COMPETENCIA – No sólo en el ofrecimiento de las distintas marcas de automóviles  se notaba la competencia que existía reflejada en los avisos y en la propaganda publicada en los diarios de la época (1927), sino también en la actividad que desempeñaban las Empresas fúnebres que existían en el momento.

Mostramos aquí, a través de la reproducción de los mismos, las ventajas que ofrecían la “Empresa Listur”, con servicio de automóvil y la de “Pérez Roubin Hnos.” con grandes rebajas, facilidades de pago y servicio gratis a los pobres. 

Esta última era la sucesora de la de Jorge Varsi y estaba ubicada donde hoy funciona la sala del casino de la ciudad.

Ofrecía 4 tipos de servicios indicando los precios de cada uno, siendo el más oneroso a todo lujo, con ataúd tapizado y tapa de cristal conducido en carroza fúnebre de lujo, tirada por 4 caballos y con acompañamiento de 20 carruajes más uno para los dolientes directos.

Lo distinguido iba disminuyendo de acuerdo al servicio contratado, siendo el más económico el de 2ª categoría. 

En cambio la otra empresa ya se iba adecuando al progreso, incluyendo la carroza montada en un vehículo automóvil, lo que redundaría también en una mayor higiene en la zona en que se desplazarían los dolientes.

ALUMBRADO ELECTRICO

Se anuncian las obras de ampliación del alumbrado eléctrico y el establecimiento de la corriente diurna e industrial, imprescindible esta para las empresas.

Se estaban contratando jornaleros y personal idóneo a las órdenes del capataz general Emilio Luquetti.

“La corriente industrial será una gran mejora para la población, mientras que el alumbrado público se extenderá hasta el propio puerto, por lo que la Rambla perderá ese aspecto de boca de lobo que hoy la caracteriza”, se decía.

SASTRERIAS – Pero también en este rubro la competencia se notaba, aunque no era tan enconada la misma, ya que anualmente los distintos titulares de las diversas sastrerías que existían en la ciudad, se reunían en un paseo campestre para festejar su día.

Existían entre otras la de “Bruno y Martínez” en calle San José (luego Roosevelt) ubicada frente al Liceo Departamental de entonces.

Ya había abierto su comercio don Fermín Barnó que estaba entonces instalado en Colón y San José.

Mientras que la Sastrería Marino ubicada en su tradicional salón de Fcio. Sánchez e Ituzaingó, anunciaba que llegaría por el tren de la noche el joven Humberto Marino, que acababa de egresar de la famosa academia de corte dirigida por el competente y respetado profesor Sr. Ardinghi, en donde adquirió su preparación técnico-práctica, adquiriendo los más modernos conocimientos en el arte del vestir.

Los hombres y aún los jóvenes vestían comúnmente de trajes “ambos” confeccionados con telas importadas, debiendo tener los mismos pantalón, chaleco y saco para decir que se estaba bien vestido, por lo que era común que las distintas sastrerías trabajaran con el sistema de “Clubes de trajes” mediante el cual los interesados se inscribían adquiriendo un número, cuyo costo debían abonar mensualmente y también mensualmente se sorteaba uno de los números lo que permitía, en algunos casos hacerse de la vestimenta a muy bajo costo. Saliendo favorecido su número no se abonaba más esa cuota.

CARRETERA – Decíamos en notas anteriores que las carreteras no existían, pero ante el advenimiento de los automóviles se comenzó a mejorar lo que antes eran penosos caminos, hollados por las pesadas carretas y carros, encarándose la construcción de la vía de tránsito que conduciría desde Mercedes hasta San José, trayecto habitual de comunicación luego con la capital.

Debido a ello se plantea un conflicto entre los vecindarios de Egaña y de San Martín, quienes reclamaban que el proyectado trazado del nuevo camino pasara por sus respectivos parajes. 

COMBUSTIBLE – Relacionado con esto se anuncia por la prensa, que arribó al puerto un cargamento de cajones de nafta para la Empresa Varsi, la que había cambiado de rubro viendo el desarrollo del comercio automotriz.

A tales efectos y para el desarrollo de la misma había adquirido Varsi un terreno que una empresa americana tenía ubicado sobre la costa del Río Negro. Allí acumulaban esta carga que venía en tambores, los que a su vez se unían por pares en cajones. El contenido a su vez se volcaba luego en los numerosos surtidores que existían en la ciudad y se vendía a los automovilistas mediante expendedores a manija desde aquellos aparatos.

PELUQUERIA LOZANO- Este reconocido peluquero anunciaba su cambio de local, instalándose ahora en calle Artigas en bajos del edificio de la familia Roverano. Se llamaba Benjamín Quintín Lozano, firmándose siempre “Benjamín Q. Lozano” por lo que a pesar de ser un reconocido profesional en su trabajo se le tomaba como candidato para las bromas. 

EXPLOSION EN FABRICA DE PIROTECNIA - A las 9 de la mañana del día  28 de abril se produce una tremenda explosión en el barrio sudeste de la ciudad, provocando la alarma del vecindario.

El suceso fue provocado por la explosión de un mortero en la fábrica conocida por “El Polvorín” de Antonio Caracciolo, ubicado en la esquina de las calles Canelones (hoy M. Ferrería) y Tomás Gómez, a raíz de que el obrero Victorio Arballo, que pisoneaba en un mortero de pólvora destinada a la fabricación de bombas y cohetes, habría intentado prender un cigarrillo.

La chispa hizo que explotara aquella pólvora prendiendo el fuego las ropas del operario quien sufrió graves quemaduras quedando internado en el Hospital.

Milagrosamente no ardió el depósito central donde se acumulaba gran cantidad de elementos inflamables y de explosivos.

CARNAVAL – Comienzan los preparativos para las carnestolendas y han comenzado los ensayos de la troupe o comparsa que se denomina  “Los PELOTARIS”.

Poco después se noticia la realización de “asaltos” a casas de familia, de bailes en distintas instituciones, de corsos en lugares apropiados y de concursos de murgas y de conjuntos carnavaleros. 

Los corsos en general se realizaban en el circuito de las calles Artigas, Montevideo,

Colón y San José, instalándose una vistosa iluminación mediante arcos de lamparillas multicolores en distintos sitios del recorrido. 

JUDAS – Tradicionalmente era costumbre anunciar por la prensa la quema de los diferentes judas que se quemarían en la noche de San Juan y San Pedro, con las respectivas direcciones y el horario en que serían encendidos. Eso daba lugar a que los vecinos se trasladaran de un sitio a otro para apreciar el estruendo de las bombas, la caracterización del mismo judas, - generalmente representando a un querido u odiado vecino - y todo el jolgorio que se producía alrededor del punto de ignición de ese mamarracho colgado en medio  de dos calles.

Cada barrio pretendía haber “dado fuego” al mejor judas de la fecha, realizándose reuniones de las familias junto a las tradicionales fogatas que se saltaban por los más jóvenes, concitando momentos de fiesta y alegría.

En esos días, mientras se disputaba un torneo de POLO en Bequeló en campos de la Asociación Rural, entre equipos de Río Negro A y B, Cololó y Montevideo, con asistencia de numeroso público interesado en este nuevo deporte que Mr. Bridger trataba de imponer, en el Hipódromo convertido en pista hípica y de aviación, también colmado de público, se realizaban carreras de caballos, siendo la principal ganada por la conocida yegua “Zazá” propiedad de Salvador Fuentes, y simultáneamente se realizaban  numerosos vuelos aéreos partiendo desde la misma pista, la que sobrevolaban llevando uno o dos pasajeros. 

Los aviadores que estaban de visita, fueron despedidos con muestras de simpatía, mientras que los espectadores aprobaban con aplausos, estos nuevos deportes que comenzaban a mostrarse en nuestra ciudad.