Es uno de los referentes del carnaval, ha creado más de 600 versos y canciones, tiene una memoria prodigiosa y le gusta mezclar su diálogo con distintos refranes para siempre una sonrisa.

Desde los 7 años, Enrique Amador Maneiro Domínguez que hoy tiene 88 años estuvo vinculado al carnaval. 

Fueron muchos los grupos que tuvieron la suerte de contarlo en sus filas, pero sin duda que su pasaje por Los Intrépidos marcó una época.

En su vivienda de calle Ansina junto a su compañera Zulma Chiflet recibió a Crónicas para ir repasando muchos momentos de su vida.

Maneiro tuvo su primera participación en el carnaval en el año 1944 conformando la murga de menores que se llamó “Amante Corazón. 

“En el almacén de Silva que estaba ubicado en Ferrería y Braceras nos reuníamos un grupo de muchachos que nos gustaba el carnaval y allí le propuse a Carlos Caché armar la murga.

El bombo lo fabricamos con un medio tanque y el redoblante nos fue regalado por el papá de Pilar Ruiz.

A partir de allí el carnaval me atrapó y luego integré la murga “La Improvisada”, formamos el conjunto “Ritmo y Macanazo”, “Los Negros del Momo” y a Pozzolo lo acompañé en una murga que se llamó “Hamacalo Juan que es tu hijo”.

Desde que era niño siempre escribí, tuve facilidad para aprender a leer y escribir, pasando por las Escuelas Nº 10, Colegio San Miguel y Escuela 1.

Afirmó que yo fui a la escuela “al nudo”, porque aprendí a leer y escribir en la calle. En la esquina de Detomasi y Cassinoni en la manzana 20 estaba el Almacén de Moretti y allí veía revistas a las que me gustaba mirarle las figuras. Uno de los hijos del almacenero a quien le apodábamos “Muñeco” le sugirió a su hermano que me enseñaran a leer y así aprendí.

Siempre tuve una buena memoria, hice más de 600 canciones, la mayoría que cantamos con Los Intrépidos, pero también escribí para otros conjuntos”.

En Los Intrépidos estuvo desde 1973 al 2003. "Al principio me habían hablado para que yo les escribiera los versos y de a poco me fui integrando en los ensayos hasta que quedé en el grupo; Junto a Miguel nos divertíamos en cada actuación y en cada tablado siempre creábamos diálogos divertidos.

Estuve en otro grupo que se llamo “Dale Papa a la Cotorra” y el humor que se puede ver en cada uno de mis versos surge espontáneamente".

"Con mi querida Zulma muchas veces nos decimos versos y nos divertimos en nuestra casa". Uno de los que recordó Maneiro dice:

 “Decime si me querés no me andes con garabatos, que yo por tu cara de bruja no voy a andar a cada rato”.

Ella me responde: “Escuché lo que dijiste y te contesto por eso, me dijiste cara de bruja y vos te has mirado en el espejo”.

“Siempre me miro al espejo, siempre me da la razón, dice que mientras más me miro, más me parezco a Alain Delon”.

“Parecerte a Alain Delon, parecido no te hallo, como vas a ser Alain Delon con esa cara de caballo”.

Por su parte Zulma recordó que ella desde jovencita participó también del carnaval cuando en otras épocas “Bizcocho” Pereira había confeccionado una carroza con forma de canasta.

Enrique y Zulma también participaron durante dos años en Pantarrey, allí bailaban y se divertían, logrando premios en San José.

Afirmó que “el carnaval me ha dejado grandes satisfacciones, pero ahora ha cambiado mucho. Antes las letras eran mas sanas, tenían su picardía, pero nunca decíamos una mala palabra.”

En una época por ejemplo cantábamos: “tuvimos una invitación en el cumpleaños del tuerto, nos dieron un clericó que casi nos deja muertos.

Vamos a contar la historia no nos crean inoportunos, para que entiendan la cosa vamos a pasar de a uno.”

Allí entraba uno de los integrantes de la murga y decía: “Yo agarré un papel de astrasa y salí a la disparada y en una mata de yuyos me fui a echar una…bichada”.

“Hice un esfuerzo tremendo que me hacía crujir los dedos, y aunque fruncí como loco igual se me escapó… un perro”.

“De ese estilo eran nuestras canciones, influía mucho cómo decíamos esos versos, pero el público siempre las disfruto.

En nuestra primera época de la murga se acercaban muchas veces los vecinos para darnos algunos datos.

Un día llegó un caballero que mencionó a unas vecinas bastante mayores que de acuerdo a lo que él nos aportó se maquillaban y vestían como jovencitas.

Fue a partir de allí surgieron los siguientes versos que ya tiene más de 70 años y que expresaban: “pues hoy en día no se puede con la moda y las viejas como toda muchacha quieren andar, pinturrajeadas que da hasta risa mirarlas y una de ellas entusiasmada dijo querer aprender a nadar. 

Al otro día van a la playa sonrientes y sobre la arena caliente se echan a tomar el sol, pero ya al rato se le queman las arrugas y sale como tortugas quejándose del ardor.

Al otro día se sienten mejoradas, vuelven a las andadas y rumbo al parque se van, dejan al viejo, no limpian la cocina, se calzan las balerinas y ni corte le dan.

Allí en la rambla se juntan con otros vejestorios con caras de zanahorias que han estado muy al sol y salen todas esas viejas cucarachas y una de ellas dice che muchachas vamos a bailar el rock”.

Con añoranza recuerdan los carnavales, donde se salía disfrazado, se recorrían los barrios y había tablados en distintas esquinas. Expresaron que “hoy la fiesta tiene otra dimensión y no se disfruta como antes. Nosotros nos divertíamos de otra manera, íbamos detrás de los conjuntos, con papelito, serpentinas, los pomos, y ahora la gente no participa y sólo critica”.

Maneiro además de recorrer el departamento y otros departamentos con el carnaval, desarrolló su profesión de albañil, trabajó en El Radical y finalmente en la Intendencia jubilándose como capataz de vigilancia.

En épocas de municipal fue uno de los que moldeó los escudos que están en el Parque Asencio y el de la entrada de los talleres municipales. Marotta le hizo los moldes y el de dio forma con hormigón.

Fue partícipe de los inicios de Praga en la Plaza de Deportes y su posterior traslado a Giménez y Braceras, considerando que él fue uno de los primeros hinchas.