Sebastián enciende la esquiladora, aparta la cabeza de la oveja y en unos minutos la deja "desnuda". Es la primera etapa de un viaje que llevará la lana de Uruguay, uno de los primeros exportadores mundiales, hasta Alemania para equipar coches de lujo. En una estancia de Florida, en el centro del país, 17 trabajadores agrícolas se esmeran, durante tres días, en pelar a las 2.600 ovejas de la propiedad, antes de que llegue el calor del verano.
Algunos están encargados de ir al establo a buscar a los animales, que pesan entre 40 y 50 kilos, y cargarlos hasta el hangar donde los esquiladores los colocan en posición sentada para inmovilizarlos.
"Hay compañerismo, vamos muy organizados porque es así la forma de trabajar", explica Sebastián Saura,de 22 años, trabajando junto a su padre Roberto, que ha pasado 36 de sus 53 años esquilando ovejas. Físicamente es un trabajo "sacrificado", dice.
Uruguay tiene sólo 3,5 millones de habitantes y casi el doble de ovejas, unos 6,6 millones.
Para vender su lana debe apostar a la globalización, pues de sus cerca de 30 millones de kilos de producción anual el mercado local apenas absorbe el 1%.
Los bajos costos del flete marítimo lo ayudan: "Nos cuesta más traer lana de Salto, en el norte, que mandarla a China", afirma Facundo Ruvira, director comercial de Tops Fray Marcos, la fábrica de lavado y peinado de lana más grande del país, una actividad abandonada desde hace décadas en Europa occidental.
Tercer exportador mundial
Uruguay es uno de los pocos que quedan en el mundo que exportan una gran parte de su lana ya lavada y peinada, a diferencia de Australia y Nueva Zelanda, que la despachan para la venta en su mayoría tal como sale del cuerpo de las ovejas.
En este segmento del producto listo para usar, Uruguay logró la hazaña de ser el tercer exportador más grande del mundo con 12% del mercado, detrás de China y la República Checa.
Mientras sus lanas más finas como la Merino alimentan la industria de la moda de lujo, las más gruesas, de la raza Corriedale (la que más abunda en Uruguay), han encontrado un nicho de mercado: los tapizados de autos de alta gama alemanes y los aviones.
"El primer cliente que tenemos en este mercado es el grupo austríaco Schoeller, desde hace 20 o 30 años), que tradicionalmente se dedicó a atender la industria automotriz y era muy exigente en calidad, ya que los controles en automóviles de alta gama son muy estrictos", cuenta Ruvira.
En su fábrica, muestra cómo se clasifica la lana entre hebras largas y cortas, lavadas en diferentes tanques de agua fría y después caliente, sin jabón, para luego ser finamente peinadas y embaladas.
El proceso aporta valor agregado, pero también empleo en el lugar: 150 personas trabajan en la fábrica Tops Fray Marcos en Libertad, al oeste de Montevideo.
El viaje dura a continuación 25 días en barco a Alemania, donde la lana se transforma en alfombras y textiles que equiparán sobre todo BMW y Mercedes-Benz, precisa Ruvira.