en ese proceso. Ya en el comienzo del siglo XIX se consolida lo que se conoce como la segunda etapa de revolución industrial, a partir de nuevos usos e inventos ingeniosos la humanidad continua su desarrollo logrando producir a grandes escalas y el mundo comenzó a mostrar las características de la economía capitalista que conocemos hoy.
Luego de las guerras mundiales y magros avances posteriores, llegamos al final del siglo pasado y comienzos del siglo XXI con lo que se conoció como la 3ª revolución, nuevos sistemas de energía, avances científicos relevantes y especialmente nuevas tecnologías de comunicación cambiaron la forma en que vivimos. Llegamos así a la parte final de la segunda década de este siglo con la aparición de nuevos cambios muy relevantes que se conocen como la 4ª Revolución.
En síntesis los continuos avances científicos generan cambios en las formas de producir que afectan la vida de las personas, elementos como la inteligencia artificial, el Big Data y la robótica han permitido el desarrollo de mecanismos ciber-físicos controlados por algoritmos computacionales (Cyber Physical Systems) que están generando efectos evidentes en el mundo desde hace unos años, recientemente en el Uruguay estamos siendo conscientes de ello y caemos en cuenta que son cambios que no tienen marcha atrás y necesitamos adaptarnos a ellos.
Son cambios tan relevantes que no solo afectan la forma en que se desempeña el mercado de trabajo, también implica que se debe repensar la forma en que enseñamos, ¿para qué formar en técnicas y conocimientos que estarán obsoletos en 10 años?, existe consenso entre los expertos que se debe enseñar a adquirir conocimientos, actitudes y valores que fomenten la proactividad, la innovación y el aprendizaje continuo (se las conoce como “habilidades blandas”), lo cual parece evidente que plantea desafíos mucho más complicados que enseñar un programa de historia o matemáticas, pero es el mundo que se viene.
Podríamos preguntarnos si la educación en el Uruguay está en condiciones de adaptarse a los requerimientos del nuevo mundo, si repasamos los resultados de los procesos educativos en los jóvenes actuales no son alentadores, los datos de las pruebas internacionales PISA arrojan que casi el 50 % de los jóvenes de 15 años no está capacitado para competir en el mundo moderno, y menos del 30 % de los jóvenes de 18 años culmina secundaria, parece que el partido está bastante complicado y para colmo la evolución de los datos muestra que venimos empeorando medición a medición. Sin embargo al menos parece que existe consciencia a nivel de las jerarquías del cambio que se debe realizar, efectivizarlo y llevarlo adelante con éxito es otra cuestión. Un informe reciente de la ONU va más allá y afirma que para que Uruguay logre satisfacer las necesidades educacionales del Siglo XXI no alcanza solo con más presupuesto, llegar al 6 % del PBI está muy lejos de ser una solución mágica.
La 4ª Revolución afectará especialmente al mercado de trabajo, la robotización y automatización de las tareas rutinarias ya está siendo una realidad en nuestro país, es una tendencia que cada vez incluirá mayor cantidad de tareas primarias e incluso trabajos que requieran tareas cognitivas repetitivas. A modo de ejemplo ya existen maquinas robotizadas que levantan paredes en 20 veces menos tiempo que un obrero, en pocos años trabajos como los cajeros de supermercados y choferes de transporte serán historia, como ya lo son la mayoría de los cajeros de los bancos.
Analizando la realidad del mercado de trabajo uruguayo, primeramente deberíamos aclarar los conceptos que utilizan las estadísticas para entender de qué hablamos, de manera simplificada el desempleo se mide como la cantidad de personas que buscan trabajo y no lo consiguen, o sea que no se incluye allí a los conocidos como Ni Ni, como tampoco a aquellos que cansados de fracasar ya directamente ni buscan empleo. Mientras que la tasa de empleo es la cantidad de personas en edad de trabajar que efectivamente trabajan.
¿Qué marcan las estadísticas al respecto? El desempleo actual ronda el 8.5 %, y si bien preocupa la tendencia al alza, los guarismos actuales no son escandalizadores. Diferente es la situación de la tasa de empleo, donde la evolución es claramente descendente (negativa), o sea que cada vez trabaja menos gente de la que podría trabajar, lo cual genera problemas evidentes entre ellos que cada vez son menos los que aportan a la seguridad social que ya presenta una situación bastante deficitaria.
Los últimos datos macroeconómicos de cierta manera ya muestran esos efectos, la evolución del PBI (Producto Bruto Interno) para el año 2017 destaca que se ha afianzado el crecimiento general (2,7 %) y eso es una buena noticia, sin embargo si analizamos los datos por sector de actividad ha existido una caída importante en sectores que son muy demandantes en mano de obra como la Industria (- 3.5%) y la Construcción (- 6%), también la Agroindustria (-1.5%), ello sumado a los crecientes problemas en la competitividad hacen prever que el mercado de trabajo siga complicándose, y más allá de mejoras puntuales de corto plazo como puede ser la instalación de UPM, a mediano y largo plazo las perspectivas no son buenas si no cambiamos radicalmente la formación de nuestros trabajadores, y allí volvemos especialmente al cambio requerido en la educación del que hablamos.
En el mundo del siglo XXI ya no quedan dudas que lograr ventajas competitivas reales es esencial para cualquier país, y más aún para países como el nuestro con mercado doméstico muy reducido y con escasos recursos naturales, debemos formar a nuestra gente para que sea capaz de generar valor a través del conocimiento, la adaptabilidad a los cambios y la innovación. De esa forma intentar depender cada vez menos de la exportación de productos primarios y por ende que el bienestar de la economía no dependa de los vaivenes en los precios de los commodities como penosamente sigue sucediendo.
El país que por lejos ha entendido mejor como viene la mano es China, otrora un régimen cerrado y oscuro, hoy es la principal potencia del mundo, líder en innovación y tecnología, buscando alianzas si era necesario, reformando sus sistemas educativos, etc. También es una muestra que los paradigmas han cambiado, hoy China es un sistema comunista con una cultura de emprendedurismo e innovación más fuerte y agresiva que EEUU.
En Uruguay recién nos despabilamos y vemos que se va el tren, tanto políticos como empresarios y trabajadores, cada uno desde su lugar. El gran tema parece ser que se deben generar cambios y verdaderas reformas hoy para que recién dentro de 10 o 15 años veamos los resultados, como lógicamente sucede realizar cambios importantes genera resistencia y también costos, presupuestales y políticos, todo ello hace que sea más sencillo patear la pelota para adelante, atender las urgencias y después vemos, y el “después” lamentablemente puede ser muy tarde.
(Los comentarios son de índole personal y no comprometen la opinión de ninguna Organización)
